Capítulo 19

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Dejo el cuerpo en el congelador después de examinarlo. Lo dejo junto con los demás cuerpos, que ya han cogido un tono azul tirando a morado. Cierro otra vez el congelador de carne y me voy a lavarme las manos. Vuelvo al túnel del cuadro para llegar a la sastrería, he tenido que examinar bien el cuerpo, así que ya es casi la hora de cenar. 

Subo por el ascensor para llegar hasta mi habitación. La carta de Nala está bajo mi puerta, la recojo y es la invitación de la cena. Me parece un poco raro que siga con la cena tras ver eso. Me baño y me preparo para la cena.

El perfume baña la habitación, este olor me recuerda a ella, el día que durmió en esta habitación tenía mi aroma y me encantó la sensación. La puesta de sol tiene nubes negras, esta noche habrá tormenta.

Me reparo en el espejo antes de salir. Bajo por el ascensor hasta llegar a la planta Infierno. Ellos ya están sentados, incluso Alyra, que está junto a Lucca y Nala frente a ellos. Sin prisas me acerco a la mesa, sus miradas ya no se concentran en mi, pero con disimulo detallo a la mujer con vestido azul casi negro y tela aterciopelada. 

Sus pendientes hacen juego con el precioso color de su vestido, al igual que su collar. El vestido es simple, pero llama la atención. Sus tirantas no son finas, y cuelga en sus hombros, sus pechos a pesar de ser generosos no son vulgares y apenas se asoman. El vestido muestra la figura hasta su cintura, luego cae con gracia en una falda que le llega a los tobillos, por lo tanto no arrastra el vestido.

A parto mi mirada de ella cuando su mirada intenta buscar la mía. Me siento junto a Nala, el paisaje es precioso detrás de los ventanales. 

—Justo a tiempo, ya íbamos a empezar a cenar sin ti— sonríe Nala y se pone una porción de comida en su plato— El pavo al parecer está condimentado con algo llamado— piensa y arruga las cejas— No me acuerdo sinceramente, pero lo pedí para ti.

—Gracias— me sonríe y se acerca a hablarme al oído, eso hace que Lucca se tense.

—Quería agradecerte, por lo de esta tarde— asiento otra vez, se echa para atrás con una sonrisa.

—¿Bueno que tal vuestra tarde?— pregunto de forma educada, mirando mi plato.

—Lo pasamos bien— responde Lucca.

—¿Vamos, con miss Aburrida?— se ríe Nala.

—En realidad, Alyra es divertida, bastante cuando la conoces bien. Te puede sorprender— le contesto, Alyra me mira y no aparto la mirada.

—En realidad, el capitán Se…— no termina de decir mi nombre y la rabia se me sube a la cabeza, no quiero que ellos sepan mi nombre.

—¿Qué pasa con el capitán?— pregunta Lucca.

—Es un caballero— termina Nala— Es muy bueno y me lo demostró en la habitación.

Un estruendo me hace mirar la copa de Alyra, hecha añicos en sus manos. En un segundo sus preciosas manos se vuelven de un color carmesí. Cojo una servilleta, mientras ella clava la mirada a Nala. Envuelvo su herida en la servilleta, sin embargo esto no será suficiente. 

—Sígueme— casi no puedo hablar de tantas mezclas de emociones, rabia, enfado, ira, pero tanta ira que quiero estrangular a Lucca.

Alyra no dice nada, me dirijo al ascensor, la espero y pulso el botón. Nos deja en la planta requerida y la llevo a la cocina. No es la primera vez que estamos aquí, en realidad la última vez la recuerdo con mucho agrado. Busco un paño y  recojo el botiquín que hay en la cocina. 

La última vez vi que había uno, supongo que será por si algún cocinero se corta. Alyra se acomoda en la mesa de la última vez donde estaba comiendo y me acerco a su sitio. Con el botiquín, lo dejo en la mesa. Solo hay gasas, alcohol, vendas y una que otra crema.

Crucero Sebican Donde viven las historias. Descúbrelo ahora