NUEVE

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Alexander

Viktoria se queda congelada cuando le hablo. No me mira. Se levanta e intenta marcharse, pero se lo impido poniéndome delante de ella.

-Por favor- le suplico.

-No.

-Solo es hablar. Ni siquiera te estoy diciendo que debes perdonarme.

-¿Qué más tienes que decir?- pregunta cruzándose de brazos- Ya dijiste todo hace cinco meses.

-Aunque te sorprenda no dije todo y te mentí. Todo lo que te dije esa vez era mentira- digo mirando al suelo.

-¿Qué? No estoy para tus juegos Alexander.

-No estoy jugando. Nunca he jugado contigo- le digo, ahora mirándola a los ojos.

Después de tanto tiempo por fin vuelvo a ver esos maravillosos ojos. Los he extrañado demasiado.

-Ten- le digo extendiéndole un papel- Si quieres escuchar lo que tengo que decirte ven el sábado a esta dirección. Si después de escucharme no te convenzo te dejaré en paz para siempre. Te lo prometo.

-¿Para siempre?- duda agarrando el papel- ¿Y qué pasa con mi hija?

-Nuestra...- susurro- Si no quieres que esté presente en su vida lo entenderé, os dejaré en paz a las dos.

-¿Por qué ahora sí quieres estar en su vida? No lo entiendo- dice con los ojos cristalizados.

-Por favor no llores- le suplico acariciando su mejilla.

Ella cierra los ojos, una lágrima cae por su rostro. La atrapo con mi dedo y Viktoria inclina la cabeza hacia mi toque.

-El sábado. Te daré explicaciones de todo y contestaré a cualquier pregunta que tengas- le digo dejando caer mi mano de su cara.

-Me lo pensaré.

-Me sirve con eso. Gracias.

Viktoria pasa por mi lado dejando su olor en mis fosas nasales. Huele como siempre, a fresas. Voy a la barra de la cafetería y pido algo para comer. Cuando me dan la comida voy hacia una mesa y me siento a comer tranquilo. O eso pensaba. La secretaria de Reece aparece en la cafetería y se dirige a mí con una sonrisa.

-Pensé que alguien de su clase comería en un lugar más adecuado.

-Este es adecuado, está limpio y la comida es buena- digo metiéndome un trozo de pescado en la boca.

-Este lugar da asco. Alguien como usted debería estar comiendo con el señor Reece en un restaurante de lujo.

-No necesito un restaurante de lujo para alimentarme- espeto.

-Está bien. Pero la próxima vez lo llevaré a un sitio mejor- dice pasando un pañuelo de papel por el asiento.

-No es necesario que te quedes conmigo, puedo comer solo.

-Nadie debería comer solo. Además, soy buena compañía- dice sonriendo de forma coqueta.

-No necesito compañía, tengo lo que quiero y eso no eres tú- le contesto levantándome.

Me marcho de la cafetería hacia el despacho de Reece. Luna viene siguiéndome el paso. Parece que no capta lo que le digo. Llego al ascensor y marco la segunda planta. Necesito ver a Viktoria de lejos.

-¿Se le ha perdido algo en el laboratorio?- pregunta Luna.

-No es asunto suyo- digo mirando a la pantalla del ascensor.

Es incansable. Le diga lo que le diga y le hable como le hable no parece entenderlo. El ascensor se para y salgo de él. Por supuesto que Luna sigue mis pasos y hace lo mismo. Me paro y cojo aire profundamente para no girarme y gritarle. Lo suelto y pongo mis ojos a buscar la melena pelirroja. No la encuentro.

-¿Busca a alguien?- preguntan a mi espalda.

Me giro y veo a Mark con el ceño fruncido.

-No es asunto tuyo. ¿Qué te ha pasado ahí?- digo divertido señalándole la mandíbula.

-Un golpe tonto con la mesita de noche- dice encogiéndose de hombros.

-Vaya... Debió doler mucho- le digo sonriendo.

-No tanto.

-¿En serio? Parece un buen golpe- rio.

-¿Busca a alguien?- repite molesto.

-Te repito que no es asunto tuyo. Mejor vete a trabajar.

-Usted no me da órdenes- espeta.

-El señor Edevane puede darte cualquier orden Mark- contesta Luna.

-Él no es nadie aquí. Nadie- dice con doble sentido.

-Soy más de lo que crees- contesto acercándome a él.

Es unos centímetros más alto que yo, pero eso no me preocupa.

-Aléjate de ella. Es mía- dice.

-¿Qué?- pregunto antes de romper en una carcajada- No sabía que eras tan bueno contando chistes- digo haciendo como que me limpio una lágrima por la risa.

-No es ningún chiste.

-En serio Taylor, deja de hacer el ridículo. Yo fui el primero y seré el único. El bebé que lleva en su vientre es mío y planeo hacerle más bebés.

-¿Y cómo planeas hacer ese milagro?- pregunta cruzándose de brazos.

-¿Realmente necesitas que te explique el proceso de crear a un bebé? Está bien. Verás, papá se folla a mamá sin condón- en mi caso fue con condón- Se corre dentro de ella y fecunda su óvulo, entonces surge el milagro de la vida.

-No me refería a eso.

-Lo que sea. Ella terminará volviendo a mí. Su lugar está a mi lado y cuando vuelva a follar con ella te lo haré saber- digo caminando de vuelta al ascensor.

-No la vas a tocar- dice poniendo una mano en mi hombro.

-No vuelvas a tocarme- espeto quitando su asquerosa mano de mi hombro.

Entro en el ascensor y Luna me sigue... Viktoria es libre de decidir con quién estar y si no quiere volver conmigo lo respetaré.Pero el maldito Mark Taylor no tiene que saber eso. No me gusta que esté a su lado, no me gusta que la toque, no me gusta que la mire ni tampoco me gusta que la piense. Pero si Viktoria decide que él es elegido tendré que joderme y respetarla.

 Pero si Viktoria decide que él es elegido tendré que joderme y respetarla

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Deteniendo el tiempo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora