IV

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-Te gustó, ¿verdad? -Preguntó por vez incontable.

-Te dije que te detuvieras.

-Oh, vamos. Ya han pasado días desde entonces y no has querido sacar el tema. Y eso que nos pusimos cursis en el sofá y tomamos helado.

-¿Te das cuenta de que quieres hablar de eso justo en el aeropuerto?

-Bueno, es que tampoco quisiste en casa -Refunfuñó, y justo cuando pensé que se callaría, volvió-. Exitarse y tener que cambiar tus bragas después de lo que viste en realidad es normal, ¿sabes? No tienes porqué avergonzarte. -Murmuró.

-Ya te dije por vez infinita que te detuvieras. -Regañé.

-¡¡Yo también me exité!! -Vocifera y por un momento me dan ganas de darle un golpe cuando veo que desconocidos se voltean a vernos raro, y no es para menos.

-¡¡Mariam, detente ya!! -Ella resopló y, en lugar de parecer tener 25, parecía tener 10; con sus brazos cruzados y toda la cosa.

Contuve una risita al ver su puchero y, frunciendo el ceño para fingir enfado, continué en la fila.

Nos íbamos a Sydney a visitar a los tíos de Mariam, aunque las fiestas en Sydney también tenían algo que ver. No me culpen a mí por ser fiestera, ¡culpen a Mariam por pensar de esa manera!

En realidad, nunca fui persona de salir a discotecas, bares o clubes, y mucho menos de ver shows de striptease o sexo en vivo. Todo esto lo hago por el poder de persuasión que tiene Mariam. Era tan inocente antes de caer en sus manos.

Pero me he dado cuenta de que tiene razón. Mis libros estaban escritos desde mi inocencia, sin tener mucho conocimiento sobre el mundo erótico. Ahora, gracias a ella, sé que puedo hacerlo mejor.

-Oye, ¿en verdad no me piensas contar?

Suspiro y miro a la chica que está sentada perezosamente en el asiento del avión. Terminé de acomodar las maletas y me desplomo a su lado. Ella sonríe ampliamente, consciente de que finalmente me he rendido y estoy a punto de contarle.

-Bien -Organizo mis pensamientos antes de hablar-. Si, me exité. Me gustó todo el espectáculo en sí. Como él la agarraba, la apretaba y la hacía suya. Me gustó su voz severa, sus órdenes, sus juegos... y su pene me impresionó mucho.

-Si, el dominante era muy sexy -Suspiró con anhelo-. Es normal que quieras follartelo. -La miré mal y se calló.

Hice un silencio donde recordé esa noche y suspiré para seguir hablando.

-Ese espectáculo despertó cosas en mi. No te confundas -Dije cuando vi que se emocionó-. Sigue sin irme el sadismo y el masoquismo; mucho menos me volví voyeurista¹, solo creo que no estaría mal experimentar algo parecido, nada más. -Ella celebró bajito y se carcajeó.

-Sabía que te gustaría todo ese rollo de la sumisión, ¡se te ve en la cara! -Rodé los ojos he ignoré su comentario porque al final no la iba a hacer cambiar de opinión.

-Bueno, ya está. Tema zanjado.

-Ok, ok. Pero esto me hace tener razón de nuevo -Levanté una ceja para mirarla-. Necesitas tener sexoooo. -Canturreó y le pegué en el hombro. Reímos por su movimiento de cejas exagerado y finalmente concluimos con el tema tabú.

Al bajar del avión, su tía nos recibió.

La señora Lauren es la esposa del hermano del padre de Mariam... su tía política, para resumir. Es una mujer hermosa. Tiene cortos cabellos rubios ondeados y ojos claros. Es esbelta e inteligente. Y es el ejemplo a seguir de Mariam.

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