Capítulo 22

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Fragmento tomado del diario de Annie Brigton

Londres, Inglaterra 24 de diciembre de 1913

Querido diario:

Hoy he celebrado navidad por primera vez lejos de mi hogar, aunque solo estuvimos mamá, papá y yo no puedo negar lo feliz que me siento de saberme querida por estas hermosas personas que decidieron adoptarme.

Ayer en el desayuno he descubierto que aquel galante caballero que conocí en la velada de los Grandchester, Bradley Basset es nada más y nada menos que el heredero al ducado de Hasttings. Se que debería de estar contenta de que alguien como el considere mi amistad pero no puedo negar mi origen y sé que tarde o temprano los rumores llegarán a él y me entristecería profundamente el perder su simpatía.

El día de ayer mamá nos ha llevado de compras a Candy y a mi, pues todos fuimos presentes de que Terry estaba dando sus atenciones a la prima de Bradley, y aunque Terry antes de irse se acercó a despedirse dulcemente de Candy, le dió alcance a la señorita Bridgerton.

Al ver juntas a mamá y a Candy no puedo evitar el sentirme una intrusa, al principio ambas se comportaban con educación y extremo cuidado, pero poco a poco el hielo se fue derritiendo y ambas se relajaron intercambiando sonrisas y comentarios, mamá sonreía y reía como pocas veces la he visto hacerlo, en momentos como ese el remordimiento me ataca al saberme la usurpadora de una vida que era para Candy.

Hotel Savoy 24 de diciembre de 1913

Richard Grandchester entró a aquella sala privada que reservaba cuando necesitaba hacer algún negocio fuera del ojo público, los rayos matutinos que entraban por el ventanal de aquel salón iluminaban a la mujer que amaría hasta el último de sus alientos. Eleanor se encontraba leyendo lo que parecía ser un libreto, años de práctica en el mundo de la actuación le ayudaron a proyectar la imagen de la indiferencia y la calma, cuando la realidad es que su interior era un huracán de emociones que iban desde el resentimiento hasta el amor.

-Eleanor- el nombre salió en un murmullo abrasador.

La rubia a escuchar su nombre, elevó lentamente su mirada mirando fijamente al hombre al que le guardaba un profundo rencor pero que a la vez amaría hasta el día de su muerte.

-Richard, tanto tiempo sin vernos- expresó seriamente Eleanor.

Ambos se miraban fijamente, cuando repentinamente la puerta de aquel salón privado fue abierta de par en par, un par de ojos cafés iba de uno a otro mirando con abierto desagrado a la rubia.

-Su gracia... Lo lo siento no pude detenerla- expresaba apenado el secretario del duque.

-No te preocupes George, cierra la puerta.

-Su gracia, señora- saludó la duquesa con su enmascarado acento geordie- en el pasado no se me tomó en cuenta para la artimaña de la que me hicieron parte, y en nombre de mis hijos que son los auténticos herederos Grandchester es que he venido a defender lo que por derecho les corresponde.

-Sophia ¿De que demonios estás hablando?- el duque no pudo disimular su fastidio, pues ese era un tema que desde que nació su primer hijo con ella siempre estaba en discusión- entiende que el ducado pertenece a Terry y a nadie más, eso tu bien lo sabías al aceptar el matrimonio.

- ¡No me importa que todo mundo sepa que Terence no es mi hijo! Es más si está... Señora vino por su hijo ¡Que se lo lleve! ¡Que lo reclame como suyo! Yo no pienso oponerme.

-¿Estás segura Sophia? Te recuerdo que si abres la boca, el rey podrá ser mi tío pero puede revocar el ducado ante el clamor del pueblo ante el engaño. Y te recuerdo que tú padre podría salir muy perjudicado- la mirada afilada que le dirigió Richard a Sophia no pasó desapercibida para Eleanor, quien prudentemente observaba en silencio el intercambio- a mi me podrán mandar al exilio con mis hijos pero tú querida, no sé cuál podría ser tu suerte y con tu padre en la ruina dudo mucho te acepte a su lado.

Lágrimas de rabia resbalaban por el rostro ceniciento de Sophia, aún recordaba cuando a su tierna edad de diescisiete años fue vendida, a falta de una mejor expresión para describir el intercambio que se suscitó entre su padre un rico pero poco importante dueño de una mina de carbón en New Castle y el padre de Richard.

La  única hija de Reginald Johnson quedó impactada ante el porte galante del joven marqués Richard de veinticinco años, su mirada dominante y sonrisa sarcástica hicieron latir su corazón, su padre un avaricioso sin precedentes aceptó el contrato y el dinero que le ofrecía el duque, la única condición: tenía que hacer pasar como suyo al hijo bastardo del futuro duque.

Sophie era muy joven para entender a qué era lo que había accedido su padre, con las maletas hechas y como única compañía llevaría a su inseparable institutriz, se dirigió a la casa solariega de la familia Grandchester en Escocia, a su llegada fue recibida por un pequeño de casi tres años que lloraba desconsolado en los brazos de su nana.

Azul y café se miraron largamente, Sophie dirigió una pequeña sonrisa en dirección a aquel niño, que su ahora esposo le había dicho que su nombre era Terence, ambos permanecerían encerrados en esa casa un año alejados de ojos publico.

A su llegada a la gran ciudad, todos querían conocer a la marquesa y futura duquesa de Grandchester, los rumores que hacía tiempo habían corriendo eran que Richard había contraído en secreto matrimonio y vivía en la casa solariega con su esposa, pero al nadie contar con una invitación a dicho hogar todo eran solo especulaciones.

Pero ahora al ver a aquella jovencita poco agraciada, entendían el por qué Richard la había mantenido escondida, seguramente durante algún arrebato bajo la influencia del alcohol cometió algun acto grave en contra de la señorita y seguramente al ser descubierto es que tuvo que hacerse responsable de sus acciones. Ese era el rumor que corría en todo Londres, los Grandchester no lo desmentían pero tampoco daban detalles. Toda la alta sociedad estaba fascinada con el joven Terence, poseedor de unos bellos ojos azules como el mar y una hermosa sonrisa, era admirado por propios y extraños, provocando que la semilla de los celos comenzara a hechar raíz en el alma de Sophia.

Raíces que se aferraron y dieron frutos, con el nacimiento de cada uno de sus hijos, pues a diferencia de Terry la gente comparaba la belleza de Terry con lo ordinarios que lucían sus hijos al ojo publico. Por eso es que presa de la rabia, hacía poco más de un año cuando el más pequeño de sus hijos nació y después de la mirada desdeñosa que dirigió la duquesa viuda a su recién nacido nieto y al ver la calidez con la que se despidió de Terry, le había entregado aquella fotografía a Terry, exigiéndole la dejara de llamar madre.

Notas de la autora: Aquí les dejo otro capítulo más mis queridas lectoras, se preguntarán a que se debe tanta actualización tan frecuente, es debido a que mi querida Kelly se encuentra narrándola en su canal, así que para que la tenga completa es que me estoy apresurando a terminarla.
Otro año está por comenzar en la historia, año crucial en el que iniciará la gran guerra, mi idea desde que lo empecé a escribir fue que terminara con ese hecho que marcó a nuestros queridos personajes, con la diferencia que todos se encuentran juntos en Inglaterra.

Espero les guste la historia de Sophia, como pueden ver a lo largo de esta historia me gusta narrarles lo que para mí es la otra cara de los personajes, el qué los lleva a ser o actuar como lo hacen.

Espero disfruten el capítulo como yo lo hago escribiéndolo.

La trampa fallida de ElisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora