Cuando Hyunjin tocó la puerta no fue recibido por Felix (como esperaba), sino por Minho, quien lo miraba con cierta autoridad.
Un aroma dulzón y chocolatoso se coló por la puerta, inundando las fosas nasales del menor, y dejándole en claro que alguien estaba cocinando un postre dulce en el interior del hogar, probablemente Felix.
—¿Es Hyunjin? —gritó el rubio en algún lugar de la casa.
—Sí —le respondió Minho, también gritando.
—¡Ay! A ver... que pase, yo voy enseguida.
El castaño hizo un movimiento con la cabeza para indicarle a Hyunjin que entrara. Luego de una breve reverencia, el pelinegro ingresó al living después de dejar sus zapatos a un lado de la puerta. Asomó un poco su cabeza el rubio por la puerta de la cocina, curioso por la llegada de su amigo, y, luego de una sonrisa, volvió a ingresar para decir:
—Jisung, te dejo a cargo de las galletas. Deberían estar listas en treinta minutos o hasta que se doren. De todos modos, tendrás a Minho de ayudante. Yo ya me tengo que ir... —hubo una breve pausa, en la cual los amigos probablemente se dieron un abrazo—. ¡Suerte!
Feliz salió de la cocina, pasándose las manos (algo sucias por el chocolate) por el delantal con diseños de pollitos que traía puesto, para luego abalanzarse sobre Hyunjin en un apretado abrazo.
—¡Ay! —gruñó mientras apretaba los brazos en torno Hyunjin quien hundió el rostro en el cuello del más bajo, aspirando su olor, una mezcla de su esencia natural con chocolate y algo de café, con alegría. Felix provocaba eso en él: una explosión de felicidad y seguridad, sensaciones que le eran algo ajena últimamente, pero cuyos huecos Felix llenaba en demasía. Por primera vez en mucho tiempo Hyunjin contaba verdaderamente con alguien en quien confiar—. Espérame un segundo, ¿está bien? —pidió el rubio, separándose de Hyunjin.
Siguió a Felix con la mirada a través de las escaleras al final de la estancia, hasta que desapareció de su vista en el segundo piso.
Un carraspeo a sus espaldas lo distrajo, y cuando dio media vuelta para encarar la situación, se encogió de manera imperceptible al ver a Minho con los brazos cruzados y un rostro mortalmente serio.
—Hyunjin —dijo a modo de saludo.
—Hyung —respondió el interpelado respetuosamente, inclinando ligeramente la cabeza. Esperó en silencio y con paciencia a que el mayor hablara, pero por más que los segundos pasaban Minho no decía palabra. Se limitaba a mirarlo de arriba a abajo con una ceja alzada, con dureza y desafío en los ojos.
Hyunjin, algo nervioso, tragó saliva. ¿Por qué Felix tardaba tanto? ¿Y por qué Minho la miraba de esa manera? ¿Había hecho algo mal? ¿Por qué tan nervioso? ¿Por qué esa necesidad de subir al segundo piso y correr junto a Felix? Nunca había sido un cobarde, de modo que se irguió un poco, en una postura más relajada, principalmente para convencerse a sí mismo de que no había motivo para estar tenso.
Minho pareció terminar su escrutinio al mismo tiempo que Felix se empezaba a bajar las escaleras, adoptando el mayor una expresión mucho más cálida y amigable.
—Bien, ya estoy listo —anunció el rubio. Se había despojado del delantal, para cambiarlo por un hoodie negro, lo que resaltaba la claridad de su piel encantadoramente. También había arreglado su cabello de modo que tuviera algo más de volumen, y, lo que más le agradaba a Hyunjin, se había retirado por completo el maquillaje, dejando ver así todos los hermosos adornos de su mejillas sonrosadas.
Sin poder evitar un esbozar una sonrisa, se acercó a Felix y soltó sus pensamientos, sin colarlos ni ponerle ningún filtro. Prácticamente sin pensar.
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˗ ˏ ˋ𝗨𝗻 𝗺𝗲𝗻𝘀𝗮𝗷𝗲 𝗲𝗻 𝘁𝘂 𝗺𝗲𝘀𝗮 | 𝙃𝙮𝙪𝙣𝙡𝙞𝙭 ˎˊ ˗
FanfictionLee Felix es un chico lindo e inocente de 16 años, que asiste al instituto y está enamoradísimo de un chico de su clase: Seo Changbin. Por su parte, Hwang Hyunjin es un tipo más bien frío y reservado, con un enorme talento para el arte y un complejo...