QUINCE

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Alexander

Estoy en la cama mirando hacia el techo, Viktoria está abrazada a mí, dormida. Acabamos de follar. Después de tantos meses he vuelto a estar en su interior. Pero no estoy bien. Ella me dijo que esto no significaba nada. Solo necesitaba sexo y se lo di. Quiero más de ella, de nosotros. Y sé que no lo podré obtener de momento. O quizás nunca. Puede que ella nunca quiera volver conmigo. El nudo en el pecho me aprieta. Pensar en que ella pueda estar con otro me duele y me quema. Y sé que tendré que aceptar lo que ella decida, pero no será fácil. Mi mano tiembla de nuevo, la garganta se me seca y noto mis labios cortantes. La necesidad de beber alcohol vuelve a aparecer en mí. Pongo mi mano en el vientre de Viktoria intentando sentir a mi hija. Ella se mueve como si supiera que su padre la necesita. Una lágrima rebelde corre por mi mejilla y cae en el pelo de Viktoria. Ellas me dan paz. Fui tan estúpido que las eché de mi vida. Un cobarde. Pero eso se acabó. Pienso enmendar mis errores, así me lleve toda la eternidad. Y aunque eso implique ver a Viktoria junto a otro. Cierro los ojos, dejando mi mano posada en el vientre abultado de la mujer que descansa a mi lado. Mi hija sigue moviéndose.

Despierto en la misma posición en la que me quedé dormido. Viktoria sigue a mi lado. Giro la cabeza y miro el despertador de la mesita. Son las 7:00h de la mañana. He dormido de un tirón toda la noche. Hacía meses que no lo lograba. El recuerdo de mi hija moviéndose en el interior de su madre llega a mi mente. Se movió cuando más lo necesité. Y recuerdo haberme quedado dormido sintiendo sus movimientos.

-A mí también me ayudó a dormir cuando ella empezó a moverse- susurra Viktoria.

-¿Ahora lees la mente? Ya van dos veces.

-Anoche sentí cuando pusiste tu mano en mí. Te noté temblar y a nuestra hija moverse. Luego te quedaste dormido, mientras ella seguía moviéndose.

-¿Por qué no dijiste nada? Pensé que estabas dormida.

-Lo estaba. Me desvelé un poco y os noté a ambos interactuar. No quería entrometerme en vuestro momento.

Viktoria es una mujer tan especial. Dejó que mi hija y yo tuviéramos nuestro momento. Dejó que calmara mi necesidad de alcohol.

-Deberías buscar ayuda- dice levantándose de la cama.

-Lo haré hoy mismo, te lo prometo.

-No tienes que prometerme nada a mí. Hazlo por ti mismo y por tu hija. No merece un padre alcohólico.

-No, no lo merece. Pero quiero prometértelo a ti también.

-Está bien.

Viktoria se levanta y se mete en el cuarto de baño. Oigo el agua de la ducha correr. Es entonces cuando siento que debo volver a mi habitación. Hago lo mismo que ella y me meto en mi propio baño para ducharme. Los recuerdos de lo que hicimos anoche inundan mi mente. Cómo se corrió dos veces. En mis dedos y alrededor de mi polla. Cómo me corrí en su interior. Y entonces comienzo a reírme. Es irónico que nunca antes usáramos un condón y nunca tuviéramos un susto. Pero en cuanto usamos un maldito condón, algo pasó con él y se quedó embarazada. A veces no entiendo la naturaleza. Niego con la cabeza mientras sigo riéndome.

Realmente irónico.

Cierro el grifo y salgo de la ducha. Agarro una toalla y la envuelvo alrededor de mi cintura. Me seco el pelo con una toalla algo más pequeña. Me peino un poco con los dedos y salgo del baño hacia la habitación para vestirme.

Salgo de la habitación y veo la puerta de la de Viktoria abierta, echo un vistazo y la llamo, no responde. Debe estar abajo. Bajo las escaleras para encontrarme con ella. La encuentro en la cocina junto con Linda. Ella le prepara el desayuno mientras Viktoria está en el taburete junto a la barra de la cocina.

Deteniendo el tiempo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora