VEINTE

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Viktoria

Me despierto con los rayos de sol acariciando mi cara. Noto mi mano atrapado en algo. Cuando miro hacia abajo, veo mi mano entrelazada con la de Alex. Lo observo mientras sigue durmiendo. Ayer fue un caos total. Me pongo a pensar en lo sucedido. Cuando lo vi con esa mujer, su terapeuta, me morí de celos. Nada que ver a cuando vi a Mark con Maggie, sí, sentí celos. Pero no al mismo volumen que con Alex. Sigo amándolo. Pero tengo miedo. ¿Y si vuelve a asustarse? Recuerdo la historia que contó Linda. ¿Qué parte fue ficción y cuál realidad? Sé que Alex es científico y una de las personas más inteligentes que conozco. ¿Pero inventar una cura para la muerte? ¿Es eso siquiera posible? Niego con la cabeza. Definitivamente, Linda solo quería distraerme.

Una enfermera entra en la habitación. Sonríe al mirar a Alex, aún dormido en el sillón a mi lado. ¿Ha dormido ahí toda la noche teniendo una cama justo al otro lado?

-Parece que papá está cansado- susurra la enfermera acercándose por el lado donde están las máquinas.

-Sí- le contesto sonriéndole.

-Es bueno que ambos descanséis ahora que podéis. En cuanto el bebé esté fuera olvidaos de descansar.

Mi sonrisa se hace más amplia al pensar en eso. Debería asustarme, pero después de lo sucedido ayer, solo quiero que mi bebé nazca sana. No me importa cuánto llore o lo poco que me deje dormir. La enfermera me toma la temperatura y la tensión. Cambia la botella de suero. Me avisa que pronto traerán el desayuno para ambos, pero que si necesitamos algo no dudemos en pedirlo. Al ser un hospital privado, parece más un hotel. La doctora Mitchell trabaja aquí cuando no están en la clínica, eso me informó ayer. También me dijo que se pasaría más tarde por aquí para medir de nuevo mi dilatación y el volumen de líquido amniótico. Estoy deseando ver a mi bebé. Miro a uno de los monitores de mi lado, el que muestra su frecuencia cardíaca. Está en 130. Normal. Suspiro aliviada. Todo va a estar bien. Alex se remueve en su asiento. Lo miro mientras comienza a abrir los ojos lentamente. Le sonrío y me devuelve la sonrisa.

-Necesito ir al baño- le susurro.

-Llamaré a la enfermera, no puedes ir con todos estos cables.

Alex pulsa el botón de llamado y la enfermera de antes aparece casi al instante. Él le indica que necesito ir al baño. Ella le dice que no hay problema, pero que tenga cuidado. Me quita la correa que envuelve mi vientre y otros cables. Solo me deja la vía con el gotero del suero. Alex me dice que agarre el gotero y me toma en brazos para que no ande. Entramos al baño, me deja en el suelo cerca del inodoro. Sale y espera en la puerta a que yo acabe.

Termino de orinar, me limpio y miro que no haya sangre. No la hay. Otro suspiro de alivio sale de lo más profundo de mí. Me levanto con cuidado y me acerco al espejo. Tengo un aspecto horrible. Mi pelo está despeinado, mis ojos hinchados y rojos. Y mis labios son un tema aparte, están despellejados y secos. Paso la yema de mis dedos por ellos y recuerdo el beso que me dio anoche Alex. ¿Es lo que quiero? Sé que le amo. Pero necesito tiempo. Él me prometió que volvería a ganarse mi confianza. Lo llamo para que venga a por mí. Puedo caminar, pero me gusta cuando él me lleva. Me deja en la cama, la enfermera vuelve atarme las correas. Se asegura que todo esté bien conectado y se marcha. Poco después otra enfermera entra en la habitación con dos bandejas de comida. Mi estómago ruge. Devoro la comida. Sigo con hambre, anoche creo que ni siquiera cené.

-Toma- dice Alex ofreciéndome la mitad de su sándwich de pavo y su pieza de fruta.

-¿Y tú? No has desayunado casi nada- digo agarrando la comida.

-Puedo pedirle a Linda que me traiga algo, no te preocupes. Come.

Le doy un mordisco al trozo de sándwich y luego acabo con la manzana. Me saben a gloria bendita. Alex sonríe a mi lado.

Deteniendo el tiempo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora