Capítulo 20

739 74 0
                                    

Escuché de nuevo a Nix entrar por mi ventana, deja una nueva carta pero ya ni siquiera tenía fuerzas para sostenerla. El dolor en mi cuerpo era inmenso al igual que el hambre y la sed. Apenas me habían dado de comer y beber, me sentía como si fuera a morir en cualquier momento, pero... dadas las circunstancias, esa sería una gran idea.
Hace ya un mes y medio que había dejado de responder las cartas de Draco, cada vez llegaban menos. La última que habia leído era de él preguntándome porqué no respondía a sus cartas. Si supiera en las condiciones que me encontraba ahora mismo estaba segura de que no dudaría en venir a sacarme de aquí.

Levanté la mirada hacia mi mesa en donde tengo pergaminos y pluma. Me arrastré hacia allí, apenas podía moverme. Intenté alcanzar alguna de ellas, aunque fuese la pluma, pero no podía. Me mantuve tumbada en el suelo sin poder moverme ya, estaba agotada. Sin embargo, la pluma y pergaminos caen a un lado, Nix baja y se para frente a mí. Sonreí e intenté acariciarla pero apenas conseguí tocar sus patas. Agarré la pluma y la presioné contra el pergamino, no podía deslizarla... no podía levantar siquiera la pluma, apenas pude trazar rayones que conseguía verse como una "Ayud..." sin más.

-Mhg... -me retorcí adolorida y esquipí algo de sangre que no alcancé a apartar para que no cayera sobre el pergamino-. Mierda...

Miré el pergamino manchado, ya no servía para nada pero entonces Nix lo agarra y se lo lleva antes de que pudiera detenerla. Volví a acostarme sobre el suelo, supongo que me había desmayado de nuevo. Lo he hecho muy seguido en este mes, ya ni siquiera sabía cuántas veces me había desmayado ni por cuanto tiempo.
Todo lo que supe, es que al creerme despierta, sentí unos roces suaves contra mi mejilla, apartando los mechones de cabello de mi rostro. Pero eso era imposible, nadie en esta casa tendría tanto cuidado conmigo.

Si tuviera la fuerza y la valentía suficiente habría enfrentado a mi padre. No hay día en el que no me reproche mi debilidad, no hay segundo en el que no piense en que si fuera más fuerte conseguiría librarme de esto.

-¿Qué te han hecho? -escuché una voz molesta... mejor dicho, furiosa-. Ya verán, se lo diré a mi padre y él se encargará de hacer que paguen por esto.

-Draco... -solté en un murmullo al reconocer la frase de mi hurón, su voz había cambiado, ahora era más varonil ¿o era mi imaginación?

-Aquí estoy, princesa -me tomó entre sus brazos y me cargó con cuidado-. Joder, te han destruído... pero no te preocupes, me haré cargo de ti.

-N..No... No puedo irme -intenté decir pero comencé a toser, cubrí mi boca para no mancharlo a él-. No puedo hacerlo...

-¿Por qué? Te juro que yo me aseguraré de que todo salga bien para ti.

Negué con la cabeza y acaricié su mejilla con suavidad, se sentía tan cálido por la sangre que recorre sus venas.

-Si ellos descubren que me he ido harán todo lo que sea posible para encontrarme y si lo hacen será de lo peor. Nunca volvería a verte y... ese es mi mayor temor.

-Pero...

-Por favor, no debí dejar que Nix se llevara esa carta, no debí preocuparte.

-¿Preocuparme? Esto es mucho peor que eso. No solo estoy preocupado por ti, estoy aterrado... -admitió de golpe.

-¿D..Draco Malfoy aterrado? -sonreí incrédula-. Eso sí no me lo creo.

-Déjame ayudarte.

-No... No puedo arriesgarme a ya no verte nunca más -suspiré-. Pero me alegra saber que has venido a por mí. Pero por favor.... vete ya. Olvida lo que viste.

Al abrir los ojos de nuevo noté que seguía en mi habitación, miré a todos lados, todo estaba en el mismo lugar. ¿Lo había soñado?
Me sostuve la cabeza con dolor, quizás ya me estaba volviendo loca después de tantos cruciatus por parte de mi padre.
Justo en ese momento la puerta se abre y entra aquel señor seguido de los elfos domésticos.

-Tienes suerte, hoy termina tu castigo. Podrás comer y beber todo lo que quieras, asegúrate de recuperarte bien para el inicio de clases. Pero te advierto una cosa... vuelves a intentar rebelarte y te sacaré de esa escuela, te traeré aquí y cada día, por el resto de tu vida, te haré vivir un infierno.

Mi padre me mira con desprecio antes de irse y dejarme con los elfos que me daban de comer. Finalmente podía llenar mi estómago, estaba tan desesperada que por eso mismo me atraganté un par de veces. De todas formas los elfos fueron de ayuda para pasar la comida en todos estos días hasta que pude hacerlo por mi cuenta.

Volví a ganar peso poco a poco, el resto de semanas que me quedaban en casa me las pasé preparándome para regresar a la escuela ya perfectamente saludable, pues no quería preocupar a nadie. Pero a la vez... estas vacaciones me hicieron pensar demasiado en la elección del sombrero en mi primer año. Aún no comprendo, ¿qué tengo yo que grite Slytherin? ¿Sangre pura? ¿Eso es todo?

Negué con la cabeza y me puse a hacer ejercicio luego de haber comido lo suficiente para hoy. Recuperar mi figura es mi meta en este momento, pues así nadie sabrá lo que pasó.

PRINCESA DE SLYTHERINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora