Capítulo 17

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—Me he encontrado el cuchillo fuera— casi parece que le cuesta mantenerse de pie, sus ojos no me miran están perdidos en la locura sin sonrisa, sin risa, solo locura al ver a su amigo tirado en el suelo— Has sido tú— Es un rompe pelota que no sabe ni sumar dos más dos.

—Sí, por eso he dejado el cuchillo fuera en vez de esconderlo, tirarlo por el mar o dejar el cuerpo a mi lado— expreso irónico— ¿Tú piensas con tu cabeza o con tus pies?

—Tú eres el asesino— ni siquiera grita es un simple jadeo, sin apartar mis ojos penetrantes de los míos Nala aparece sola, no sé cómo llega, pero Alyra está a su lado.

El grito de Nala perfora mis oídos. Parece que sabe muy bien actuar, veo un leve golpe en su cuello, puede que Tony no se defendiera, porque conocía quien era. Me fijo en Alyra, no tiene sangre, ni golpes y parece un poco ida. Me fijo en Lucca, puede fingir que lo ha matado y lo he pillado justo antes de irse y no tuvo más remedio que inventarlo todo.

Ahora todos son sospechosos, y la que más actúa es Nala tirándose en el suelo sin llorar, solo mirando a los ojos de Tony. Parece todo forzado y hay un ambiente muy denso, puede que el asesino solo lo viera entrar y lo mató sin esperar. Hay tantas posibilidades que me abruman, sin embargo me divierte tanto.

—Lo mejor es que durmamos todos juntos— propone Nala, que para mí no tiene nada de sentido— Lucca, Alyra, tú y yo. Todos juntos en la habitación de Alyra— susurra— Estaremos protegidos.

—Pues adelantaros, no puedo dejarlo aquí— tengo que hacer el papel de capitán y si no quiero la revolución francesa en el barco lo mejor es esconder los cuerpos, aún que la emoción se pierda.

—Entonces yo te ayudo— le niego rotundamente— Él era mi amigo.

—Y yo soy el capitán de este barco— espeto.

—No confío en ti— hace bien.

—Déjale que lo haga contigo— me suplica con los ojos Nala— Era nuestro amigo yo también ayudaría, pero…

—Se entiende Nala— la apoya Lucca.

—Haz lo que quieras— espetó molesto, y él asiente.

Nos dejan solos y él se pone a limpiar el suelo, mientras yo me fijo en cada esquina para encontrar otra pista. Necesito saber quien es la curiosidad me tiene en ascuas, y esto es lo más emocionante y divertido que he podido presenciar.

La sangre ya está limpia, así que Lucca coge el cuerpo de Tony y le abro el cuadro que da a la cocina a través del pasillo. Esta cocina sigue deshabilitada, por lo tanto nadie entra aquí. Abro el congelador de el frigorífico y para mí sorpresa el cuerpo del sastre no está.

Lucca el payaso, deja a su supuesto amigo en el frigorífico sentado sus ojos siguen abiertos y me hace gracia su rostro sereno. Escondo la sonrisa. Cuerpos que desaparecen, pistas que no hay, sospechosos demasiado confusos. Nadie parece  ser quien es.

Salimos del frigorífico en silencio y lo cierro bien para que nadie pueda abrirlo desde afuera. Volvemos a la habitación de Alyra en silencio, las chicas paran la conversación cuando entramos. Parecen cansadas, no me gustaría dormir con ellos, y además no dormiría estaría atento a todo.

Solamente entro a asegurarme que la dueña de la habitación esté bien. Nala se va al baño y Lucca la acompaña dejando sola a Alyra. No me despido solamente salgo de la habitación sin prisas, llego al pasillo que da fuera de las habitaciones y una mano me para.

—¿No vas a dormir conmigo?— la pregunta de Alyra me hace reír.

—No voy a dormir contigo y Lucca en la misma cama. Soy egoísta y no me gusta compartir.

—¿Y quien dice que Lucca va a dormir con nosotros?

Me coge de la mano y me lleva de vuelta a la habitación. Cierro la puerta tras de mí, y sin pudor alguno se empieza a quitar la ropa. Es una tentación, podría clavar mis ojos en cómo juega con la ropa hasta sacárselo o pasear mis ojos por su piel desnuda que tanto quiero marcar.

Alejo mi mirada que su cuerpo y plantó mi mirada en la puerta del baño. Porque como salga Lucca y la vea como la quiero ver solo para mi, lo mato de las peores formas que la humanidad ha podido ver.

Siento su mano rodear mi muñeca y llevarme a la cama, tiene un pijama largo. Abre las sábanas y se tumba a la izquierda de la cama así que me tumbo a la derecha. Me siento con tanto orgullo, ansioso y alegre, que me da igual que me encuentren en la cama con ella. Los asesinos están en el baño y que me hagan lo que quieran que yo voy a dormir muy bien con mi perdición.

Ella apoya su cabeza en mi pecho igual que hicimos en mi cama, la sensación de su cuerpo junto al mío hace que mi corazón se hinche, así debería de estar siempre, conmigo en la cama y a mi lado. Apoya su barbilla y me mira a los ojos para luego pasar a mi boca.

—Tú eres el único con quien me siento a salvo— lo dice en un susurro como si estuviera prohibido.

—Y yo contigo me siento en peligro— su sinceridad hace que yo también quiera sincerarme.

—Eso me gusta— sube un poco por mi pecho para dejar un beso en mi mejilla, hace que me tense y pueda escuchar su leve jadeo, parece necesitada.

—Lo mejor es descansar Nala— nos interrumpe Lucca, que me mira de forma desagradable y le muestro una sonrisa radiante.

—Pensaba que dormiríamos nosotras en la cama y vosotros en el suelo— replica Nala que se nota bastante molesta.

—No voy a dormir en el suelo— me niego.

—Le he invitado yo, si vosotros queréis hay mucho suelo, hay sábanas en el armario— les sonríe Alyra desde mi pecho, es una descarada, pero ¿qué decir? Me encanta.

—Nosotros nos vamos a nuestras habitaciones— explica Nala, bastante enfadada por comentario de Alyra.

—Haced lo que queráis. Cerrad cuando os vayáis— cierra los ojos mostrando su cansancio.

—Pasaré por ti por la mañana— frunzo mis cejas cuando Lucca suelta eso, mirándome.

—No tengas prisa— es lo último que dice Alyra.

Cierran las puertas de la habitación y me planteo si está dormida o solo pretende estarlo. Me acomodo y cierro los ojos.

—Escupelo— le digo y parece que lo entiende.

—Mañana iremos a la sastrería para recoger pruebas, él está empeñado en que eres tu y va a hacer lo imposible para demostrarlo— sí, soy el otro asesino y Lucca es una piedra que tengo muchas ganas de tirar al río.

—Espero que te lo pases bien, conspirando contra mi— la molestia se hace presente y va desencadenando la ira.

—Lo intentaré. No lo tomes a malas, es solo que no confío en nadie— lleva razón no debería confiar en nadie, pero me molesta, porque mientras yo fantaseo con ella, ella solo me utiliza y desconfía de todos.

—Entonces, ¿te sientes segura conmigo, sin embargo desconfías de mí, me he explicado bien?— la ira ya se hace presente y hace que levante su cara muy cerca mía.

—Hasta yo no me aclaro. No me preguntes cosas que sabes que no puedo contestar. Sebastián— dichosos sean mis oídos.

Sus ojos vuelven a cerrarse y se apoya en mi pecho. Miro por los ventanales de la oscura noche, no hay luces afuera del barco solo esta la luna y las estrellas iluminando un poco la habitación.

—Buenas noches señorita, Alyra.

—Buenas noches, señor Sebastián.

Crucero Sebican Donde viven las historias. Descúbrelo ahora