La maldición del pueblo

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Salimos de la casa con las notas, y decidimos seguir explorando por separado. Fui con Megumi hasta una pequeña iglesia, la cual estaba en un mal estado. Cuando abrimos la puerta, ésta se cayó. Estaba muy vieja y desgastada. Entramos cuidadosamente y nos quedamos impactados al ver maldiciones pegadas a las paredes.

Megumi: ¿Pero qué-?

Esmeralda: Parece ser que la maldición del hombre se salió de control. 

Las maldiciones no eran muy poderosas, las exorcizamos juntos y no tardamos más de 15 minutos. Una vez acabamos con todas, seguimos explorando el lugar. No hallamos nada más, sólo un piano, viejas figuras religiosas y las cosas típicas de iglesia. Salimos de allí y nos dirigimos a otras casas, sin embargo, no había nada interesante en ellas. Entonces, fuimos al cementerio y nos quedamos completamente sorprendidos ante la cantidad de espíritus malditos.

Megumi: ¿Qué demonios? ¿Cómo es que hay tantas maldiciones?

Esmeralda: Los cementerios suelen ser lugares ideales para maldiciones, porque bueno, tú sabes, las emociones negativas de las personas cuando vienen a visitar a sus seres queridos.

Megumi: Lo sé, pero jamás pensé ver tantas. 

Esmeralda: Esta va a ser una larga batalla. 

Creé una espada maldita, Megumi invocó a los perros demonio y nos dispusimos a enfrentarnos a todas las maldiciones. Para nuestra suerte, no eran tan poderosas y pudimos exterminarlas en poco tiempo.

Megumi: ¿No crees que sea sospechoso que nos haya sido tan fácil exorcizarlas?

Esmeralda: Querido Megumi, esto es más común de lo que piensas. Ya he lidiado con situaciones así.

Megumi: (suspira aliviado)

Decidimos seguir explorando el cementario y ver si podíamos descubrir algo que nos fuera útil. Entramos a un panteón y hallamos restos humanos, bueno, en realidad eran huesos y tenían mechones de cabello atados a ellos. Era evidente que alguien había hecho algún trabajo de brujería. Justo en ese momento, oímos una explosión. Y vimos a una enorme maldición salir de algún sitio.

Megumi: ¿De dónde salió esa maldición?

Sukuna: ¡Oye, mocosa!, ¡ven a ayudar!

Esmeralda: (suspira) Quédate aquí, Megumi. Iré a ver qué quiere Sukuna.

Corrí hasta donde estaba Sukuna, sin embargo, algo me envolvió y me elevó en el aire. Era incapaz de moverme, por lo que traté de descifrar la fuente. Pude percatarme que la maldición no atacaba, sino que generaba otras maldiciones y éstas eran las que nos estaban atacando. Esto explicaba el gran número de ellas que había en el pueblo. Sukuna, con un movimiento de su mano, me liberó de mis ataduras, dándome tiempo de agarrar mi espada y comencé a exorcizar a tantas maldiciones como me fuese posible.

Esmeralda: ¿Cómo es que puede producir tantas?

Choso: ¿Acaso alguien controla a esta cosa?

Choso usaba su sangre para luchar, Jogo estaba usando fuego, Sukuna golpeaba violentamente a la maldición gigante y yo exorcizaba a las mini-maldiciones que aparecían.  Luego de unos minutos, un enorme tentáculo me agarró y me arrastró dentro. Vi un enorme núcleo de energía maldita, por lo que sin perder el tiempo, corrí hacia él y lo destruí con mi espada, matando a la maldición y a todas las que habían sido producidas por ésta.

Sukuna: ¿Así que el núcleo maldito estaba adentro de la maldición? Hmm, curioso.

Jogo: ¿Estaba adentro? Con razón nuestros ataques no le afectaban tanto.

Choso: ¿Entonces de allí surgieron todas esas maldiciones?

Esmeralda: Sí, supongo.

Megumi vino corriendo hacia nosotros. Nos contó cómo las maldiciones desaparecieron una vez acabé con la maldición gigante. Todos acordamos volver a la casa rodante. Una vez allí, me dispuse a preparar algo de cenar para Megumi y para mí. Mi ilusión empezó a conducir y volvimos a la carretera.

Megumi: ¿Cómo es que estás cocinando sin tambalearte con el movimiento de la casa?

Esmeralda: Magia, Megumi, magia. La diseñé de ese modo para no estar comprando comida todo el viaje. Además, para no estar haciendo paradas en caso de querer ir al baño.

Megumi: Está bastante genial, de hecho. 

Esmeralda: Awww, eres un amor Megumi, no sé por qué no tienes novia...o novio (risas)

Megumi: (se sonroja avergonzado)

Terminé de hacer la comida y le serví. Eran sándwiches de jamón, queso y huevo. Hice varios, estaban muy ricos. Pero no faltaba Sukuna criticando mis gustos en comida. 

Choso: Respecto a la maldición, ¿qué clase de hechicero podría crear semejante barbaridad?

Sukuna: Probablemente haya sido el trabajo de varios, y que el esposo de esa señora estuvo involucrado. Ni Satoru Gojo podría hacer eso.

Esmeralda: ¿Y si es un espíritu maldito? Dudo que mucha gente sepa de la existencia del pueblo, salvo por los exploradores urbanos. ¿Recuerdas al impostor? ¿Y si nos está engañando?

Choso: Esa puede ser una posibilidad, pero, ¿un impostor?

Jogo: ¿Impostor?

Esmeralda: (tono sarcástico) Ay mi querida cabeza de volcán, déjame y te paso contexto.

Estuve media hora explicándoles lo ocurrido con el impostor, lo de Yukiko, Tristán y Uraume. Y obviamente, no podía faltar Sukuna haciendo comentarios sarcásticos, y enojándose por cada cosa que decía. Choso y Jogo estuvieron escuchando atentamente y con cara de asustados, por las reacciones de Sukuna. Megumi se había ido a ver una película. 

Jogo: ¿Entonces sugieres que el impostor nos está poniendo estos obstáculos para vengarse?

Esmeralda: Sí.

Choso: ¿Quién es el impostor?

Esmeralda: Hmmm, me enfrenté a él en varias ocasiones, y no sabría decirte. Sin embargo, me da la sensación de que está relacionado a Sukuna de alguna forma.

Sukuna: ¡¿QUÉ?!, ¡Cómo te atreves a compararme con esa basura!

Esmeralda: (tono meloso) Cálmate, mi amor, déjame explicar. 

Sukuna: Aaaagh...

Esmeralda: Lo vi muy familiarizado con tus habilidades, es más, actuaba muy similar a ti; como si conociera todos tus movimientos, tu personalidad. Como estuviste sellado y encerrado en un sótano, pues lógicamente no sabes esto.

Sukuna: ¿Insinúas que el impostor es un pariente mío?

Esmeralda: Sí.

Sukuna: ...



Si yo estuviera en Jujutsu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora