Jeon Woo Jung Sung Kook heredero de la dinastía Jeon es contenido en un joyero por la hechicera del templo cuidándolo así de los soldados japoneses que atacaron el templo una noche y cada cierto tiempo -bajo ciertas condiciones - es liberado del joy...
Los cabellos lisos de NaeMi cubrían su espalda desnuda y esta era rodeada por los brazos del joven Jeon, quien con fuerza la acercaba a su cuerpo. Ella ni es su mejor época de novios había vivido algo así, estaba feliz de abrir sus ojos esa mañana y encontrarse desnuda con su cuerpo ajustado al cálido pecho de aquel hombre.
—¿Qué quieres hacer hoy?— besó la piel tersa del pecho del muchacho casi carente de vello.
—Podemos quedarnos aqui abrazados un momento más— besó la coronilla de la muchacha.
—¿Me cumplirías un deseo?
—El que quieras— se apartó él para mirar su rostro, ella lucia bastante despierta entre sus brazos.
—Quiero un café con un top de frambuesa— sonrió de forma infantil —¡Muero de hambre!— se estiró pidiendo espacio entre sus cuerpos sentándose en la cama.
—Perfecto, que sean dos cafés y tops de frambuesa— chasqueó los dedos haciendo que el aroma de los alimentos abundara de forma exquisita en el lugar.
—¡Amo esto con locura!— gimió al darle un sorbo al café y sostenerlo en sus manos.
JungKook hizo lo mismo y pensaba en que momento seria perfecto mencionar lo que la anciana de la playa le había dicho aquella tarde. Él realmente quería respuestas y además quería saber con certeza que es lo que debía hacer para dejar de ser absorbido por la magia del joyero.
—Ayer en la playa... ¿Esa mujer te dijo algo?— NaeMi lo miró de costado acomodando la sábana para cubrir sus senos.
—Sí —dejó su café a un costado —Ella sabía de mi y de ti...
—Siento que a esa mujer la he visto antes— pensó ella buscando en su memoria —Recuerdo que una vez con mis padres vinimos a Busan de vacaciones y una mujer se acercó a mi luego de que saliera del museo, yo tenia unos 15 años seguramente y me dijo muchas cosas que no logro recordar...
—Me dijo algo de un cuaderno que cuidabas mucho— JungKook pensó de forma automática en la imagen del joyero.
NaeMi detuvo su respiración, se sintió paralizada por unos segundos y luego volvió a respirar, volvió a pensar y su piel se erizó. Ella solo le había mostrado sus dibujos a una persona y esa persona era su psicóloga.
—¿Te dijo su nombre?— preguntó por curiosidad
—¿Soo Ji?— respondió algo confundido y NaeMi guardó silencio.
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La puerta del apartamento sonó, el timbre que habían colocado había sido mucho más útil que tocar con los nudillos la madera y NaeMi se levantó de la cama tomando la camiseta de JungKook y sus pantaletas.
—No salgas— se giró al llegar al umbral de la puerta de la habitación haciéndole una señal con la mano.
NaeMi cruzó el living para llegar a la puerta sintiendo su corazón brincar y dió un vuelco al ver ese rostro tras el marco de la puerta.
