Al principio frunce el ceño, así que le vuelvo a repetir la pregunta con más insistencia.
—¿Puedo dormir en tu habitación?— luego muestra una sonrisa de oreja a oreja— Olvidalo, duermo con Nala.
Me giro para tumbarme en la cama, pero su mano en mi codo llega antes y me para al momento.
—Claro que puede, señorita Alyra— su señorita hace que sonría— Solo que me sorprende que necesite algo de mí que no sea divertirse a mi costa. Ser su bufón me molesta.
—A mi me gustan los bufones— paso muy cerca de su rostro y sigo de largo para salir de mi habitación— Vendré a primera hora de la mañana para recoger mi ropa.
—No creo que se levanten hasta pasadas las tres de la tarde— resopla Tony, no sé cómo puede agradarle los que llama él "amigos", para tener amigos como ellos, prefiero quedarme sola.
—Lo mejor es que recojas tus cosas ahora— me explica Sebastián.
Asiento y me voy al armario, mi camisón está roto, así que cojo un bolso y meto un pantalón de seda y una tirantas. Las bragas finas que tenía la perra de Nala las meto en el bolso y meto un mono negro para mañana.
Sebastián me espera afuera de mi habitación y me coge el bolso cuando salgo. Volvemos a su habitación, no me disgusta la idea de dormir en su habitación, me parece divertido.
—Ponte cómoda. El baño está a tu entera disposición, entra a bañarte y relájate, ha sido un día ajetreado— asiento me acerco a coger el bolso con la ropa me quito su chaqueta la dejo encima de la cama y paso por su lado y sonrío.
—Sí, mi parte favorita a sido cuando me extendiste la crema cuando estaba sobre ti— creo sentir su respiración un poco entrecortada— Cuando salga dime qué parte ha sido tu favorita.
Entro al baño cerrando tras de mí. El baño de mármol gris y arcos muy estilo barroco en color blanco me hace contener una sonrisa. Abro los grifos y busco los aceites de esencia, si había uno en mi camarote aquí debe de haber cientos de olores distintos. Encuentro tres botes con olores diferentes.
Sebastián tiene un olor muy rico a vainilla y dulces, así que cojo esa mezcla. La pongo en el agua, mis músculos se relajan con el agua caliente, tanto que hace que me entre sueño. Sí, esté día ha sido ajetreado, desde el asesino misterioso que mato a Luna, hasta la sensación de estar caliente en Heaven con Sebastián.
Me quito el maquillaje y me visto con mi pijama de seda. Salgo del baño y me encuentro a Sebastián arreglando en sofá negro que está al lado de su cama, hay varias sábanas encima del sofá.
—Tú duermes en la cama— me sorprende lo caballeroso que es y pensar que Lucca no me acompañó nunca hasta la puerta de mi habitación y él lo hace siempre que puede— Yo dormiré en el sofá.
—También podemos dormir en la misma cama— sugiero y parece que en su cara cruza una idea brillante porque sonríe con picardía.
—Por tu bien, vamos a dormir separados— sonrío, ¿por mi bien o por el suyo?— Me voy a bañar, descansa y duerme un poco, si necesitas algo solo avísame.
Asiento y se adentra al baño. Hago lo que me dice, por un minuto luego paseo por la habitación mirando por los ventanales que dan vistas de Heaven y del mar negro. Me sirvo un poco de whisky y lo que parece pasar casi una hora él sale con una toalla por la cintura.
Va al armario y vuelve a encerrarse en el baño para salir vestido, en todo ese proceso evito mirarlo. Hasta que se sienta a mi lado con su propia copa de whisky y otra que me afrece y acepto.
—No puedo dormir— no pensaba que este día sería tan desastroso— Tengo un poco de insomnio por no decir que apenas duermo.
—¿Puedo hacer algo para ayudarte?— me pregunta y mis ojos buscan los suyos, se encuentran, su bosque brillante roba mi atención.
—Quiero conversar— me cruzo de piernas encima de la cama esperando sus preguntas— Parece que no sueles beber.
Señaló con la cabeza los botes casi llenos del mini bar. Él se gira a mirarlos y asiente de forma tranquila.
—No es que no me guste, es solo que no es algo que me haga especial interés— bebo un poco de mi copa mirando otra vez el cuadro él se fija en donde estoy mirando— ¿Por qué tanta curiosidad por el cuadro?— me escojo de hombros.
—Al principio, pensé que era un demonio no un Bufón. Sus ojos perdidos en el suelo, pensaba que estaba triste porque estaba en la tierra, la tierra no es tan divertida que el infierno o eso dicen. También pensé que había otro demonio, creía que era la dama.
—¿Cómo sabría él que la dama es un demonio?— sus ojos se clavan en mi boca, así que la muevo despacio— Porque entre demonios se reconocen.
Inclina un poco su cabeza hacia mí rostro, me estremezco con la anticipación de sus labios sobre los míos. Parece que se lo piensa mejor y se aleja de la cama, se va al sofá. Me acurruco entre las sábanas y centro mis pensamientos.
—Mi momento favorito del día— suspira desde su sitio— No ha sido hoy— la ira hace que levante mi torso y me fije en sus ojos. ¿Entonces a que juega, el idiota?— Fue cuando estuve entre tus piernas.
Me vuelvo a mí sitio e intento conciliar el sueño intentando olvidar ese comentario. Pasa casi una hora, en las que no paro de dar vueltas sobre la cama. Después de esa confesión es imposible conciliar el sueño. Me levanto de la cama y voy hasta el sofá. Su brazo está bajo su cabeza, parece un poco incómodo.
—Sé que no estás dormido— Es obvio que no está dormido, su respiración no es regular y no está respirando de forma lenta y pausada.
—Pareces una psicópata— abre los ojos de golpe y en su mirada aparece la molestia, me acerco un poco más, pero no sé aleja— ¿Qué quieres?
—Duerme conmigo— mi respuesta lo deja perplejo, cuando parece que va a decir que si, niega.
—No, no es apropiado y no quiero— ese no quiero me deja con una furia que parece que mi pelo se vuelve fuego.
—Yo hago lo que quiero— respondo de forma caprichosa.
—Está vez no— pone su brazo sobre sus ojos, esperando a que me vaya. No lo hago.
Pienso muy bien lo que voy hacer, se va a enfadar mucho, pero no me voy a cohibir, en este viaje nunca me voy a cohibir porque cuando vuelva a trabajar, voy a dejar de ser yo misma para ser otra persona. Me abro de piernas sobre su cintura y pongo mi pecho sobre el suyo.
—Levantese, señorita Alyra— suena más como una amenaza.
—Ven a dormir conmigo en la cama o duermo contigo en el sofá— mi determinación es más grande que su ira.
Rodeo mis brazos sobre su cuello y escondo mi cara en su pecho. Su ira se empieza a notar desde Marte. Uno de sus brazos rodea mi cintura y otro pasa por debajo de mi trasero, me coge entre sus brazos y me lleva hasta su cama. Mis labios pican desesperados por un beso de su parte. Me deja en la cama que da a las vistas nocturnas y él se tumba en la otra parte.
—Tengo miedo de ese asesino— es parte verdad y parte de mentira, siento la cama moverse y Sebastián queda frente a mí.
—No le tengas miedo, porque jamás dejaría que algo te pasara— busco la mentira en sus ojos, sin embargo solo hay determinación y puede que un poco de vergüenza.
Asiento y me acomodo para poder dormir cara a cara con él. No quiero perderme ni un detalle de su rostro quiero memorizarlo, todo para cuando no esté. Sus dedos se levantan y acaricia mi mejilla. Creo que él está haciendo lo mismo.
—Descansa, señorita Alyra— asiento y cierro los ojos frente a él, que ahora acaricia mi cabello.
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Crucero Sebican
Romance¿Quien no le gustaría un crucero por Europa o el Mar Atlántico incluso por el Mediterráneo? Sientes tantas ganas por que empiecen las vacaciones de verano, que ni si quiera piensas en nada más que en aboradar ese maldito crucero y disfrutar. Crucer...