Capítulo 13

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El camarero llega a nuestra mesa, yo solo pido un café solo, se me ha quitado el apetito al ver al payaso de Lucca, Nala pide una lasagna de carne picada, Tony pide lo mismo y Lucca pide para él langosta y lo mismo para Alyra.

El camarero se aleja, y empiezan una conversación absurda entre ellos, que no lleva a ningún lado. Sólo deseo que el otro asesino mate a Lucca cuanto antes, porque sino tendré que hacerlo yo.

Me alejo de la mesa y me acerco al camarero, espero a que termine de coger nota, este cuando termina me presta atención.

—Aparte de mi café, tráeme una porción de tarta de frutas, y una pequeña tortilla española— este asiente sonriente.

Vuelvo a mí sitio y Nala me pregunta a dónde había ido. Me hago el sordo y no respondo la comida no tarda en llegar, llega mi café y la comida de los demás, me avisa que lo que pedí va a tardar un poco más, asiento y se aleja.

—Disculpad— se sienta a un extremo de la mesa, quedando entre Tony a un lado y yo en el otro— ¿Habéis pedido por mí?— Lucca asiente sonriente.

—Langosta con salsa verde— le pasa su plato y ella lo coge.

—Soy alérgica— este me mira con molestia, yo lo sabía, porque mire su informe alimenticio.

El camarero se acerca con lo que he pedido. Le quito ese plato y le señalo al trabajador el sitio de la tortilla.

—Llévate esto— le digo y asiente— La tarta traela dentro de un ratito.

—Sí, capitán.

La molestia de Lucca, hace que el ambiente se ponga tenso, pero me da igual como si se quiere tirar de un puente. Es más quiero que lo haga para que deje de ser una molestia y con gusto si necesita el empujón de gracia yo se lo doy.

—Bueno— la voz de Nala rompe el silencio— Que ganas del espectáculo de hoy, es una sorpresa, sin embargo creo que tengo una ligera sospecha— Ella ya sabe el espectáculo cuál va ser nos ha visto salir de la pista de hielo, me mira de forma coqueta— Espero que seas mi compañero.

—Entonces Alyra, si se necesita una compañera desearía que fueras la mía— Lucca me manda una mirada orgullosa, que yo respondo de forma amenazadora.

—Pues yo me pondré solo, porque Dan se pondrá con su ligue, es más, seguro que está con ella, porque lo deje bañándose en su habitación— Tony toma un bocado de su comida.

—No creo— le explica Nala— Él ya no le gusta Mia, ahora tiene una amante secreta— bebo mi café y me fijo en el movimiento de las olas.

Estamos muy lejos de cualquier isla o país, por lo tanto aquí el agua es más azul y limpia. Miro con más atención y unos delfines empiezan a saltar junto al crucero.

—¡Delfines!— el grito de Nala, perfora mis oídos y la mesa se tambalea cuando todos se levantan a asomarse por la baranda de la terraza.

Alyra sigue comiendo, y yo bebo mi vaso de café. Cuando mucha gente tiene interés y acapara la vista, hacen que se me vaya el interés, ya pueden estar los delfines conduciendo una moto de agua que no me voy a poner a pelear por un sitio para verlo.

La tarta llega poco después y pruebo un poco de esta, los demás piden la misma tarta. Alyra es la primera en levantarse, y Lucca la acompaña, así que yo me voy a mi habitación.

La ira sigue en mi cuerpo ese imbécil, hijo de perra me tiene con tanta ira. Escribo las invitaciones para la pista de patinaje, y mando a que las entreguen. Abro el armario y me pongo un esmoquin.

Nala me reitera que sea su pareja de patinaje, por carta y no le respondo. La hora de que se abra las puertas de la pista de patinaje se acerca. Salgo de mi habitación y busco a los encargados de la pista que están fuera de la sala. Abren la puerta, y un olor a hierro se hace presente, se van a los mandos de las luces.

No las encienden, las personas van llegando y Nala se sitúa a mi lado. Varios focos se mueven por los pasajeros, la sala queda llena y las luces se encienden para enseñar la grotesca escena.

Dan esta colgado por los pies desde la tarima con el cuello cortado. El grito de Nala hace que el pánico explote en la sala, varios gritos se escuchan en la sala y una estampida intenta salir por la puerta, son tantas personas que se pisan unas a otras. Antes había rumores de los asesinatos ahora los han presenciado.

Los trabajadores no pueden calmarlos, cuando salen veo a una mujer tirada. Me acerco a ella, y le tomo el pulso. Los trabajadores me miran asustados y asiento indicando que está muerta. La estampida ha cobrado la vida de una mujer.




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