Viktoria se queda congelada cuando le hablo. No me mira. Se levanta e intenta marcharse, pero se lo impido poniéndome delante de ella.
-Por favor- le suplico.
-No.
-Solo es hablar. Ni siquiera te estoy diciendo que debes perdonarme.
-¿Qué más tienes que decir?- pregunta cruzándose de brazos- Ya dijiste todo hace cinco meses.
-Aunque te sorprenda no dije todo y te mentí. Todo lo que te dije esa vez era mentira- digo mirando al suelo.
-¿Qué? No estoy para tus juegos Alexander.
-No estoy jugando. Nunca he jugado contigo- le digo, ahora mirándola a los ojos.
Después de tanto tiempo por fin vuelvo a ver esos maravillosos ojos. Los he extrañado demasiado.
-Ten- le digo extendiéndole un papel- Si quieres escuchar lo que tengo que decirte ven el sábado a esta dirección. Si después de escucharme no te convenzo te dejaré en paz para siempre. Te lo prometo.
-¿Para siempre?- duda agarrando el papel- ¿Y qué pasa con mi hija?
-Nuestra...- susurro- Si no quieres que esté presente en su vida lo entenderé, os dejaré en paz a las dos.
-¿Por qué ahora sí quieres estar en su vida? No lo entiendo- dice con los ojos cristalizados.
-Por favor no llores- le suplico acariciando su mejilla.
Ella cierra los ojos, una lágrima cae por su rostro. La atrapo con mi dedo y Viktoria inclina la cabeza hacia mi toque.
-El sábado. Te daré explicaciones de todo y contestaré a cualquier pregunta que tengas- le digo dejando caer mi mano de su cara.
-Me lo pensaré.
-Me sirve con eso. Gracias.
Viktoria pasa por mi lado dejando su olor en mis fosas nasales. Huele como siempre, a fresas. Voy a la barra de la cafetería y pido algo para comer. Cuando me dan la comida voy hacia una mesa y me siento a comer tranquilo. O eso pensaba. La secretaria de Reece aparece en la cafetería y se dirige a mí con una sonrisa.
-Pensé que alguien de su clase comería en un lugar más adecuado.
-Este es adecuado, está limpio y la comida es buena- digo metiéndome un trozo de pescado en la boca.
-Este lugar da asco. Alguien como usted debería estar comiendo con el señor Reece en un restaurante de lujo.
-No necesito un restaurante de lujo para alimentarme- espeto.
-Está bien. Pero la próxima vez lo llevaré a un sitio mejor- dice pasando un pañuelo de papel por el asiento.
-No es necesario que te quedes conmigo, puedo comer solo.
-Nadie debería comer solo. Además, soy buena compañía- dice sonriendo de forma coqueta.
-No necesito compañía, tengo lo que quiero y eso no eres tú- le contesto levantándome.
Me marcho de la cafetería hacia el despacho de Reece. Luna viene siguiéndome el paso. Parece que no capta lo que le digo. Llego al ascensor y marco la segunda planta. Necesito ver a Viktoria de lejos.
-¿Se le ha perdido algo en el laboratorio?- pregunta Luna.
-No es asunto suyo- digo mirando a la pantalla del ascensor.
Es incansable. Le diga lo que le diga y le hable como le hable no parece entenderlo. El ascensor se para y salgo de él. Por supuesto que Luna sigue mis pasos y hace lo mismo. Me paro y cojo aire profundamente para no girarme y gritarle. Lo suelto y pongo mis ojos a buscar la melena pelirroja. No la encuentro.
-¿Busca a alguien?- preguntan a mi espalda.
Me giro y veo a Mark con el ceño fruncido.
-No es asunto tuyo. ¿Qué te ha pasado ahí?- digo divertido señalándole la mandíbula.
-Un golpe tonto con la mesita de noche- dice encogiéndose de hombros.
-Vaya... Debió doler mucho- le digo sonriendo.
-No tanto.
-¿En serio? Parece un buen golpe- rio.
-¿Busca a alguien?- repite molesto.
-Te repito que no es asunto tuyo. Mejor vete a trabajar.
-Usted no me da órdenes- espeta.
-El señor Edevane puede darte cualquier orden Mark- contesta Luna.
-Él no es nadie aquí. Nadie- dice con doble sentido.
-Soy más de lo que crees- contesto acercándome a él.
Es unos centímetros más alto que yo, pero eso no me preocupa.
-Aléjate de ella. Es mía- dice.
-¿Qué?- pregunto antes de romper en una carcajada- No sabía que eras tan bueno contando chistes- digo haciendo como que me limpio una lágrima por la risa.
-No es ningún chiste.
-En serio Taylor, deja de hacer el ridículo. Yo fui el primero y seré el único. El bebé que lleva en su vientre es mío y planeo hacerle más bebés.
-¿Y cómo planeas hacer ese milagro?- pregunta cruzándose de brazos.
-¿Realmente necesitas que te explique el proceso de crear a un bebé? Está bien. Verás, papá se folla a mamá sin condón- en mi caso fue con condón- Se corre dentro de ella y fecunda su óvulo, entonces surge el milagro de la vida.
-No me refería a eso.
-Lo que sea. Ella terminará volviendo a mí. Su lugar está a mi lado y cuando vuelva a follar con ella te lo haré saber- digo caminando de vuelta al ascensor.
-No la vas a tocar- dice poniendo una mano en mi hombro.
-No vuelvas a tocarme- espeto quitando su asquerosa mano de mi hombro.
Entro en el ascensor y Luna me sigue... Viktoria es libre de decidir con quién estar y si no quiere volver conmigo lo respetaré.Pero el maldito Mark Taylor no tiene que saber eso. No me gusta que esté a su lado, no me gusta que la toque, no me gusta que la mire ni tampoco me gusta que la piense. Pero si Viktoria decide que él es elegido tendré que joderme y respetarla.
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