Capítulo 5

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Me quito de encima el cuerpo flácido del sastre y miro por el pasillo oscuro, dejo el cuerpo en el suelo y paso por el pasillo, hasta salir a la cocina. Por otro cuadro. Son pasadizos secretos, entonces el vino lo sacó de la cocina y o el asesino entró desde aquí.

—Capitán, ¿cómo ha entrado por aquí?— Me pregunta un cocinero, el cuadro se cerró solo por lo que me deja poder mentir.

—Quiero que la cocina esté cerrada por un tiempo, trasladarse a la cocina norte y preparad la cena para que los huéspedes puedan cenar en sus habitaciones— asiente el jefe de cocina despeja el sitio para poder dar vueltas a mi gusto.

Cierran las puertas y yo me quedo dentro, no puedo ver muchas cosas, la cocina está sucia, ollas sin lavar platos que reponer. Es imposible sacar algo, vuelvo por el pasillo y recojo el cuerpo y lo pongo en el frigorífico con las carnes de cordero y ternera. Escondo bien el cuerpo entre cadáveres de animales y cierro.

Mando a las limpiadoras a limpiar la cocina y yo no vuelvo por el cuadro salgo por las puertas dobles de la cocina.
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Alyra.

Debajo de mi puerta se desliza otra carta y las letras de Sebastián se hacen presente. Me invita a acompañarlo está noche. Bueno y luego está otra carta, que me invita un hombre desconocido, en realidad hoy no me apetece ir con Sebastián.

Me entregan un vestido, lo dejo en la cama y empiezo a arreglarme el pelo. Acabo con un recogido bajo y una pequeña corona, mis labios rojos. Mi vestido está lleno de brillo blanco, con una abertura en el muslo, el corset y las mangas caídas, todo blanco menos mis labios. El vestido cae hasta el suelo con una pequeña cola.

Me pongo los tacones y salgo de la habitación, me niego a llegar tarde así que salgo mucho antes y me apresuro a llegar al sitio de mi cita. Los vestidos proporcionados son preciosos, me siento una princesa de un cuento de brujas. Vuelvo a mirar por los ventanales, que ya muestran el atardecer en el mar, nunca me canso de ver esa puesta de sol, las aves volando hacia el sol y el agua tranquila.

—Madame— mis comisuras se alzan y me giro para ver a mi cita de esta noche— Está radiante.

—Usted también— le sonrío al hombre con una pequeña melena de color castaño claro tirando a rubio y de ojos oscuros. Su traje combina muy bien con mi vestido, su traje es blanco con corbata roja y camisa negra, nada de brillante.

Me ofrece su brazo y lo acepto. Me lleva primero a dar un paseo, el tiene el sitio de nuestro palco, así que paseamos por la parte de atrás de Heaven que tiene una sala de hologramas con animales marinos, como si estuviéramos en el acuario.

—Sabe que hay una ballena, que se le denomina la ballena solitaria porque no puede comunicarse con las demás— sonrío y detallo un delfín en el holograma.

—Pareces nervioso— le sonrío y queda frente a mí, separándonos el holograma, esta oscuro, pero las luces azules es lo que nos ilumina.

—Oh, madame lo estoy— una risa escapa de sus labios finos— ¿Se nota mucho?

—Demasiado— le respondo y le rodeo hasta quedar tras el— Es normal cuando una persona te llama la atención.

No responde, ya que una pareja entra y sé que tampoco va a responder así que lo cojo del brazo y nos encaminamos a él espectáculo de esta noche.

Seguimos la alfombra roja y entramos a las puertas que vi por la tarde. Subimos por las escaleras a nuestro palco no vamos solos, hay un grupo de gente esperándonos.

—Aquí estáis pensaba que no llegabais— un pelirrojo se inclina ligeramente para saludar— Madame.

No sabía qué habría gente, no quería más compañía, si me desagradan me iré pronto. Tomo asiento junto a Lucca, mi acompañante. Él no me acomoda en el asiento, tampoco me pasa mi bebida. Me había acostumbrado a las atenciones.

Crucero Sebican Donde viven las historias. Descúbrelo ahora