TRES

2.4K 143 6
                                        

Alexander

Actualidad

Cinco meses. O eso creo.

Ese es el tiempo que ha pasado desde que eché a Viktoria como si fuera basura. Estar borracho te hace perder la noción del tiempo y yo llevo demasiado en este estado. Linda y Ger se marcharon definitivamente, no han venido a verme. Pero después de lo que pasó lo entiendo. Eché a todos los empleados y me quedé completamente solo en esta enorme casa. Demasiado grande para un borracho que no tiene a nadie. También me despidieron de la universidad después de una semana sin ir. Entendible.

Destruí lo único bueno que tenía en mi vida. La deseché como basura y le mentí para que se fuera. Ella no es basura. Es un diamante de esos raros que encuentras una vez cada cien años.

¿Cómo estará? ¿Y mi bebé?

Dios mío. Mi bebé. También lo deseché. Soy un maldito imbécil. Un cobarde que merece todo lo que le está pasando. Yo mismo me lo busqué. Me levanto del suelo de mi dormitorio para ir al baño. Me miro en el espejo roto y sólo veo a un hombre destruido física y mentalmente. Tengo barba, ojeras, ojos rojos e hinchados, los pómulos marcados, la tez pálida. He perdido peso, apenas he comido estos meses. Pero no puedo morir de inanición ni tampoco puedo enfermar. Literalmente podría ser un esqueleto andante y no moriría. La puerta de la casa suena. Alguien ha entrado.

¿Viktoria? ¿Quizás haya venido a por mí?

Salgo del baño rápidamente y corro por todo el pasillo y escaleras gritando su nombre.

-¡Viktoria mi amor!

Nadie contesta.

Cuando llego a la entrada no hay nadie. Busco por la planta baja y no encuentro nada. Genial ahora también tengo alucinaciones.

-Pareces un vagabundo- dice una voz femenina.

-¿Viktoria?- contesto con lágrimas en los ojos buscando de dónde viene el sonido.

-No. ¿Cómo crees que va a venir después de cómo la trataste?

Una figura femenina sale de las sombras de la casa. Linda.

-¿Qué haces aquí?

-No lo sé.

-Si no lo sabes vete- digo abriendo la puerta.

-No me iré.

-No quiero discutir.

-No. Tú no quieres hacer nada más que desgraciarte la vida- espeta.

-¿A eso has venido? ¿A regañarme?

-No Alexander. Esto es para ti. No creo que te interese, pero bueno, no sé- dice entregándome un sobre- Ábrelo si quieres y si no quémalo o destrúyelo o haz lo que te dé la gana.

Abro el sobre ante la atenta mirada de Linda. Me congelo cuando veo las imágenes que hay en su interior. Ecografías. Algunas en 5D. Mi bebé.

-Es una niña y está sana. Aún no tiene nombre- dice Linda.

Las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas cuando me enfoco en la ecografía 5D. Se pueden apreciar todos los detalles. Su nariz, sus manos, su barbilla, su boca. Está sonriendo. Toco su cara cuidadosamente.

-¿Ella sabe que estás aquí y que me has entregado esto?

-No. Si lo supiera me mataría.

-Entiendo.

-Hay algo más en el sobre.

Busco en el interior del sobre acolchado y encuentro un cd.

-Reprodúcelo- dice Linda.

Camino hacia el despacho y enciendo mi portátil. Introduzco el cd y lo reproduzco.

Pum. Pum. Pum. Pum. Pum.

Su corazón. Es rápido y fuerte. Me dejo caer al suelo llorando como si fuera un niño al que le han quitado su juguete favorito. Linda se acerca a mí y me abraza.

-Alex- me dice. Hacía tiempo que no me llamaba así- Hueles fatal.

-Lo siento- digo medio riendo.

-Tienes una oportunidad de recuperarlas a las dos. Pero tienes que ser valiente. No puedes vivir con miedo toda la vida.

-Lo sé.

-¿Quieres ir a por tu mujer y tu hija?- me pregunta mirándome a los ojos.

-Sí.

Me levanto con ayuda de Linda y nos encaminamos a mi habitación. Me ayuda a entrar en el baño. Abre el grifo y deja que el agua corra por la ducha.

-Primero debes ducharte, hueles a muerto. Aféitate también, asustarás a cualquiera si apareces así en la calle. Voy a prepararte algo de comer y llamaré a los antiguos empleados para que vengan a limpiar el desastre que has hecho en la casa.

Se aleja hasta la puerta.

-Y Alex- dice girándose- Si la cagas esta vez te quedarás solo para siempre. No más Linda, no más Gerard y no más Viktoria. Solo, completamente solo.

Asiento. Me desvisto cuando Linda se va. Dejo que el agua corra por mi cuerpo. Agarro la esponja y le echo gel. Restriego bien por todos sitios para quitar la suciedad y el mal olor. Nunca había estado así. Cuando Isabella murió me dolió, pero me encerré en mi laboratorio. Con Viktoria es todo diferente. Ella no está muerta, supongo que se fue a Londres para sus prácticas, solo está a 1h de mí y la siento a miles de kilómetros.

Cierro el grifo y salgo de la ducha. Me ato una toalla en la cadera y me acerco a la parte del espejo que no está rota. Cojo una cuchilla, espuma de afeitar y una tijera. Comienzo a recortar pelo de la barba, está demasiado larga para empezar con la cuchilla. Termino de afeitarme y la puerta se abre. Linda entra sonriendo.

-¡Vaya!- exclama- Ahora sí pareces una persona, aunque ese pelo está demasiado largo. Deja que te lo corte.

Sale del baño para volver a entrar con una silla. Me siento y Linda comienza a cortarme el pelo.

Termina veinte minutos después.

Me miro en el espejo y puedo reconocer al hombre que fui hace cinco meses. Aún están las ojeras y los pómulos marcados, pero poco a poco irán desapareciendo.

-No puedo hacer nada contra las ojeras- dice.

-No importa- contesto.

-¿Sigues borracho?

-No mucho.

-Bien. Tienes que eliminar por completo el alcohol de tu organismo antes de ir a por ellas. Te he dejado ropa limpia sobre la cama. He pedido comida, no tenías nada en la despensa.

Asiento. Linda sale de la habitación. Comienzo a vestirme, me siento raro vistiendo ropa limpia. Bajo las escaleras, el olor a comida inunda mis fosas nasales. Linda está en el comedor llenando los platos que ha preparado.

-Siéntate- ordena.

-Has pedido demasiada comida.

-Tienes peso que recuperar.

Me siento a la cabeza de la mesa. Hacía mucho que no me sentaba.

-Come- ordena Linda poniendo un plato con comida india delante de mí.

Comemos con historias de Linda, me cuenta todo lo que ha pasado estos meses. Pero no me habla de Viktoria, así que desconecto un poco y me concentro en comer. No sabía que tenía tanta hambre hasta que di el primer bocado.

 No sabía que tenía tanta hambre hasta que di el primer bocado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Deteniendo el tiempo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora