CAPÍTULO 16

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Puff.

Hyunjin parpadeó un par de veces para terminar de espabilar, acurrucado entre las sábanas de su cama.

¡Ay! ¡Qué mal sueño!

Pero un sueño, al fin y al cabo. En realidad no había jugado al Pocky Game con Felix, ni había discutido con Jeongin, ni roto con él, ni había dejado plantado al rubio en casa de Seungmin.

Y, lo mejor de todo, era que Jeongin no lo había engañado, pues aquello era parte de la pesadilla.

Suspiró, aliviado, al tiempo que se incorporaba.

¡Ay, ay, ay! Está bien, había tenido un mal sueño y nada más, pero habían unas cuantas nimiedades que no encargaban en su versión de la historia. Como, por ejemplo, la jaqueca que lo atacó con saña en ese momento. Al encender su celular, notó también otras incongruencias. ¿Por qué Jeongin no le había enviado ningún mensaje si ya eran las once de la mañana? Más importante aún: ¿qué había ocurrido en la noche anterior? Se suponía que iría a la fiesta de Seungmin, pero, evidentemente, eso no había ocurrido.

Entró en la aplicación de mensajería para enviarle él mismo mensaje a Jeongin, pero grande fue su sorpresa cuando leyó el anuncio del chat: "Has bloqueado a este número de teléfono". Y, previo a ese anuncio, un único mensaje de su novio, enviado a la una de la madrugada.

Jeong.innie

>Hyunjin, lo siento mucho, en serio. Por favor, dame otra oportunidad.

¿Otra oportunidad? ¿Para qué? Si Jeongin no había hecho nada malo. Estaba a punto de desbloquearlo cuando su cerebro se hizo importante interrogativa: ¿Realmente Jeongin no había hecho nada malo? ¿Y qué si... si su sueño resultaba ser la realidad?

No, él y Jeongin lo habían jurado. Siempre fiel.

Pero, mientras más lo pensaba, más pruebas encontraba su cerebro de que no se trataba de un sueño. Por ejemplo, su cerebro no poseía la capacidad de imaginar tan intenso dolor. Ni tampoco la capacidad de hacer que tantos detalles encajaran a la perfección para crear el seguimiento de sucesos que dañarían a tanta gente al mismo tiempo. Ni la sensación tan nítida una mejilla húmeda por las lágrimas de tristeza. O, tampoco, recordar que había hecho ayer después de las ocho y media. A ver, ir a su casa, sí, y arreglarse para la fiesta de Seungmin, también, pero seguro que se había echado a la cama y se había dormido, pensó con algo de desesperación. Vale, eso era absurdo, y tampoco concordaba con las razones anteriores.

O sea que realmente...

Llevó una mano a su boca, indispuesto a creerlo ni a aceptarlo.

J-Jeongin lo había engañado, le había puesto los cuernos, y vaya qué bien puestos. Recordó una de sus discusiones anteriores, del día en que Hyunjin había conocido a Felix. Jeongin había creído que Hyunjin se había acostado con el rubio, y cuando le había asegurado que no era así, que su corazón latía solo para él, no había mostrado de un ápice de culpabilidad.

Con los ojos algo llorosos, arrojó el teléfono a la cama, para llevar ambas manos a su cabeza, palpitando con dos clases distintas de dolor.

¿Qué... Qué era ese hueco pecho? Llevó una mano a su torso para cerciorarse de que estuviera completo. Humm... Al parecer así era. Pero ¿por qué no lo sentía así?

Era como si Jeongin se hubiera aferrado a una parte de su corazón como una garrapata, y ahora que se hubo marchado se hubiera llevado esa parte con él.

¡Ay, Dios! Ahora las lágrimas fluían con libertad de sus ojos. Menos mal que no había nadie allí para verlo.

Nadie... Ya no contaba con nadie. Jeongin había sido su único amigo durante mucho tiempo. ¿Con quién...? Un momento... ¡Felix! Con un suspiro de alivio, se dió cuenta de que en realidad sí tenía un amigo con el cual contar. Un amigo que sabía más sobre el que cualquier otra persona. Un amigo el que quería y apreciaba mucho. Y... ¡un amigo el que ayer había dejado botado en mitad de la noche en un vecindario desconocido, borracho y triste! ¿Había peor combinación para el desastre? ¿Mejor combinación?

˗ ˏ ˋ𝗨𝗻 𝗺𝗲𝗻𝘀𝗮𝗷𝗲 𝗲𝗻 𝘁𝘂 𝗺𝗲𝘀𝗮 | 𝙃𝙮𝙪𝙣𝙡𝙞𝙭 ˎˊ ˗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora