Una lágrima silenciosa se deslizó por la mejilla sangrante de Hyunjin, preguntándose ¿cómo se había ido tanto a la mierda en tan poco tiempo?
Es decir, hace tan sólo una hora estaba convencido de que aquel era un buen día, quizás incluso un muy buen día, y ahora... estaba tirado en el suelo, con la camisa prácticamente destrozada y rodeado de toda la basura de los estudiantes de su instituto.
Permaneció allí acostado tal vez una media hora, era difícil decirlo sabiendo que lo único que hacía correr el tiempo eran las respiraciones de Hyunjin, antes irregulares, y, luego, mas constantes. Nada se movía por la calle, excepto por su pecho que subía y bajaba de manera regular.
Finalmente, el frío nocturno pudo más que él. Se incorporó lentamente, mareado y con un dolor corporal increíble para haber estado casi tres cuartos de hora tirado en el cemento. Movió las mandíbula y las muñecas pensando qué le diría a su madre. Luego, y por primera vez realmente aliviado de ello, recordó que su madre no llegaba sino hasta las once y media de la noche a casa, exhausta y muerta de sueño, por lo que no reparaba mucho en Hyunjin. Y luego salía otra vez a las cinco de la mañana, a trabajar en el empleo de sus sueños.
Se puso de pie aún más lento, sintiendo la pierna izquierda débil, como gelatina, tal vez con una quemadura producida por un golpe al caer.
Tomó sus cosas, y, despacio y lleno de impotencia y rabia, caminó hacia el estacionamiento a recoger la última bibicleta que quedaba allí.
No sé sentía con las fuerzas necesarias como para pedalear el camino de regreso a su hogar, así que se limitó a caminar con la bicicleta a un lado, con la mochila y la chaqueta colgadas del manubrio.
Apenas abrió la puerta Kkami salió disparado al exterior a marcar territorio, sin reparar dos veces en su dueño.
Hyunjin se dirigió directamente al cuarto de baño. Se quitó toda la ropa con sumo cuidado, puesto a revisar los daños de su cuerpo. Bueno, evidentemente el rostro era lo que presentaba peor aspecto: tenía un ojo morado e hinchado, con sangre seca por todo el costado izquierdo de su rostro, la herida de la mejilla casi cicatrizada por completo, y el labio inferior hinchado y partido, con una sombra morada por la cicatriz.
Su cuello y parte alta del pecho estaban tenuemente enrojecidos, de dónde Christopher había agarrado su camisa...
Sus antebrazos y rodilla izquierda estaban quemados y cicatrizados, no una muy buena señal teniendo en cuenta las piedrecillas y la tierra que había en el asfalto.
Y su estómago, espalda y el resto de su anatomía presentaban innumerables moretones.
Sin poder evitarlo, otra lágrima recorrió su mejilla, recordando aquella otra ocasión... No, esa otra vez no había sido ni de lejos tan mala y dolorosa como ésta. Y el verse así de vulnerable y destrozado, ver su habitual belleza convertida en una masa de sangre y moretones lo hizo sentir mucho peor.
Con un suspiro, se metió a la ducha, limpiándose la cara y las heridas con tanta minuciosidad como le era posible, ignorando el agudo dolor que aquello le provocaba.
...
A la mañana siguiente despertó a una hora mucho más prudente que el día anterior, y realizó sus menesteres con calma y paciencia. Kkami lo seguía a todas partes, apenado por el aspecto maltrecho de su dueño.
Hyunjin ni siquiera se molestó en mirar su celular. No estaba de ánimos para nada.
Y por mucho que le molestara (incluso le asustara) la idea, fue a clases, sin dejar nunca de tener presente la amenaza de Christopher: "¡Aléjate de Seungmin!", no sin antes haber tomado prestado el maquillaje de su mamá y haber cubierto los moretones más visibles del rostro con un color bastante similar a su tono de piel.
ESTÁS LEYENDO
˗ ˏ ˋ𝗨𝗻 𝗺𝗲𝗻𝘀𝗮𝗷𝗲 𝗲𝗻 𝘁𝘂 𝗺𝗲𝘀𝗮 | 𝙃𝙮𝙪𝙣𝙡𝙞𝙭 ˎˊ ˗
FanfictionLee Felix es un chico lindo e inocente de 16 años, que asiste al instituto y está enamoradísimo de un chico de su clase: Seo Changbin. Por su parte, Hwang Hyunjin es un tipo más bien frío y reservado, con un enorme talento para el arte y un complejo...