Capítulo 9

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—¿Por qué no me dijeron nada en cuánto todo esto comenzó? —Alaric cruza sus brazos de forma molesta.

—Lo sentimos doctor Saltzman —MG baja la cabeza.

—¿Lizzie sabe sobre el cuerpo?

—No, su hija no sabe nada. Creemos que es mejor que no lo sepa —respondo —. Ella posiblemente pueda liberarlo. Creemos que puede llegar a ser peligroso para todos y para ella misma.

Alaric suelta un suspiro.

—¿Qué vamos a hacer? —cuestiona el vampiro moreno —. No lo podemos dejar allá abajo siempre.

—No lo sé aún —contesta el director —.¿Dijeron qué se llama Sebastian?

—Si, ese es su nombre —respondo.

—Bien... en lo que encuentro una solución tienen estrictamente prohibido bajar al sótano ustedes dos. No le dirán a nadie sobre esto, especialmente a Elizabeth ¿Les quedó claro? —ambos asentimos con la cabeza sin decir una sola palabra —. Por mi experiencia sé que si un vampiro se encuentra disecado en una ataúd no es por ser un santo. Es peligroso. No quiero que salgan heridos —desvía la mirada hacia mi solamente —Especialmente tú Leo.

—No se preocupe doctor Saltzman. No iremos al sótano —le dice MG.

—Vayan a sus habitaciones. Es tarde ya.

Volvemos a asentir y los dos caminamos hacia la salida de la oficina. La abandonamos y comenzamos a avanzar hacia las escaleras de la escuela.

—¿Qué crees qué hará el director? —le pregunto a Milton.

—No lo sé. Pero cualquier decisión que tome llegará a ser lo mejor para todos nosotros —contesta él —. Sebastian puede llegar a ser un peligro el cuál no necesitamos en estos momentos. Ya tenemos mucho en las manos.

—¿Qué quieres decir con eso?

—No me hagas caso.

—¿Milton qué está pasando?

—Nada, te dije que no me hicieras caso —responde el vampiro —. Nos vemos después amigo —apresura sus pasos y se va del pasillo con su velocidad sobrenatural.

¿Qué carajos fue todo eso? ¿Acaso está pasando algo más que lo de Sebastian?

Milton estaba actuando algo raro.

Llego a las escaleras, las subo todas y camino directamente hacia mi habitación.

Ya en el lugar me quito mi chaqueta, la arrojo hacia la cama y voy hacia el balcón.

Salgo y concentro mi mirada en la luna plateada.

No dejo de pensar en la solución que tomara Alaric respecto a Sebastian.

¿Por qué me preocupa demasiado?

Tal cómo el director dijo hace un momento, si un vampiro está en una ataúd disecado no es por que es un santo. Algo malo debió de haber hecho para haber terminado así.

Algo muy malo.

No es mi problema... tengo que dejar de pensar en él.

Llevo mi mano derecha hacia mi rostro y suelto un suspiro.

—Tienes que sacarlo de tú mente Leo —me digo y retiro mi mano —. No es tú problema.

—No puedes hacerlo —la voz de Sebastian se escucha a mis espaldas.

Me doy la vuelta y me encuentro con el vampiro de frente.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Quería verte.

—Tienes que desaparecer Sebastian. No te puedo liberar. No si no eres completamente sincero conmigo. Necesito que me digas que no eres un peligro.

Él vampiro se me acerca más.

—¿Crees qué soy un peligro? —cuestiona algo cerca de mi rostro.

Lo miro fijamente a los ojos.

—No basta con que lo crea. Necesito que tú lo digas Sebastian —respondo —. Necesito que me digas que... puedo confiar en ti. Necesito que me digas la verdad, por favor.

—Leo...

—Si quieres ayuda, sé sincero ¿Eres un peligro?

—Mi naturaleza hace años era... complicada.

—¿Complicada?

—Antes de ser encerrado... yo atemorice a una colonia en una isla llamada Roanoke. Hice cosas... horribles.

—Entonces eres lo que Milton y el director dicen, un peligro para la escuela Salvatore. Un peligro para todos los que viven aquí. Hiciste cosas horribles y... pagaste por tus pecados.

—Si, creo que lo hice.

—No puedo ayudarte Sebastian. No puedo hacerlo, lo siento mucho. No puedo liberarte y poner en peligro a todos.

—Comprendo tus temores Leo, en verdad que lo hago —dice el vampiro de ojos azules —. No niego que soy inestable, que podría beber la sangre de todos los habitantes de esté lugar, incluso la de Elizabeth. Pero...

—¿Pero?

—No podría tomar la tuya. No podría ni siquiera tocar uno solo de tus cabellos.

Miro con confusión al chupa sangre.

—¿Por qué? ¿Por qué no me harías daño?

—No lo sé. Solo sé que no podría —responde —. Tal vez por que... me identifico contigo. Ambos hemos sufrido demasiado. Aún veo esa pena intensa en tus ojos Leo. Y pienso que no mereces sufrir más de lo que ya lo has hecho. Tenemos una conexión.

—¿Conexión?

Él asiente sin responder.

—Sé bien que no me ayudarás. Y te comprendo, solo tengo una petición.

—¿Cuál es? —le pregunto.

—Que el tiempo que me quedé de fuerza para presentarme ante ti me soportes —dice Sebastian —. Quiero continuar con estas pequeñas visitas —lleva su mano izquierda hacia mi mejilla —¿Puedo? Prometo no ser demasiado molesto.

De nuevo me siento raro, igual a cómo me sentía en el sótano.

—¿Y Elizabeth?

—Ella... ya no es de mi interés.

—Sonaste cruel.

—Quiero comenzar a ser sincero contigo.

—Sebastian...

—¿Puedo continuar viéndote Leo?

—Puedes hacerlo —contesto y una sonrisa se forma en el rostro del oji-azul.

—Gracias —se aleja de mi —. Entonces... nos veremos después, pequeño Leo.

Él se retira de la habitación con su velocidad de vampiro.

—Carajo...—llevo mi mano izquierda hacia la parte en la que está mi corazón —. De nuevo está cómo loco —murmuro —Tienes que calmarte Leo... tienes que hacerlo —suelto un suspiro.

🌹

Aquí tienen otro capítulo 😀

¿Qué les ha parecido?

¿Qué opinión tiene sobre estos dos?

Me encantaría mucho leer sus comentarios.



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