Capítulo 11

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Fragmento tomado del diario de Elisa Legan

Londres, Inglaterra 31 de Octubre de 1913

¡Esta ha sido la peor noche de mi vida! Yo estaba preparada para ver a la huérfana entrar del brazo de Terry, pero para lo que no estaba lista era para el espectáculo del que fui víctima.

Y es que minutos después de que se prendiera la hoguera, una bruja pasó volando por encima de las cabezas de todos los presentes, yendo a caer de lleno a las llamas de la hoguera. Para todos fue un espectáculo admirable, pero no para mí, pues aquella muñeca que en esos momentos ardía en las grandes llamas, llevaba una peluca peinada de manera idéntica a como yo suelo llevar mi cabello.

Los padres de familia no le dieron la menor importancia, pude haber sobrevivido con la burla que vi en cada uno de los rostros de los alumnos que claramente sabían a quien hacía alusión aquella "bruja", pero lo que hizo que una rabia ardiente corriera por mis venas, fue aquella mirada de conmiseración que Candy me dirigió.

Ahora mismo me gustaría regresar al jardín y gritarle a todo el mundo el poco valor que tiene Candy, lo indigna que es para en un futuro ser una duquesa; ella no es más que una maldita huérfana que ha arruinado mi vida...

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Stear, Archie y Terry podían sentir la furia de Candy. Ni siquiera Annie, que había crecido con ella, la había visto tan enojada. Discretamente, al terminar el espectáculo que había divertido a los invitados, el grupo de amigos se alejó a un lugar donde no los pudieran escuchar.

—Estoy realmente decepcionada con ustedes, ¿se molestaron en pensar lo mucho que lastimaron a Elisa con su broma? Y dime, Stear, ¿acaso debo felicitarte porque tu invento tuvo éxito?

—Por favor, Candy, no te enojes con ellos—dijo con voz temblorosa Patty—entiendo que su comportamiento no fue para nada caballeroso, pero ve esta broma como una pequeña vendetta a todos los malos tratos que Elisa te ha dado.

—Además, pocas personas se percataron a quién hacía alusión aquella muñeca—secundó Annie.

—Me niego a aceptar su comportamiento—Candy se cruzó de brazos, evitando mirar a los chicos.

—Pues lo hecho, hecho está, Candy. Por mi parte no esperes una disculpa, que Elisa se lo tiene bien merecido, y agradecida debería de estar que en el último minuto decidimos no ponerle un vestido suyo—dijo Terry bastante irritado ante el comportamiento que estaba teniendo Candy.

—¡No puedo creer que hubieran sido capaces de hacer eso!—Candy elevó la voz, no queriendo ni imaginar lo desastrosa que hubiera sido esa noche—entiendo que Elisa no es una persona agradable, pero de ahí a haberle hecho esa broma...

—Eso no es nada comparado con lo que su mente retorcida es capaz de hacer—respondió Terry rechinando los dientes en un intento por no gritar.

—¡Pero eso no nos da derecho a tratarla así!

—Tienes razón, deberíamos tratarla mucho peor.

—¡Pero que malvado eres, Terry!

—No más que ella, y te repito: se merece eso y más.

—Creo que lo menos que se merece es una disculpa.

—Yo no me disculparé...

Para Annie, Patty, Stear y Archie, estaba claro que sin saber cómo, habían quedado excluidos de aquella plática, así que decidieron alejarse de ahí. Al día siguiente hablarían con Candy.

—¡A ustedes los estaba buscando!—la voz de Neil hizo que los cuatro chicos se detuvieran.—Estarán muy contentos de la burla de la que fue víctima mi hermana.

—No podrás negar que fue divertido—dijo Archie con una ancha sonrisa en el rostro—además, me parece que sólo unos cuántos entendimos el espectáculo.

—Pero cuando se entere la tía abuela de lo que nos han hecho a Elisa y a mí, estoy seguro que los castigará por el resto de su estancia en el colegio.

—Pensé que ya eras un hombre para librar tú solo tus batallas—respondió Stear—ahora si nos disculpas, tenemos que seguir disfrutando de la velada.

La trampa fallida de ElisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora