Después de salir del laboratorio me fui a mi coche. Estaba enfadado por culpa de Mark. Había dicho que Viktoria era suya. Luego entré en mi coche y conduje durante un rato por Londres sin rumbo fijo, me salté un semáforo en rojo y un camión me golpeó por el lado derecho. Si hubiese estado en ese lado no habría podido explicar por qué no estaba muerto. Mi coche había quedado destrozado, Ger tuvo que venir a buscarme. Tenía sangre por mi cabeza y varios hematomas. El peor era el del costado, seguramente alguna hemorragia interna. Pero no fui al hospital porque terminarían curándose tarde o temprano. Las heridas más leves no tardaron mucho en curarse. En cambio, las más graves iban a tardar un poco más.
Después de llegar a casa, Linda me limpió la sangre. Pero mi ira no había disminuido, al revés había ido en aumento. El imbécil de Mark seguía rondando mi cabeza. Así que agarré las llaves del coche de Linda y conduje hasta una licorería. Compré dos botellas de whisky. Luego volví a casa y me encerré en mi baño antes de que Linda me alcanzara. Cerré el pestillo y comencé a beber. No logro recordar en qué momento me quité la camisa y los zapatos. Solo sé que Viktoria vino cuando yo ya estaba en pantalones. Habíamos discutido al principio por mi negativa a dejar la botella de whisky. Le dije cosas sobre mí. Pero estoy seguro de que ella no se lo tomó en serio.
Viktoria me ayuda a salir de la bañera y me da una toalla para que me la ate, pero no la cojo. Ella pone los ojos en blanco y yo sonrío. Me conoce y sabe lo que espero que haga. Que me la ate ella. Y eso hace. Luego agarra mi mano y me lleva hasta el dormitorio. Desaparece en el pequeño vestidor y vuelve con ropa para mí.
-Sécate el cuerpo- ordena, pero me quedo estático- No voy a hacerlo yo.
-Pero tú lo haces bien- digo sonriendo.
-Alexander déjate de juegos.
-No me llames así-espeto.
-Dejaré de llamarte así cuando te lo ganes.
Me acerco a ella y la agarro por la cintura. La miro a los ojos y luego sus labios. Los que me muero por probar.
-¿Y cómo puedo ganármelo?
-Así no- dice alejándose de mí.
Viktoria desaparece en el baño y aprovecho para secarme y vestirme. Cuando noto que hace un gesto de dolor y se agarra un costado del vientre. Me levanto de la cama y voy rápido hacia ella.
-¿Estás bien?- digo tocando donde ella lo hace.
-No es nada.
-¿Te duele?
-En serio, no es nada.
-Vamos te llevo al hospital.
-No, se me pasará.
-Viktoria- advierto.
-Está bien. Pero conduzco yo.
-De eso ni hablar.
Bajamos al piso de abaja. Linda nos retiene con preguntas. Viktoria intenta contestar, pero la detengo y le explico a Linda la situación. Se ofrece a llevarnos, no quiere que yo conduzca y en realidad, se lo agradezco, prefiero ir detrás con Viktoria. Nos montamos en el coche, Linda y Ger delante y Viktoria y yo detrás. La acurruco en mi pecho, de vez en cuando hace esos gestos de dolor. Le acaricio el vientre, noto a mi bebé moverse. Las lágrimas se acumulan en mis ojos. Que el bebé se mueva es buena señal. Escucho a Viktoria sollozar y le doy un beso en la cabeza.
-Todo va a estar bien- le susurro.
Llegamos al hospital y comienzan a hacer preguntas.
¿De cuántas semanas estás?
¿Algún problema de salud?
¿Inconvenientes en el embarazo?
¿Alergias?
¿Qué notas?
Dolor, maldita sea. Siente dolor.
Nos llevan a una consulta con un ecógrafo. Nos avisan de que el doctor vendrá pronto. Sólo me han dejado pasar a mí para acompañar a Viktoria. Ella se recuesta en la camilla, me pongo a su lado agarrando su mano. Levanto un poco su camisa para ver su vientre. Es la primera vez que lo veo sin ropa. Me emociono al notar al bebé moverse a través de la piel. Toco con cuidado donde se están produciendo los movimientos. Abro la boca de sorpresa, es como si pudiera tocar a mi hija. Viktoria se ríe. Le sonrío, pero no dejo de acariciar el hogar de mi bebé. Ella ha hecho un buen trabajo. Sin mí. No necesita a nadie para salir adelante. Puede ella sola y si yo nunca hubiera aparecido sé que mi hija habría tenido a la mejor madre del mundo. Me agacho y deposito un beso en el vientre. Después pego mi frente ahí y susurro.
-Nunca más me separaré de ti pequeña, lo siento mucho. Tu padre es un auténtico imbécil.
-Y tu madre apoya eso- contesta Viktoria mirándome mientras sonríe.
El médico entra sonriendo.
-Buenas tardes- saluda- Veamos que tenemos aquí- dice leyendo las notas de la enfermera- ¿Aún tienes dolores?- le pregunta a Viktoria.
-A veces.
-¿Cómo son? Descríbemelos lo mejor que puedas- dice mientras prepara el ecógrafo.
-Pues... Es como si me clavaran algo puntiagudo.
-Hmm...- contesta el médico echando gel en el vientre de Viktoria- ¿Lo has sentido antes o es nuevo?
-Nuevo, nunca me había dolido. Todo el embarazo ha ido bien.
-¿Quién es tu obstetra?
-La doctora Agatha Mitchell de la clínica Nona.
-La diosa romana del embarazo- contesta el doctor- Conozco a la doctora Mitchell. Es mi mujer- dice sonriendo a Viktoria.
-¡Oh! Encantada de conocerlo doctor ¿Mitchell?- contesta Viktoria.
-Me gusta doctor Mitchell y creo que Aggy le gustará más escuchar que me llamaste por su apellido. Creo que me lo cambiaré.
Viktoria se ríe ante su broma. Hacía tiempo que no escuchaba su risa. Y tampoco recordaba la paz que me produce oírla reír.
-¿Niño o niña?
-Niña- contestamos Viktoria y yo al unísono.
-¿Ya tienen nombre?
Miro a Viktoria. No le he preguntado si ya tiene nombre para nuestra hija.
-Aún no. Sé uno de los que llevará, pero no lo diré hasta que tenga el otro.
-Como usted mande jefa. Hasta entonces la llamaremos bolita. ¿Te parece bien?- pregunta el doctor.
-Es perfecto, en realidad creo que es una pequeña bolita, demasiado grande para su tamaño.
-Bueno teniendo en cuenta a su padre no me extraña- dice mirándome.
El pecho se me hincha cuando el médico dice que mi hija se parecerá a mí. Aunque realmente espero que tenga el corazón y la personalidad de Viktoria.
-Sí, tiene buenos genes...- dice Viktoria.
El sonido de un corazón interrumpe a Viktoria.El corazón de mi niña suena por toda la consulta. Aprieto la mano de Viktoria y la miro. Las lágrimas se escapan de sus ojos. Me mira y me inclino para darle un beso en los labios. Ella no me aparta.
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