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-Aún no entiendo porqué te mudaste a Melbourne.

Era el tercer día en la casa de los tíos de Mariam y la convivencia había sido agradable hasta ese momento. En particular, resultaba interesante observar cómo Hansel y Mariam se encontraban pero decidían ignorarse mutuamente.

Originalmente, me imaginé que pasarían la mayor parte del tiempo discutiendo, pero fue totalmente diferente. Optaron por ignorarse completamente, tratando al otro como si no existiera en absoluto. Sin embargo, sus tíos parecían estar muy conscientes de esta dinámica y se esforzaron al máximo para hacer que los momentos juntos fueran agradables, a pesar de lo difícil que podría resultar

A veces, no sé si fue por suerte o desgracia, me di cuenta de que Hansel no era exactamente como lo imaginaba. Resultó ser un chico sumamente agradable y divertido. Casi siempre tenía una historia graciosa para compartir, y para mi sorpresa, también era un poco cohibido.

-No quería seguir siendo una carga para mis tíos.

-¿Pero tenías que mudarte tan lejos? Ahora te echan de menos.

-Si me quedaba cerca no sería mucha la diferencia. Ya era hora de que me volviera independiente.

-Lo sé.

En el pasado, la mayoría de mis conversaciones con Mariam giraban en torno a su deseo de independizarse y vivir sola. No era porque no se sintiera amada en casa de sus tíos, sino debido a su creencia errónea de que seguía siendo una carga para ellos.

Es cierto que el señor Bradth sacrificó muchas cosas para cuidar de ella, pero yo sé que nunca la consideró como una carga. Bradth es un hombre amable y afectuoso que siempre deseó lo mejor para Mariam y se esforzó por brindarle todo lo que pudiera.

Sé que ella lo sabe, así como también sé que se siente culpable.

-¿Todavía recuerdas el apartamento donde solías vivir aquí, en Sydney?

-Sí. Teníamos que dormir juntas, como ahora, cuando me venías a visitar.

-Sí -Sonreí-. También recuerdo que eras mucho más tranquila que ahora.

-Cosas de la edad. -Bromea.

Unos golpes en la puerta de la habitación interrumpen nuestra conversación y por ella se asoma la rubia cabellera de Lauren.

-Hola chicas.

-Hola Lauren. -Ella entró y se detuvo frente a la cama.

-Quería decirles que Bradht y yo vamos a salir. No creo que nos tome mucho tiempo. Estaremos aquí para las 10.

-No te preocupes, estaremos bien -Le sonríe Mariam-. Vayan a divertirse.

-Hay de todo en la nevera. Nada de salir de casa a estas horas -Mi amiga resopla y susurra un "injusto", siguiéndole el juego a Lauren y comportándose como una adolescente-. Y de más está decir cómo deben tratar a Hansel.

-Con tal de verlo lo menos posible, no saldré de la habitación.

-Mejor -Afirma Lauren, regresando a la puerta-. Nos vemos más tarde.

-Hasta luego. -Me despido y cierra detrás de ella.

Mariam y yo seguimos hablando un rato más hasta que nos apeteció comer fruta. Mi amiga estaba decidida a no salir de las cuatro paredes de su habitación, así que me tocó a mí salir por ella.

Cuando llegué a la cocina, me encontré a Hansel al otro lado del mesón; aparentemente, también le apetecía fruta. Tarareaba una canción mientras cortaba las manzanas para ponerlas en un tazón junto a uvas y peras.

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