Una familiar melodía me sacó de mi profundo sueño, «Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz...» sonaba.
Apagué el despertador cortando la canción y el silencio se propagó de nuevo por la oscura habitación, normalmente habría sido mi madre la que me hubiera despertado cantando esa odiosa canción con una tarta casera iluminada por una vela.
Pero aquel año nadie entraría por la puerta de mi cuarto cantando con un pastel, así que el día anterior había puesto esa canción de despertador y me había comprado mi propio pastel.
Me levanté arrastrando los pies hasta la cocina y abrí la nevera, la intensa luz del aparato me cegó unos instantes, una vez que me acostumbré saqué la tarta y la coloqué sobre la encimera.
Había comprado una vela con el número 21 el día anterior, la clavé sobre la superficie del pastel, saqué un paquete de cerillas y encendí una iluminando débilmente la cocina, pasé el fuego a la vela que se prendió con fuerza.
—Feliz cumpleaños —me dije.
Soplé y la cocina volvió a quedarse oscuras, el olor a quemado se esparció por la sala. Amaba ese olor.
Encendí la luz y me serví un trozo del pastel, no era como el que me preparaba mi madre pero igualmente estaba rico.
Decidí poner un poco de música para alegrar el ambiente, volví a mi cuarto y agarré mi móvil, eran las 6:28 y ya tenía mensajes de gente felicitándome, aquello me animó bastante.
Alioli, Gabi, mi madre y su marido, un par de amigos de mi antiguo barrio y algunos familiares. Todos ellos me habían mandado algún mensaje felicitándome, deseándome un buen día y mandándome buenos deseos, a todos les respondí con un sincero gracias.
Pero no había ni rastro de Theo, quizás se le había olvidado ya que le había avisado solo unos pocos días atrás, o quizás se había ido con prisas a la universidad, fuera cual fuera la razón no pude evitar sentirme un poco desanimada.
Descorrí la persiana y abrí la ventana para que se airease el cuarto, la luz de la última hora de la noche llenó toda la habitación, de todos modos no era suficiente luz así que encendí la lámpara del techo.
Fue entonces cuando vi un sobre tirado en el suelo junto a la puerta de salida.
"Theo" pensé.
Me agaché para recogerlo, había algo escrito en él: «Feliz cumpleaños, Evie» En efecto, reconocí su escritura al instante, di un pequeño salto y me senté sonriendo en mi cama mientras lo abría.
Saqué una tarjeta como las que colgaban en mi pared, había pasado bastante tiempo desde la última vez que Theo me hacía una de estas.
Saqué el grueso papel del sobre y observé el dibujo, me hizo ilusión ver que aquella flor sí que la reconocía, era un tulipán y estaba pintado de amarillo, giré la tarjeta.
«Tulipán amarillo»
«Esta es la flor perfecta para representar la felicidad, la alegría y la calided.»
«También suelen relacionarse con la amistad y con las relaciones transparentes y duraderas.»
«Feliz cumpleaños, Evie.»
Solté una carcajada al ver que la palabra amistad estaba subrayada, con una gran sonrisa la colgué junto a las otras tarjetas.
Aquel pequeño detalle me había dado el pequeño empujón que necesitaba para no empezar el día cabizbaja. Di un pequeño respingo al recordar que tenía que ir a trabajar, me aseé, agarré todas mis cosas y me fui casi corriendo.
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Gracias estúpido universo
Teen FictionEvie pensó que su nueva vida sería tranquila. Creía que mudarse sola y empezar de cero sería la mejor solución para gestionar sus preocupaciones. Grave error. Según ella, el universo no paraba de mandarle problemas. Lo que no esperaba es que también...