37. Despedida en familia

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Llegamos al portal justo cuando apenas quedaban unos minutos de sol, subimos las escaleras, saqué las llaves y antes de abrir la puerta, me giré hacia él.

—¿No te vas con tu familia? —le pregunté al ver que me seguía hasta mi casa.

—Prefiero estar contigo.

Abrí la puerta sintiendo un déjà vu y dejé que mi vecino pasara, después cerré y me dirigí a mi cuarto, Theo ya se había tirado en el suelo y llamaba a Coliflor para que jugara con él.

—¿Qué ropa me pongo? —le cuestioné abriendo mi armario.

—Con cualquier cosa estás guapa.

—Gracias pero eso no me ayuda.

Tras meditarlo unos minutos decidí ponerme unos shorts y una blusa de hombros descubiertos, agarré las prendas y me dirigí al baño.

—¿Te vas al baño a cambiarte?

—¡P-por supuesto!

Theo sacó su labio inferior como gesto de tristeza, colorada le ignoré y me encerré en el baño, en apenas unos momentos salí cambiada.

—Ya estoy —le indiqué dando una vuelta para que viera mi outfit.

Él seguía con cara larga, se levantó del suelo y caminó hacia mí, imaginé que era una señal para que nos fueramos a su casa, pero me detuvo aprisionándome contra la pared del pasillo.

—¡¿Q-qué haces, idiota?! —le cuestioné agitada.

—Me debes tres besos —mencionó recordando lo que habíamos hablado con Clara.

—¡¿Tres?! ¡Ya te di uno!

—Pff, a eso no se le puede llamar beso, te lo voy a contar como medio beso. Me debes dos besos y medio.

¡¿Qué era esto?! ¡¿La mafia de los besos?!

Aunque ya éramos novios y nos habíamos besado varias veces, todavía se me aceleraba el pulso y me ponía nerviosa. Sin creerme del todo lo que iba a hacer y tragándome toda mi vergüenza, rodeé su cuello con mis brazos y uní nuestros labios, al principio Theo se mostró sorprendido pero instantáneamente me subió sobre su cuerpo haciendo que entrelazara mis piernas en su cadera. Sin despegarnos caminó hasta mi habitación, donde me depositó sobre la cama de manera un poco brusca, quedando él sobre mí.

Percibí como con una mano me desabrochaba el botón del short mientras la otra recorría mi estómago hacia arriba, fue entonces cuando entré en pánico. Me separé de él y me levanté de un salto mientras con la respiración agitada me volvía a abrochar el botón.

—¡¡E-e-espera!! ¡Espera! ¡No estoy preparada aún para dar ese paso! ¡Además no me parece que sea el momento, vamos a cenar con tu familia ahora!

Theo se sentó en el borde de la cama, tenía las orejas sutilmente coloradas y respiraba agitado. Pensé que quizás se enfadaría conmigo por no querer llegar a más de un beso, pero en cambio me sonrió de manera sincera y compresiva.

—Tranquila, no haremos nada si no estás preparada, lo último que quiero es que te veas forzada a hacer algo que no quieres.

—Gracias —dije un poco cortada.

—Quizás me he emocionado un poco con el beso...

—No pasa nada.

Me senté a su lado avergonzada, ninguno dijo nada durante unos minutos, el ambiente se puso un poco tenso.

—¿Vamos con tu familia? —pregunté para romper esa atmósfera.

—¡No! —exclamó mirándome. —Aún no... Estoy teniendo un problema.

Gracias estúpido universoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora