Fragmento tomado del diario de Candice W. Andrey
Londres, Inglaterra 12 de octubre de 1913
Hoy ha sido un día lleno de incontables sorpresas. Para empezar, te contaré que hoy fuimos invitados al almuerzo en casa del padre de Terry, el Duque de Grandchester; ya podrás imaginarte los rostros de Annie y Patty, cuando Archie y Stear extendieron ante ellas la invitación que les había hecho Terry. Desde el atardecer del día de ayer, las tres estuvimos eligiendo los atuendos que llevaríamos. Sinceramente, yo no veía la necesidad de ser tan cuidadosas en nuestro vestir, pero como bien dijo Annie: "la primera impresión siempre es la que cuenta, Candy". "He escuchado decir que la duquesa es muy meticulosa" comentó Patty, "mi madre la conoció la primavera pasada en un juego de canasta para la caridad, y dijo que era una persona difícil de complacer"
Después de conocer la delicada belleza de Eleanor, la madre de Terry, esperaba encontrarme con algo que la igualara pero, ¡vaya sorpresa me llevé! La madrastra de Terry es muy fea… sí Señor Dios, juro que mañana a primera hora me confesaré, por expresarme así de la duquesa. Juro que podía escuchar los latidos de mi corazón cuando Terry me presentó, "vaya, pero... ¿Por qué no me sorprende lo que veo? Una rubia americana, la prometida de Terrence. Menos mal que es de buena familia", fueron las palabras que salieron de su boca; como era de esperarse, los únicos que entendíamos a que se refería éramos Terry, su padre, la duquesa y por supuesto, yo. Patty, Annie y los chicos, fruncieron los ceños ante esas palabras, y Terry, restándole importancia continuó con las presentaciones. "Conozco a tu madre, aunque debo decir que no te pareces en nada a ella, querida", le dijo aquella horrible mujer a la pobre de Patty, que sólo agachó la mirada ante su comentario. Pude ver el rostro crispado de Stear, seguramente quería defender a Patty. "Lo mismo podrían decir de ti y de mi… madre". La sala se llenó de un incómodo silencio, rápidamente dirigí mi mirada en dirección a Terry, quien sin despegar la mirada de su madrastra, elevó una de sus cejas y le sonrió de esa manera tan cínica que hacía que mi corazón extrañamente palpitara alocado.
"Creo poder distinguir el olor de pastelillos recién sacados del horno" dijo rápidamente el duque. Podría jurar haber escuchado como mis amigos volvían a respirar, nos dejamos guiar a la mesa y, mientras el duque y los chicos platicaban acerca de sus planes futuros, la duquesa permaneció en total silencio, y una vez terminó su almuerzo, se retiró argumentando una jaqueca.
"Fue una grata sorpresa el que hayan venido, chicos. Me alegra que tengas tan buenos amigos, Terrence. Espero volver a verlos, muchachos" fueron las palabras de despedida por parte del duque. "Vaya, esto fue… extraño", expresó Stear una vez salimos de la mansión Grandchester. "Y ahora, ¿qué hacemos? Gracias a Grandchester, podemos regresar después de la merienda al colegio" secundó Archie "que acaso… ¿no tenemos unos disfraces que comprar?" preguntó Annie quien, desde días atrás, su idea era que en este domingo adquiriéramos nuestros disfraces.
"Tienes razón, Annie, lo mejor será que nos pongamos manos a la obra y busquemos nuestros disfraces" añadí rápidamente. "¿Eso es lo que quieres hacer, pecosa?" preguntó Terry. La dulzura con la cual me miraba, impidió que pudiera articular palabra alguna, así que sólo asentí en silencio, mientras Terry tomaba mi mano para ponerla en su brazo. "Sus deseos son órdenes, madame". Había soñado toda la tarde con volver a sentir el suave tacto de su piel sobre la mía, sus manos son tan firmes y a la vez fuertes; me gusta la fragancia que despide su cabello cada vez que me acerco a él, esa larga y brillante cabellera que enmarca sus hombros, y de un precioso color castaño; contemplar su hermoso y varonil rostro, perderme en el azul oscuro y profundo de sus ojos... Sentí enrojecer mi rostro, mientras Annie, Patty, Stear y Archie nos miraban divertidos. "Entonces, ¡a comprar disfraces!" dijo Archie, mientras nos dejábamos guiar por Terry entre las concurridas calles.
Llegamos a una gran tienda de disfraces: habían de duendes, hadas, brujas y de espeluznantes monstruos. He de admitir que me encontraba realmente emocionada, pues por primera vez podría disfrutar de un baile ofrecido por el colegio sin andar corriendo de un lado a otro. Al parecer, los chicos habían acordado disfrazarse en parejas; Annie y Archie irían disfrazados de María Antonieta y Luis XVI, todos nos divertimos al ver a ambos con aquellas ridículas y empolvadas pelucas, aunque debo admitir que Annie lucía perfecta en aquel enorme vestido. "Creo que deberían de llevar una cintilla roja alrededor del cuello, después de todo, a ambos les cortaron la cabeza, ¿no?" sugirió Terry y, después de la rabieta de Archie por no haber sido él a quien se le ocurriera eso, decidió que ese sería el toque de miedo que le hacía falta a sus disfraces.
Stear y Patty habían acordado disfrazarse de duendecillos, así que mientras los dependientes les mostraban los mejores disfraces, Terry repentinamente fijó su mirada en un disfraz de pirata. "No creo que ese disfraz te quede", expresé al ver la atención con la que lo miraba. "No es para mí… es para ti". Sin poder decir nada, Terry tomó el sombrero pirata de aquel disfraz y lo puso sobre mi cabeza. "Luces como un auténtico corsario, pecosa. Ahora, creo que podríamos conseguir el disfraz unas cuantas tallas más grande". Y como si del dueño se tratara, los trabajadores se encargaron de buscar lo que solicitaba Terry; y siendo empujada al vestidor, me puse rápidamente aquel disfraz, mientras en mi interior reía ante lo ridícula que seguramente me vería.
"Vaya Candy, luces muy bien… aunque… creo que ir al baile con pantalones… no es una buena idea" dijo Annie una vez salí del vestidor. "Yo sugiero… que sustituyamos el pantalón por una falda" expresó Patty, a lo cual, yo estuve totalmente de acuerdo pues, a pesar de que el disfraz me agradaba tal y como estaba, no quería tentar a mi suerte llevando pantalones. "Sí, esa es una buena idea, pero creo que a pesar de ello, no evitará ser el centro de atención al disfrazarse como un pirata" fueron las palabras de Stear. "Y a todo esto…¿realmente te gustaría ir disfrazada de pirata?" preguntó Archie.
"¡Claro que sí!" respondí bastante segura, sabía que Terry estaría a mi lado para protegerme de cualquier comentario malicioso. Sin perder más tiempo, Terry ordenó que nos tomaran medidas para que los disfraces quedaran perfectos.
Y como todo lo bueno llega a su fin, había llegado el momento de regresar al colegio. Con un suspiro de tristeza emitido por los seis, nos dirigimos de regreso. Al parecer, éramos los últimos en llegar. Terry y yo nos rezagamos del resto; las estrellas apenas empezaban a brillar en el cielo. Sin darme cuenta, habíamos llegado a la entrada de los dormitorios de las chicas. Sin saber porqué, tomé su mano, acariciando suavemente sus largos dedos. Mientras lo miraba fijamente, pude ver un extraño brillo en su mirada; nos miramos por largo rato mientras mi corazón latía apresurado, tal y como aquella tarde en Escocia. Sin pensarlo, cerré los ojos, me daba miedo admitir que deseaba ser besada de nuevo... Percibí su suave aliento a unos centímetros de mi boca, cuando de pronto sentí sus labios sobre mi mejilla y susurró a mi oído: "dulces sueños, pecosa" .
Sentí mi rostro enrojecer. Seguramente, Terry sospechaba lo que yo esperaba, y debido a la gran vergüenza no abrí los ojos hasta que el llamado de la hermana Margaret me hizo regresar a la realidad. No sé por qué, ese beso en la mejilla me dejó con un extraño sentimiento de infelicidad.
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La trampa fallida de Elisa
FanfictionQue hubiera pasado si... el duque hubiera ayudado a Candy. Serie de viñetas desde diferentes perspectivas de nuestros personajes favoritos y de los no tan favoritos. Disclaimer: Los personajes así como su descripción física pertenecen a sus creadora...