54. Doble fracaso

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Nos paramos en seco nada más llegamos a su coche.

—¿Qué te parece? —quiso saber Olivia.

—Pues...

Observé con detenimiento el vehículo que tenía enfrente, las ganas de salir huyendo se acumularon en mi estómago, aquello era un montón de chatarra. Alioli debió ver el miedo reflejado en mi cara porque soltó un quejido.

—Esto es todo lo que he podido conseguir con mis ahorros, ya sé que parece viejo, pero tampoco está en tan malas condiciones.

Para corroborar su punto le dio un golpe al coche, sorprendentemente no se derrumbó, todo siguió en su sitio.

—¿Veis? En perfecto estado.

Mi mejor amiga rodeó al coche para situarse en el asiento del conductor, al ver que seguíamos quietos nos hizo un gesto impaciente.

—Venga, arriba.

Vacilantes cada uno se montó en el coche despacio y con cuidado, como si se tratara de un vehículo de cristal, yo me coloqué en el asiento del copiloto, Jun detrás mía y Agatha detrás de Olivia. Eché un vistazo al interior, la tela del techo estaba desprendida en varias zonas y lo habían intentado arreglar usando chinchetas, también faltaban varios botones de la radio y el copiloto no tenía visera parasol, parecía que la habían quitado o arrancado.

Alioli puso el coche en marcha, aunque tuvo que girar la llave varias veces para que el motor se encendiera. Al escuchar el rugido me cercioré de que el cinturón estaba bien abrochado y no se iba a soltar con un tirón brusco. Olivia vio lo que había hecho y me dedicó una mirada llena de indignación con el ceño fruncido.

—Es solo por precaución.

Mi amiga entrecerró los ojos desafiante, cómo si todos estuviéramos poniendo en duda su habilidad para conducir y la firmeza de su coche, cosa que era verdad. Acto seguido me sonrió maliciosamente y puso la vista al frente.

—Muy bien, ¡en marcha!

Por un instante estuve tentada de rezarle al universo para que nos protegiera.

—Ve con cuidado.

—Que sí... —Alioli pareció no darle importancia a mi indicación—. Tú relájate y disfruta el paseo.

Relajarme, se me hacía muy difícil relajarme en un coche que podría partirse por la mitad en cualquier instante.

El vehículo comenzó a moverse, rápidamente llevé mi mano al asa de la puerta y me agarré con fuerza. Para mi sorpresa Alioli salió del aparcamiento bastante bien, no golpeó a ningún otro coche aparcado a pesar de que en ocasiones pasaba peligrosamente cerca de ellos. Todo parecía ir bien por carretera hasta que Olivia entró en una rotonda, la manera en la que giraba el volante era un poco.., extrema. Mi cuerpo se vio empujado con agresividad hacia la derecha debido a la fuerza del giro, tuve la sensación de que el coche podría volcarse en cualquier instante.

—¿Puedo bajar la ventanilla? —preguntó Agatha nada más abandonamos la glorieta.

—No se pueden bajar —respondió Alioli riendo, —están rotas.

Genial. No me sorprendería si de repente el techo se desprendía del coche. Solté un suspiro notando como mi estómago se encogía al ver otra rotonda al frente.

—¿Y la radio? ¿Funciona? —cuestionó Jun detrás mía.

—Ah, eso sí, —mi mejor amiga le echó un vistazo rápido a través del espejo retrovisor, —más o menos.

—¿Más o menos?

—No se puede cambiar el volumen, pero funciona. Evie, enciéndela si quieres.

Observé los botones indecisa, por suerte el de encendido estaba en buenas condiciones, pero, ¿y si al pulsarlo explotaba el coche o algo parecido? Ya me esperaba cualquier cosa, por muy irreal que fuera.

Gracias estúpido universoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora