55. Despedidas y encuentros

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Escuchar el despertador fue uno de los momentos más agridulces de mi vida.

El horrible sonido me despertó sobresaltada, me incorporé para apagarlo mientras, con el dorso de la mano, me limpiaba un hilo de saliva que caía desde una de las comisuras de mi boca hasta la barbilla.

Por otro lado, una vez que mi móvil dejó de sonar, recordé por qué había puesto ese despertador y su significado, entonces una sonrisa se dibujó en mis labios y mi corazón empezó a latir emocionado.

Theo. En tan solo unas horas le vería.

Me puse en pie y subí la persiana de un tirón, todos mis amigos soltaron quejidos debido a la repentina luz, Agatha se tapó la cara con la almohada, Jun, todavía tumbado, se estiró haciendo que su cuerpo crujiera en diferentes partes, y Olivia se sentó en el borde de la cama aún medio dormida.

Rei ante su alborotado pelo, su pose encorvada y su rostro cansado, mi amiga abrió un ojo ligeramente y lo volvió a cerrar como si la luz del sol le quemara las pupilas. Volvió a intentarlo, esta vez consiguió mantener el ojo abierto a duras penas, me buscó como si no viera bien, una vez me localizó se dio cuenta de que la estaba observando y soltó una risita a la vez que se pasaba las manos por la cara.

—Buenos días —dijo con voz ronca.

—Buenos días.

Aún riéndose un poco avergonzada se levantó y se metió en el baño. Me quedé mirando la puerta por donde había desaparecido, me daba mucha lástima que después de tantos meses sin vernos solo hubiéramos podido estar unas pocas horas juntas, y la mayoría durmiendo. Quería estar más tiempo con ella, contarle con detalle todo lo que había vivido, enseñarle mis lugares favoritos de aquella ciudad, mostrarle la cafetería donde estaba trabajando actualmente, o simplemente no hacer nada, solo disfrutar de la compañía de la otra, como hacíamos cuando yo aún vivía en casa de mi madre.

Sin darme cuenta mis ojos se volvieron vidriosos al recordar todo lo que había vivido con Alioli y lo mucho que la quería, me limpié una lágrima traviesa rápidamente cuando Jun se puso en pie.

—¿Qué hora es?

—Las 06:04 de la mañana —contesté mirando la pantalla de mi móvil.

—Solo hemos dormido tres horas —se quejó sentándose sobre mi cama.

Asentí lentamente, esa noche habíamos estado tanto tiempo hablando que nos fuimos a dormir a las tres de la mañana.

Vi mi maleta a medio hacer tirada en una esquina de la habitación, mi vuelo salía a las doce de la mañana y todavía no sabía que me iba a llevar para ese fin de semana, aunque fueran solo dos días aún no me había decidido. Inhalé y exhalé, tal como me dijo Jade, antes de agobiarme tenía que organizarme.

—¿Queréis desayunar?

Caminé hasta la cocina pensando qué podría ofrecerles, apenas tenía cosas para mí así que las opciones eran muy limitadas. 

—¿Qué os parecen unas galletas de chocolate? 

Me giré a la vez que formulaba la pregunta, solté un grito al encontrarme a Agatha justo frente a mí, tenía cara de pocos amigos y parecía haber estado desaparecida durante días en un bosque.

—Que susto me has dado.

Mi amiga no dijo nada, solo me miraba como si quisiera arrancarme la lengua, tragué saliva ante su penetrante y seria mirada.

—¿Qué tal? ¿Has dormido bien?

—Sí —afirmó de manera cortante, me esquivó y entró en la cocina.

Gracias estúpido universoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora