CAPÍTULO 3

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Jisung acompañó a Felix y a Minho a almorzar, como todos los días, puesto que en ese horario su madre y padre trabajaban. Los tres iban envueltos en una burbuja de felicidad y buenas vibras, producida principalmente por Felix, que, enamorado como estaba, contagiaba de sus ánimos a los demás, y estando los demás felices, hacían que Felix estuviera más feliz y... bueno, se creaba un agradable círculo vicioso.

Jisung y Felix pusieron la mesa para tres, mientras tanto Minho cocinaba arroz con pollo al jugo, preparando además variadas ensaladas para acompañar, de almuerzo. Una vez que los chicos hubieron terminado de ordenar todo, se dirigieron al living y encendieron la televisión en tanto esperaban que Minho terminase. Finalmente se decantaron por un programa estadounidense de remodelaciones.

— Oye, Jisung, esta tarde necesito ir al centro comercial para buscar el regalo de cumpleaños de mamá. ¿Me acompañarías? —preguntó Felix, haciendo ojitos de cachorro a su amigo mientras abultaba su labio inferior.

—Nuh-uh —negó éste—. Quiero estudiar para el examen de Literatura, Felix.

El rubio frunció el entrecejo. La materia estaba chupada. Era analizar el contexto individual del autor detrás de una poesía, y para Felix, un rematado cursi, le era de lo más fácil pensar como el autor detrás de esos sentimientos y hablar de ello, pero a su amigo, más analista que sentimental, no le era tan sencillo.

—¿Qué estudian? —preguntó Minho desde la cocina. Felix le explicó a gritos para que su hermano oyese—. Yo puedo ayudarte a estudiar, Han, es de lo más fácil, verás que sí —el interpelado se ruborizó un poco, pero agradeció la ayuda de Minho.

—¡A la mesa! —gritó el mayor de los tres— ¿Se lavaron las manos? —preguntó como si se tratara de dos niños pequeños en vez de adolescentes de dieciséis años, una vez que llegaron a su lado.

Luego de que todos tuvieran las manos limpias y el almuerzo bien asentado en el fondo de sus estómagos, Felix se levantó de la mesa, dispuesto a ir al segundo piso a cambiarse de ropa, dejando a Jisung y a Minho solos en la cocina. Ambos recogieron todo en silencio, fregaron y secaron en equipo, y una vez que hubieron dejado todo en la rejilla para que se secase, Minho dijo:

— Bien, Han, saca el lápiz.

Éste se quedó quieto en su lugar, sonrojado como un tomate. Minho no hizo más que mirarlo extrañado hasta que captó el doble sentido de sus palabras, momento en el cual también se ruborizó.

— ¡No! Digo, saca lápiz y cuaderno para que empezemos a estudiar. N-no me refería a... eso. Bueno, no a menos que tú quieras —añadió en un intento de alivianar la tensión, pero ese último comentario solo sirvió para enrojecer aún más a Jisung, que salió de la cocina para buscar su mochila con paso tímido.

En ese momento, Felix apareció por la puerta, vestido ahora con jeans grises, tenis blancos y un hoodie celeste, el maquillaje retocado.

— Hermano, ¿qué le hiciste a Han?

— Yo...

— ¿Sabes qué? —lo cortó—, no quiero saberlo. Por favor, ten piedad de él, Minho, sabes que es frágil —el mayor asintió una vez—. Bien, ahora debo irme. ¡Nos vemos! —se despidió animadamente, con una sonrisa decorando sus labios. Descolgó su mochilita de viaje del perchero de la entrada, y partió al centro, luego de despedirse también de Jisung.

El trayecto fue muy pacífico. Divisó al menos diez tipos de flores distintas ya florecidas a lo largo del terreno verde del sector recidencial, y muchas parejas tomadas de la mano en el centro de la ciudad. No pudo evitarlo, se imaginó a él mismo siendo parte de una pareja. Y Changbin sería su acompañante, por supuesto. Recordó hace unos siete años atrás, cuando el amor era un terreno desconocido y repugnante para aquel pequeño niño de nueve años. Pero ahora... Ahora, siete años más tarde, no hacía más que suspirar por aquel chico, su primer y único amor, Seo Changbin.

˗ ˏ ˋ𝗨𝗻 𝗺𝗲𝗻𝘀𝗮𝗷𝗲 𝗲𝗻 𝘁𝘂 𝗺𝗲𝘀𝗮 | 𝙃𝙮𝙪𝙣𝙡𝙞𝙭 ˎˊ ˗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora