AlyraLos baños de este sitio no se que tienen pero son súper cómodos y si por mi fuera me podría quedar todo el viaje aquí. Sin embargo está no es la parte divertida del viaje.
Me pongo un vestido corto blanco con un estampado de color azul. Calzo unos tacones y una carta se desliza por mi puerta, cuando termino con mis tacones, recojo la carta del suelo y abro el sello de lacre.
"Con gusto si me permite desayunar con usted".
La forma de las palabras son iguales a las cartas posteriores. Supongo que hoy averiguaré quién es el que me está enviando cartas secretas.
La hora que estipula es dentro de una hora. Así que como me he despertado de buen humor, me dirijo a pasear un poco por el parque interior del crucero. Las plantas son reales y las flores desprenden un olor que atrapa.
Me fijo en las personas sonrientes que pasean junto a mi y a los que corren por la mañana. A pesar de ser las nueve de la mañana la gente está muy animada. El purgatorio es tan grande que al principio me pierdo.
Salgo del parque y paseo por la parte posterior del purgatorio. Encuentro el cine y una sala que está cerrada. La curiosidad me llama y fuerzo la cerradura, entro y una pista de hielo aparece frente a mí, una pista grande y brillante con asientos a su alrededor. Detrás de esta una tarima casi tan grande que la pista.
Salgo rápido cuando escucho voces. Me dejo de exploraciones y busco el restaurante donde el desconocido que me envía cartas me espera. Me siento, el reloj de la pared ya casi da la hora de la cita, cojo asiento en una mesa al lado del ventanal, me muestra las maravillosas vistas.
El restaurante no deja atrás la decoración que caracteriza el barco, las mesas son de cristal y las sillas parecen tronos de cristal. Me vuelvo a fijar en el ventanal y sigo las siluetas de las olas.
—Alyra— esa voz otra vez, que raya la frialdad, pero que estoy segura que tiene esa pequeña sonrisa de suspicacia.
—Por fin se ha resuelto el misterio— giro mi rostro para fijarme en sus rasgos y como había predicho ahí estan esas comisuras un poco hacia arriba— Me estaba empezando a aburrir.
—Pensaba que le gustaban los juegos— coge asiento frente a mí y levanta la mano para que le pidan su comanda, no tardan en llegar— Para mí un café solo y un trozo de pastel.
—Para mí lo mismo, pero en vez de café, leche y cacao dulce— asienten y se van de forma tan servicial como vinieron.
—Sí no es de muy mala educación, puedo decirle que se ve preciosa hoy— analizo sus ojos y no veo mentiras— Bueno y ayer, pero me sorprendió verla con ese vestido.
—Era muy bonito para no ponérselo, muy tarde me di cuenta que era su pareja— pero su compañía me agradó.
La comida no tarda en llegar, y sus ojos me recorren la cara, le miro a los ojos y sonrío de la misma forma que lo hace conmigo. Parece que se deja llevar por sus pensamientos, mientras yo como un poco de la riquísima tarta.
—¿Se lo pasa bien?— asiento— Sí hay algo que quiera cambiar dígamelo— su mirada parece decidida.
—Lo haré, aún que todo esté más que perfecto, sería por puro egoísmo pedirle cualquier tontería.
—Egoísmo —parece que pronuncia más esa palabra para sí mismo que para mí— Parece que sabe bien qué significa esa palabra.
—Sí, y parece que usted también sabe que implica esa palabra— mira mis labios y se demora en ellos, mi espalda se tensa.
—Sí me permite— vuelve a decirlo de forma fría, pero sus gestos indican lo contrario, me confunde, no puedo leerlo como todos los demás. Sus dedos recogen un poco de crema en la comisura de mis labios y se mete el pulgar con crema a su boca.
—¿Esto sería un gesto egoísta?— la pregunta escapa de mis labios, ya que mi mente no puede contenerlo. Se acerca a mí oído antes de responder.
—Egoísta sería si yo ahora le robara un beso— se aleja poco a poco y mis ojos traicioneros se posan en sus labios.
—Espero que no lo haga— mi respuesta lo deja anonadado y parece que intrigado.
Intenta decir algo, pero los gritos por todos lados en busca del capitán hacen que me fije en él y el montón de tripulantes que gritan y corren por él.
—Hay un muerto— la cara de lo que supongo es horror y miedo, hace que el capitán trague grueso y mira al segundo capitán al mando— El sastre ha muerto, hay sangre por todos lados yo…Aidan…
No lo deja terminar y corre para llegar a la guarida del sastre yo voy detrás con la misma prisa. Hay algunos pasajeros que se van corriendo y varios tripulantes. No me muevo de su lado y miro la escena del crimen.
El capitán mira todo con detenimiento recorre todo el establecimiento con ojos calculadores. Como si fuera un asesino, si fuera un asesino que haría, sus ojos chocan con los míos que estaban analizando lo que miraba.
—Lo mejor es que todo los pasajeros no se enteren y los que lo sepan, explicarles que el culpable ha sido cogido— manda a un trabajador que corre para acatar la orden.
—Aunque sea mentira— mi voz rompe el silencio sepulcral que se había formado tras su orden
—Si no quieres que todo el mundo entre en pánico en estos momentos lo mejor es mentir.
Asiento y me vuelvo a quedar callada detallando esta vez por mi misma la escena como si fuera un policía. Me fijo en su cuerpo retorcido y la puerta abierta tras él.
—No creo que está escena sea de su agrado señorita Alyra— su palma se posa en la parte baja de mi espalda— Si quiere, la puedo acompañar— niego y me alejo para que su palma deje de tocar mi espalda.
—No, tiene mucho trabajo aquí, sé el camino así que iré sola— asiente no muy convencido y me empiezo alejar dejando la escena atrás.
Paseo por la parte de Heaven pensando otra vez en la escena. Hasta que mi atención se posa en el mini golf en el que están jugando, también en la zona de surf.
Me dirijo a mi habitación para descansar un poco todo esto me ha dejado un poco tensa. Sin embargo, todo esto me excita de una forma muy peculiar. Cojo un sobre y un folio amarillento y escribo una carta para el capitán Sebastián. Pensaba que no usaría la tontería de las cartas, pero aquí estoy intrigada por lo que piensa Sebastián de todo esto.
Redacto la carta, directa y fría, como es él. La pongo en el sobre, escribo el destinatario y pongo el señor que representa mi habitación, las flores. Un trabajador pasa por mi pasillo y se lo doy.
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Crucero Sebican
Romance¿Quien no le gustaría un crucero por Europa o el Mar Atlántico incluso por el Mediterráneo? Sientes tantas ganas por que empiecen las vacaciones de verano, que ni si quiera piensas en nada más que en aboradar ese maldito crucero y disfrutar. Crucer...