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Lindsay estaba trabajando con la doctora Gaul, había enviado una petición a los distritos para que enviaran todos los sinsajos y el distrito 12 fue el primero en hacerlo.

Era Lindsay la que se fijaba que todo estuviera en buen estado cuando llegaban, ella y otro compañero.

Cuando llegó un pájaro totalmente en silencio supo que algo no estaba bien y se lo llevo.

La señora le agradeció y empezó a escuchar el mensaje del pájaro frente a ella.

Era una conversación de Coriolanus y Sejanus en donde el morocho le decía al rubio que se iban al norte con los rebeldes. Lindsay no podía creer que había traicionado a Sejanus.

Gaul la observó unos segundos.

- ¿Qué haría usted? - Lindsay sintió cómo se quedaba sin habla luego de esa pregunta.

¿Qué haría ella?

Los rebeldes están muy débiles, sería estupido que atacaran y Sejanus necesitan que se lo hagan ver.

- Le diría a Strabo Plinth - Gaul estaba desconforme con su respuesta y lo sabía.

- ¿Y si la familia Plinth no puede intervenir? ¿Y si Sejanus nunca va a cambiar? Va a ser un problema para siempre - Lindsay sabía lo que quería decir pero ella no pensaba lo mismo.

La doctora Gaul quiere matar a Sejanus.

Y ella no podía hacer nada así que lo dijo, lo acepto y para que Gaul quedara feliz.

- Sejanus va a ser un problema, debería terminar con eso - con esas palabras bastaron y Gaul se sintió orgullosa.

Lindsay sintió asco, quería vomitar.

- Debería borrar la voz de Coriolanus - dijo rápidamente antes de que Gaul se marchará.

Gaul sonrió aún más y se marchó.

Lindsay salió del laboratorio, todo su alrededor giraba. Se había convertido en algo que no quería y ahora debería vivir con eso toda su vida.

Entro al primer baño que encontró y vomito todo su desayuno.

Un agente de paz le avisó que la doctora Gaul la dejaba irse temprano y ella casi salió corriendo del lugar.

Su cabeza y su corazón estaban llenos de ira, furia contenida hacía todo lo mal que estaba en ese mundo y ella. Asco de ser la persona que era y saber quien la había hecho pensar así. Miedo al darse cuenta de lo que era capaz de hacer por protegerlo, decepción al darse cuenta de que no importara cuanto lo culpara ella era la única responsable de sus acciones. Y saber que la vida de Sejanus pudo ser salvada por un par de palabras suyas la carcomía, el morocho era un ser dulce y muy amable, cariñoso y la única persona real que conoció en toda su vida. Ingenuo y esperanzado, creía en el cambio y en la bondad de las personas pero se cruzó con Coriolanus y con ella que haría cualquier cosa por saber que el rubio estaba bien. Se odiaba por eso.

Así que cuando llegó a su casa se sentó en el escritorio y junto todo su frustración y enojo hacia Snow y sin pensar comenzó a escribir.

Coriolanus Snow.

Eres una de las personas más traicioneras que alguna vez conocí.

He recibido cada una de las cartas que me haz mandado y hoy recibí un sinsajo con tu voz. Espero que sepas de que estoy hablando.

Lo traicionaste y ahora habrán consecuencias. La doctora Gaul me puso en una posición horrible y yo también tendré que vivir con esa carga. Me convertiste en lo que más odio.

Espero que finalmente seas feliz.
Ella está orgullosa.

Mis mas sinceros pésames,
Lindsay Zital.

Rápidamente la mando antes de arrepentirse.

Mientras en el distrito 12 Lucy Gray cantaba con la Bandada.

Ella cantaba una canción de Snow y el lloraba, le había emocionado que lo viera tan bondadoso y buen.

Cuando terminó la canción algo le llamo la atención, Sejanus estaba con Billy Troupe pasando a la parte de atrás.

El rubio decidió seguirlos y vio armas, Sejanus parecía molesto pero llegaba a escuchar.

Fue ahí que Lucy Gray llega hasta el y con el ruido se dieron cuenta que alguien los había visto.

- Salgan de ahí - un tipo los estaba apuntando con un arma.

- ¿Quienes son ellos? - le preguntó a Billy Troupe.

- Vienen con nosotros - Lucy asintió.

De la otra puerta aprecio la hija del alcalde. Todo era un descontrol horrible.

La pelirroja amenazó con denunciarlos y antes de que se fuera Coriolanus le disparó. Lucy estaba temblando y el solo pensaba que ya no iba a poder ver a Lindsay, después de eso ya no iba a poder volver al Capitolio.

Billy Troupe trató de atacarlo y el otro hombre le disparó.

Lucy se empezaba a marear pero Coriolanus la obligó a mirarlo y luego salir al escenario diciéndole que esa era su cuartada.

Coriolanus y el hombre acordaron no volver a hablar de eso y que desaparecieran las armas.

Coriolanus obligo a Sejanus a prometer que no iba a decir nada y así lo hizo.

Volvieron adentro y cuando terminaron de tocar se fueron casi corriendo al cuartel.

Por dos días no salieron.

Habían detenido el paso de oficiales por las muertes y las armas involucradas. Sabían que alguno de ellos los había traicionado.

Al segundo día le llegó una carta de Lindsay y su corazón dió un vuelco pensando que lo había perdonado pero al leerla su corazón se aceleró.

Iban a asesinar a Sejanus.

Ya tenían la excusa perfecta y el había servido todo en bandeja.

Tal vez, ahora si se compro su boleto al Capitolio.

- Hola, mira lo que me mandó- Sejanus apareció con un sobre con la letra de Lindsay.

Coriolanus le sonrió pero ya sabía que lo que había ahí podía estar en ese sobre una despedida o lo había acusado.

Supuso que era un buen mensaje pero emotivo porque después de leerlo Sejanus estaba llorando y sonriendo.

Unos días después lo llamaron para que vaya a hablar con el general y no volvió a aparecer.

Simplemente se les informó que iba a haber una ejecución y que había un rebelde entre los agentes de paz.

Los días fueron pasando y en el Capitolio una joven morena había suplicado y rogado a todos los poderosos que conocía para que la dejaran ir hasta el distrito 12 a despedirse de su amigo.

Una vez que Gaul y su padre lo aprobaron el resto fue demasiado fácil, tuvieron que mover algunos contactos y así iba a suceder.

Lindsay iba a llegar el día anterior a la ejecución para despedirse tranquila y se iría en el tren siguiente a la ejecución. Tan rápido como llegaba, se iba.

La única cosa que a ella le molestaba era que se tenía que quedar en el cuartel de los agentes de paz y eso implicaba un cierto riesgo de ver a Coriolanus.

Y temía, temia volver a ser débil.

Ella ya no podía culparlo de sus acciones si ahora las de ella eran similares.

El día que se fue su padre le dió tres guardias de seguridad y plata más que suficiente para sobrevivir un día y así marchó con el corazón triste y la ansiedad a tope.

Bad for business- Coriolanus SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora