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🐉Narrador🐉


—¿Hay algún avance? —la tensión en la sala de juntas de la estación de policía era palpable, como una bruma de tiniebla entre los presentes.

¿Avances?

La verdad es que no tenían ninguno, todo lo contrario, parecía que por cada paso al frente que daban tenían que retroceder dos.

Las personas desaparecidas iban en aumento, comenzaban a llamar la atención de los ciudadanos, una vez que los medios de comunicación entraran al juego, todo se vendría abajo.

Kim Minho era consciente de ello, pero estaban agotando todos sus recursos sin resultado alguno.

Incluso su hijo estaba trabajando en la investigación, ignorando la ilegalidad de la situación, era necesario que todas las mentes brillantes de la ciudad de Seúl se unieran para un bien mayor.

Detener al Dragón Rojo.

Era así como el joven adolescente estaba involucrado en esta jugada sin sentido, las drogas que se traficaban en la ilegalidad por toda la ciudad era un secreto a voces.

Todos la conseguían por ahí y por allá, a pesar de los esfuerzos del menor, no lograba dar con al menos uno de los traficantes directos del Dragón Rojo.

Al menos eso pensaba hasta que encontró ese pequeño alfiler en el pajar.

¿Agust D?

Era un nombre extraño para una situación extraña, estaba seguro de haber escuchado ese nombre en alguna otra parte, pero no estaba seguro.

—Papá —el menor llamo la atención del cansado detective, el whisky en su mano no lograba relajarlo, sin ánimos solo asiente para que su hijo continúe —¿Saben algo sobre Agust D?

El hombre frunce el ceño al escuchar ese nombre ajeno a él, negando con la cabeza, se dispone a poner toda su atención en su hijo, era joven pero muy brillante. Estaba seguro que en un futuro cercano sería un gran funcionario.

—¿Por qué preguntas?

—Es raro —el menor frunce el ceño, dejando los documentos que antes estudiaba sobre la mesa —Es un nombre que escuche de los adictos, es muy popular, pero nadie sabe su paradero. Una vez entrega la mercancía simplemente desaparece.

—¿En tu escuela no saben nada? —el hombre pregunta incrédulo.

—No —niega con la cabeza, totalmente frustrado ante la situación.

No le preocupaban los adictos, las drogas, mucho menos la mafia que hay tras ello, simplemente le molestaba la presión que esto ejerce sobre su padre.

—Ve a descansar —el hombre insiste como lo había hecho repetidas veces en la última hora —Mañana debes ir a la escuela, esto puede esperar.

—¡Ya llegué! —ambos son distraídos por la melodiosa voz de la chica.

Ambos sonríen cálidamente para darle la bienvenida, vestida con su uniforme, en sus brazos sostiene con algo de dificultad sus materiales de arte.

Jihyung— felizmente su padre la recibe —¿Cómo te fue?

—¿Por qué llegas tan tarde? —su hermano, cuatro minutos mayor la interrumpe, era increíble la conexión que los mellizos Kim lograban.

—En la academia —Jihyung rueda los ojos, moviendo los materiales de arte frente a ella.

—¿Ya comiste? —Namjoon pregunta de mala gana, era fastidioso el hecho de querer molestarse con su hermana, pero no lo lograba por algo tan insignificante como el llegar un poco tarde a casa.

El sonido de tu voz | Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora