CUATRO

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Viktoria

Mi vientre ha crecido más en los dos últimos meses. Tengo treinta semanas de embarazo y es una niña. Marcia acertó y eso la hizo creer que provenía de un aquelarre de brujas, de hecho, hasta estuvo investigando sus antepasados. Pero no halló nada, obviamente. La relación de Luke y Marcia se hizo oficial a los dos meses de llegar a Londres. Ella le presentó a sus padres y Luke a los suyos. En cuanto a mí, me hicieron fija en mi trabajo, así que ahora gano más dinero y trabajo la mitad. Algo que se agradece cuando llevas un ser humano en tu interior. Marcia y Luke no se han separado de mi lado, me han acompañado a cada cita con la obstetra y han comenzado a comprar algunas cosas para mi hija.

Mi hija.

Aún me resulta extraño pensar que seré madre en unas diez semanas. Se supone que daré a luz a finales de enero. Tengo miedo, no sé si seré una buena madre, pero intentaré ser la mejor para mi hija. Prometí que lucharía por ella.

Por mi hija.

Tengo que contarles a Marcia y a Luke que he encontrado una casa cerca de aquí. No hemos hablado de ello, pero todos necesitamos nuestro espacio. Ellos tienen una relación y mi bebé y yo necesitamos comenzar un hogar juntas. Tengo que decírselo cuanto antes. Lo haré esta noche cuando vuelva a casa después de trabajar. Lo que me recuerda que debo levantarme de la cama y darme prisa si quiero llegar a tiempo al laboratorio.

Me levanto de la cama con un poco de dificultad, al parecer mi hija ha decidido construirse una mansión en mi vientre. Es demasiado grande para treinta semanas.

-Vamos hija, deja de hacer que mi panza parezca un balón. Ya tienes suficiente espacio ahí dentro- digo sentada en el borde de la cama mirando mi vientre.

Últimamente lo hago demasiado. A veces sin darme cuenta. La obstetra dice que es productivo para la bebé, que así se acostumbra a mi voz. Camino hacia el baño y me miro al espejo. Ya no queda nada de la chica que huyó de Oxford. Bueno, casi nada. Mi corazón sigue doliendo, aunque no lo demuestre. Intento ocultar mis sentimientos de Marcia y Luke. Ellos creen que ya he superado a Alexander. Pero no es así y, sinceramente, no creo que lo haga nunca. Mi hija se parece a él. Lo vi en la ecografía 5D de la semana pasada. Tiene la misma nariz y boca que él. Ella me recordará siempre a su padre. Los ojos se me empañan al pensar en él. Los recuerdos se agolpan en mi mente. Todos los momentos bonitos que viví junto a Alexander Edevane. Pero también viene a mi mente el día en que nos repudió a mi hija, su hija, y a mí. Duele como si tuviera un puñal clavado en el corazón y no pudiera sacarlo. Tengo el corazón sangrando desde hace cinco meses. Me limpio las lágrimas y me meto en la ducha. Tengo que aparcar mis sentimientos por él, no son bienvenidos en mi vida.

Cuando termino de ducharme y vestirme, voy a la cocina, no hay nadie, aún es de noche a las 7:30h de la mañana, agarro una manzana y una botella pequeña de leche, no tengo tiempo de pararme a desayunar. Entro en mi coche y me pongo en marcha hacia el laboratorio.

Llego quince minutos después. Saludo a George, el guardia de seguridad, y me dirijo a mi puesto de trabajo en la segunda planta.

Mi trabajo consiste en investigar agentes biológicos no peligrosos e intentar encontrar curas para ellos. Algunos virus o bacterias son más complicados que otros, pero para mí, son los más divertidos. Por lo menos me ayudan a no pensar en mi carga emocional.

Cuando llego a mi mesa, Mark está en la de al lado. Las mesas están pegadas unas a otras. Mark Taylor es mi compañero junto a otras dos personas más, en este laboratorio somos cuatro. Jessica y Hugo González, son dos españoles de treinta y dos años, hermanos mellizos y muy, pero que muy, amables. Cada vez que llego al laboratorio me están esperando para acariciar mi vientre y emocionarse por cada movimiento de la bebé. Siempre me preguntan si tengo ya un nombre para ella y la respuesta siempre es la misma. No. Aún no tengo un nombre para ella. Quiero que lleve el nombre de mi madre, Lily, pero también quiero un segundo nombre y no sé cuál elegir. Así que hasta que no tenga el nombre completo no tengo pensado decir nada.

Deteniendo el tiempo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora