Capítulo 15

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Lo que en un inicio sería una pequeña carta, terminó convirtiéndose en una misiva de tres hojas, Candy caminaba de un extremo a otro de su habitación mientras esperaba a que la tinta de las hojas así como la del sobre secara por completo. Repentinamente unos golpes en su puerta la sacaron de su ensoñación, rápidamente acomodó las hojas y el sobre de manera que su visita no pudiera ver lo que estaba escrito.

—Siento interrumpirte Candy, pero Terry ha solicitado entrevistarse contigo—dijo dulcemente la hermana Margaret, esperando que fuese lo que hubiera hecho Terry, Candy por fin le diera la oportunidad de verla.

Candy mordía su labio pues por una parte quería verlo, pero también quería llevar inmediátamente su carta al correo de colegio, ya que si no la llevaba esa misma tarde, tendría que esperar una semana para que su carta fuera enviada.

—Hermana Margaret, por favor dígale que me encuentro indispuesta, que me disculpe—respondió Candy mientras jugaba con los pliegues de su falda.

—Muy bien Candy se lo comunicaré—la hermana Margaret dio la media vuelta dispuesta a salir, pero repentinamente la asaltó un deseo de intervenir a favor de Terry—Candy se que no es mi asunto, y disculpa mi intromisión pero Terry realmente lo ha estado pasando mal... ¿No podrías aunque sea darle cinco minutos para disculparse por lo que sea que te haya hecho?

—Hermana Margaret, le prometo que le daré esos cinco minutos, pero no en este momento—respondió Candy mirando impaciente su carta.

—Muy bien Candy. Aunque pensándolo bien, tal vez deberías de alargar un poco más tú molestia—ante la mirada dudosa de la rubia, la hermana agregó—me refiero a que es grato ver a Terry en misa, aunque su atención esté puesta en ti y no en el sermón del padre Gregory—la hermana sonrió al ver el sonrojo de Candy—bueno Candy, iré a darle tu recado a Terry.

—Gracias hermana—balbuceó Candy, mientras la hermana abandonaba la habitación.

Ooooooooo

La luz de la luna iluminaba tenuemente aquella habitación en penumbra, al otro lado de la puerta se escuchaban los pasos lentos de los chicos y el abrir y cerrar de las puertas de las habitaciones, el corazón de Candy comenzó a palpitar rápidamente mientras aguardaba a que Terry entrara en la habitación, sin poder aguantar más se levantó de la cama y empezó a pasearse por la habitación.

El girar del picaporte la puso alerta, aguantando la respiración sonrió tímidamente al rostro sorprendido de Terry.

—Candy—murmuró Terry sin dar crédito a lo que sus ojos veían.

—Hola—dijo Candy en un susurro, mientras sus ojos empezaban a empañarse.

—¡Por favor, no llores Candy!—Terry rápidamente la envolvió entre sus brazos, mientras la rubia sollozaba en su pecho—nunca debí haberte dicho esas cosas tan desagradables, y el haber estado molesto no es disculpa para mi comportamiento...

A su mente llegó aquella discusión del baile de hallowen...

Flash back

—Yo no me disculparé—dijo tajantemente Terry cruzándose de brazos, en un intento de dar por finalizada la discusión.

—Pues deberías, seguramente la pobre de Elisa debe de estar bastante triste por la humillación a la que la sometieron.

—¡Pobrecita de Elisa! —se burlaba Terry—lo mejor es que esto lo tome como un preludio de todo lo que le espera a ella y al imbécil de su hermano, hasta que les quede claro que no se deben de meter contigo.

—Por Dios Terry, no es necesario llegar a tanto, además sus travesuras no me han hecho daño alguno—dijo Candy con una sonrisa, en un intento de restárle importancia a las malas bromas de los Legan y halagada de que Terry la defendiera.

La furia al ver la poca importancia que Candy daba a las "travesuras" como ella acababa de llamar a las maldades de los Legan, hizo que la poca paciencia de la que era poseedor el castaño se perdiera por completo.

— Bien Candy tal vez sus travesuras a ti no te han causado daño ¡pero a mi si!—gritó Terry—¡de haber sabído que sus maldades para ti sólo son travesuras, me habría ahorrado el doblegárme ante mi padre y acceder a no tener contacto con mi madre!

Demasiado tarde se dio cuenta Terry de lo que había hecho, al ver la mirada cristalina de Candy supo el grave error que cometió.

—¿El duque te pidió eso?—ante el silencio de su interlocutor, Candy comenzó a llorar—¡Oh Terry, jamás debiste de haber aceptado eso! Por favor perdóname por el daño que te he causado.

Y sin esperar respuesta alguna, Candy corrió lo más rápido que le permitían sus pies, ignorándo los gritos desesperados de Terry.

Fin del flash back

—Anda Candy, di que me perdonas—dijo dulcemente Terry, tomando el rostro de la rubia por la barbilla para mirarla a los ojos.

—Yo... no tengo nada que perdonarte... soy yo la que debería aspirar a tu perdón, ni siquiera tengo el valor de mirarte a la cara... el pensar que por culpa mía tu padre te ha alejado de tu madre... ¡oh, Terry perdóname, por favor di que me perdonas!—los sollozos de Candy desgarrában el alma de Terry.

—Si te hace sentir mejor, te perdono tarzán pecosa—respondió Terry en un intento de tomarle el pelo, ambos se miraban sonrientes—pero que te quede bien claro Candy, tú vales todos los castigos y chantajes si con eso puedo darte aunque sea un poco de felicidad.

Terry la miraba seriamente, mientras Candy comprendía el significado de aquellas palabras.

—No te merezco Terry—un suspiro triste salió desde lo profundo de su ser.

—Calla, no digás nada más—Terry puso su dedo índice en los sonrosados labios de la rubia.

Azul y verde se miraban fíjamente mientras sus corazones latían al unísono, Candy mordisqueaba su labio inferior y sin poder resistírse Terry se acercó lentamente dándole la oportunidad de alejarse, pero para su sorpresa la rubia cerró los ojos, con una sonrisa de medio lado, Terry se posesionó de aquellos dulces labios, la boca firme y sensual de Terry la hizo sentir un delicioso hormigueo por todo su cuerpo reduciéndola a una vacilante sumisión. Dejando atrás el miedo, Candy correspondía de manera entusiasta al beso.

A regañadientes, Terry se alejó apenas unos centímetros, sólo para besárle la cara y descender hasta los expectantes y ansiosos labios de su amada, y Candy emitió un gemído sofocado, al sentir que la lengua de Terry se ahondaba en los secretos de su boca. Terry gruñó al sentir las temblorosas manos de Candy acariciándole la nuca, así que la besó con más decisión, mientras sus manos se habían vuelto una extensión de su boca, rozándo delicadamente las curvas de la rubia; al sentir sus caricias, ambos sintieron en cada parte de su ser que al fin habían encontrado la felicidad que tanto habían buscado.

La trampa fallida de ElisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora