Capítulo 26

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La decoración del árbol de Navidad ha terminado finalmente. Ahora todos están en el comedor de la escuela descansando después un día ajetreado, Alaric me ha mandado llamar a su oficina ya que según lo que me dijeron tiene algo sumamente importante que decirme.

Llego a la puerta de la oficina y toco.

—Adelante —dice el director del otro lado.

Tomo la manija y abro la puerta.

Me adentro en la habitación y me encuentro con que Alaric está acompañado por los señores Salvatore, Damon y Elena.

—Señores Salvatore, no esperaba verlos —digo amablemente mientras camino hacia ellos —. Buenas noches a los dos.

—Buenas noches cariño —me dice la señora Elena con una sonrisa.

—¿Cómo estuvo la decoración? —cuestiona Damon.

—Un poco pesada, nada le gustaba a Lizzie —respondo —. Tuvimos que colocar y quitar varias veces. Pero al final todo resulto bien.

—Por favor, Leo toma asiento —me pide el director.

Hago lo que me dice y el matrimonio Salvatore también se sienta.

—Me dijeron que tenías algo importante que decime —miro al director.

—Y no —responde —. Ellos —se pone de pie —Los dejaré solos un momento.

Alaric camina hacia la puerta, la abre y después sale de la oficina.

—¿Ustedes? —miro a Damon y a Elena.

—Así es —contesta el ex vampiro.

—Bien, pues los escucho —digo.

—Estuvimos pensando en lo que hablaste en la cabaña, sobre lo que deseabas ¿Lo recuerdas?

—Claro que lo recuerdo... pero ¿Qué hay con eso?

—Tú quieres sentir de nuevo ese calor de hogar, un calor que únicamente una familia puede dar —dice Elena.

—Eso es completamente imposible —digo —. Ya no es posible para mi —bajo la mirada —No tengo a nadie.

—En eso te estás equivocando, muchacho —dice Damon.

Levanto la mirada.

—¿Qué? No lo entiendo.

—Leo —Elena acerca su silla a mi lugar y toma mis manos —. No estás solo, no tiene que estarlo.

—Sigo sin entender.

—Damon y yo hemos hablado, y ambos estamos de acuerdo con esto.

—¿Con qué?

—Leo, queremos que seas parte de nuestras vidas.

—¿Qué dice?

—Queremos darte una familia —dice el hermano de Stefan —. Te lo mereces.

—Señores...

—Queremos ser tus padres, cariño —dice Elena —. Queremos adoptarte.

¿De verdad dijeron qué quieren ser mis padres?

—¿De verdad? —mi voz se comienza a romper.

—Jamás tomaremos el lugar de tus verdaderos padres, pero queremos estar ahí para ti siempre.

—Elena...

—Podrías ser un buen Salvatore, Leo —dice Damon —. Piénsalo, está escuela merece tener a alguien con el apellido de la misma en sus pasillos.

—Yo...—un nudo se forma en mi garganta —. No sé que decir... 

—Te hemos tomado mucho cariño, Leo —dice la doctora Salvatore.

Siempre pensé que no tendría la oportunidad de volverme a sentir querido por alguien, pensé que no tendría la oportunidad de tener una familia.

—Damon... Elena —mis ojos se llenan de lagrimas.

—¿Qué dices Leo? —pregunta el oji-azul —¿Nos aceptas? ¿Aceptas convertirte en Leo Salvatore?

—Leo Salvatore...

—No te vamos a presionar cariño, queremos que tú tomes la decisión —dice Elena.

—De verdad que ustedes son unos ángeles —digo —. No tengo palabras para expresar lo que siento en estos momentos.

Elena limpia las lagrimas que bajan por mis mejillas.

—¿Nos aceptas Leo? —pregunta ella.

—Si...—sonrió —. Claro que si —digo emocionado.

Ambos sonrién.

No aguanto más y voy hacia Elena para abrazarla y comenzar a llorar en sus brazos.

Muchas veces lloré por dolor, por perdidas. Pero está vez es totalmente diferente, lloro por una completa felicidad. Una que no puedo contener.

—Muchas gracias.

Elena acaricia mi cabello.

—No tienes nada que agradecer.

Me separo de ella, voy hacia Damon y hago exactamente lo mismo.

—Bienvenido a la familia... Leo Salvatore.

—Muchas gracias, de verdad... gracias —le digo.


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