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Ya habían pasado dos semanas desde que terminaron los juegos, Lindsay cada vez odiaba más a Gaul.

Últimamente Lindsay se sentía más cansada y no quería hacer nada.

Tigris traba de animarla pero Lindsay sabía que no era eso, que había algo más que le estaba pasando pero todavía no sabía que.

En esas dos semanas Coriolanus había encontrado a Lucy Gray, ya la había ido a visitar y le había mandado cartas a Gaul que fueron recibidas por Lindsay.

Coriolanus al suponer que eso podría pasar también le había mandado una a Lindsay con la dirección del laboratorio.

Llegaron dos cartas y ellas las agarró.

Lindsay supo inmediatamente de quién era la letra.

Coriolanus Snow.

La seguía persiguiendo, no tenía a dónde ir sin que él llegara a encontrarla.

- Señorita Zital - Gaul llamo si atención - ¿que es lo que tiene en las manos?

Lindsay mira hacia abajo y suspira.

- Son cartas de Coriolanus Snow, doctora - la cara de la mujer se iluminó.

Como si supiera que en algún momento eso iba a terminar sucediendo.

- Supongo qué hay una para mi y una para usted - la castaña asiente - esta bien, puede irse. Asegúrese de leer esa carta.

Lindsay no entendía porqué quería unirla con Coriolanus.

Pero todo estaba en el plan de Gaul.

Y todo estaba saliendo como esperaba.

Lindsay casi corrió hacia su casa.

Estaba desesperada por saber que decía.

Al acostarse la abrió y se encontró con una foto vieja de ambos.

Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver su apodo escrito en la primera línea. Desde que el se había ido nadie la había vuelto a llamar así.

Linny:

Mi querida Lindsay. Te extraño cada día, todo me recuerda a ti y el único sonido que quiero escuchar es tu risa.

Se que seguramente me odias en este momento y que hice todo espantosamente mal pero mi Linny, te suplico. No. Te imploro que me perdones.

Paso mis días recordando nuestros momento juntos.

¿Recuerdas cuando teníamos 4 años y nuestras madres nos llevaron al parque de diversiones? Yo estaba aterrado de la rueda gigante y tú sostuviste mi mano en cada momento.
Desde entonces ya eras mi lugar seguro.

¿O recuerdas aquella vez que te lleve a la dulcería y como no podías elegir compramos kilos y kilos de dulces?

¿O la vez en el parque, hace 3 años, cuando Tigris te retó a robarme un beso? Esperaba con ansias que me besaras.

Así pasó todos mis días, cariño. Extrañándote y recordándote.

Espero que algún día puedas perdonarme y sentir tanto anhelo por verme como yo lo siento por verte.

Siempre tuyo,
Coriolanus Snow.

Lindsay se llevo la carta a su pecho y la apretó con fuerza y lágrimas salieron de sus ojos.

Si Coriolanus seguía mandado esas cartas le iba a hacer imposible odiarlo toda la vida.

Le iba a ser imposible no extrañarlo y desear verlo.

Dobló el pedazo de papel y la foto la guardo en su bolso. Quería tenerlo cerca.

Un ruido en la parte de abajo de la casa la sacó de sus pensamientos.

Lindsay bajo enseguida y se encontró con la abuela de los rubios.

Tigris estaba trabajando a esta hora al igual que ella debería.

- ¿Abuelatriz qué haces aquí? - le dijo apenas bajo, era raro encontrarla fuera del apartamento.

- Oh linda, aquí estás. Estaba buscando a Coriolanus pero no lo encuentro por ningún lado. Supuse que tú sabrías porque el niño está totalmente perdido por ti, nunca para de hablar de ti.

Los ojos verdes de Lindsay se llenaron de lágrimas. Desde que el rubio se había ido al distrito 12 abuelatriz no había vuelto a ser la misma.

Empezaba a olvidar las cosas, casi como si volvier a años anteriores y no viviera en el presente.

- Abuelatriz, vamos que la acompaño a ver las flores mientras esperamos a Coriolanus.

Aunque eso implicara espéralo 20 años.

La señora sonrió y le tomó el brazo a la joven.

Por suerte al pasar las horas y distraerla con las rosas se olvidó que buscaba a Coriolanus.

Cuando Tigris volvió del trabajo y las encontró arriba supuso lo que había pasado y entristeció.

Ahora eran ellas quienes tenían que cuidarla y cada vez enfermaba más.

Lindsay se quedo hablando con Tigris un par de horas, escuchando sus lamentos y su amiga los de ella.

Estaban ahí, juntas, para apoyarse.

Al despedirse Lindsay abrazo fuertemente a la rubia y le prometió que todo estaría bien.

Incluso si eso no fuera cierto. Era lo que necesitaban creer.

Mientras en el distrito 12, Coriolanus disfrutabas de la música de la bandada y se preocupaba de lo que hacía Sejanus pensaba en Lindsay.

Su vida estaba dividida, no sabía que hacer con Sejanus.

Parecía que el no comprendía cómo funcionaba su realidad.

Estaban planeando marcharse hacia el norte, todavía no le había dicho pero habían rumores de lo que sucedía.

Esperaba que fuera lo suficientemente inteligente para saber que eso no serviría para nada mas que para que lo maten.

Lucy Gray le estaba cantando algo pero su cabeza no para de pensar en las situaciones que los rodeaban y necesitaba solucionarlo.

Cuando termino la noche Coriolanus se acercó a Sejanus y le advirtió que parara pero su amigo hizo como si no tuviera idea de lo que hablaba.

Decidió no continuar con eso y se fueron al cuartel.

Bad for business- Coriolanus SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora