Viktoria
Miro por la ventana y veo a Alexander alejarse con el coche. Qué raro. Cojo mi móvil y marco su número un par de veces, no lo coge. Le envío un mensaje para saber si está bien y si ha ocurrido algo. No hay respuesta. Empiezo a preocuparme. Podría ir a algún bar a beber. Podría conducir estando borracho. Podría meterse en alguna pelea o podría tener un accidente. Todas las posibilidades de que algo salga mal pasan por mi mente. Una contracción atraviesa mi útero haciendo que me tuerza del dolor. Me siento en el sofá más cercano a mí y hago respiraciones. La contracción dura algo más de treinta segundos. Otra vuelve a cruzar por mi útero, esta vez algo más larga.
-¡Linda! ¡Ger!- grito asustada.
Empiezo a sollozar al notar más contracciones. Mi respiración se agita, noto que me falta el aire.
-Osita ¿qué pasa?- pregunta Ger cuando llega a mí.
Se agacha a mi lado y me toca el vientre.
-¿Te vuelve a doler?
Asiento sin poder hablar por el dolor y el llanto.
-¡Cariño! ¿Qué te pasa?- pregunta Linda asustada.
-Dice que le vuelve a doler. Pero el médico dijo que era normal.
Niego con la cabeza efusivamente.
-Están durando más- logro decir.
-¿Puedes andar?- pregunta Ger.
-Me duele mucho- le digo mirándolo a los ojos.
Ger me toma en brazos. Se ha portado tan bien, como Linda, desde que supo que estaba embarazada. Mi oso, como lo llamo a veces, es un buen hombre. A veces, cuando Linda no podía, me acompañaba a las citas médicas. Otras, cuando no podía levantarme de la cama por las náuseas, me cuidaba y me hacía sopa de pescado. Receta de su madre, eso decía. Le estoy muy agradecida por cómo me ha cuidado. De primeras, puede parecer un hombre distante. Pero cuando lo conoces, te das cuenta de que su gran tamaño es igual de grande que su corazón. Es un hombre al que le gusta reír y hacer reír a los demás. Empezó a llamarme osita desde que yo le dije que parecía un oso. Literalmente me dijo que, si él parecía un oso, yo parecía su cachorro. Y realmente, parezco su pequeño cachorro. Es tan alto como Alexander, pero mucho más ancho. Tiene una barba larga. Parece un leñador. Ger me deja en el suelo frente a la puerta abierta de su camioneta. Me ayuda a entrar y se pone en el lado del conductor. Linda entra a mi lado y me agarra la mano. La acaricia con su pulgar.
-Tranquila cariño, todo va a salir bien.
-¿Dónde está?- pregunto llorando.
-Lo estoy intentando contactar, pero tiene el móvil apagado.
-Llama a Marcia y Luke, por favor.
-Ya lo he hecho, no te preocupes. Están de camino al hospital. También he avisado a la doctora Mitchell.
-Gracias.
Linda me pasa su brazo por encima del hombro y me atrae hacia ella acurrucándome en su pecho. No puedo dejar de llorar, las contracciones no cesan y estoy muy asustada. No estoy preparada para esto. Ni siquiera he comenzado a ir a clases de parto, iba a empezar la semana que viene. Un dolor muy fuerte me atraviesa el útero, el más fuerte que he tenido hasta ahora. Noto humedad en mi entrepierna. Miro hacia abajo y veo un charco de un líquido transparente y algo de sangre.
-¡Noooo!- un grito desgarrado mezclado con las lágrimas y el llanto sale de mí.
-Ger- dice Linda con la voz entrecortada- Date prisa.
Comienzo a perder los nervios, doy pequeños gritos. Linda me atrae hacia ella y me intenta calmar, pero nada sirve. Esto no puede estar pasando. Mi hija no puede nacer ahora, no es momento. Es muy pequeña aún. Llegamos al hospital, unas enfermeras salen corriendo hacia mí con una silla de ruedas. Marcia y Luke ya están allí. Linda me acompaña a un lado de la silla y Marcia al otro. Luke y Ger se quedan en la sala de espera mientras me van a atender. Las enfermeras me ayudan a tumbarme en una camilla. Linda les ha contado que he roto aguas en el trayecto en coche. La doctora Mitchell aparece de inmediato y comienzan a ponerme unas correas rodeando el vientre. Me explican que es para monitorear al bebé y las contracciones. Me ponen un sedante suave para tranquilizarme y una inyección para ayudar a desarrollar los órganos del bebé. Me colocan una vía intravenosa con suero y medicación para intentar detener el parto. Sigo sintiendo las contracciones. La doctora Mitchell se pone a mis pies. Las enfermeras me desnudan de cintura para abajo.
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Deteniendo el tiempo #2
Romansa©️Historia registrada en el Registro de la Propiedad Intelectual de España. Cualquier tipo de plagio será denunciado ante la ley. El registro protege la historia de forma internacional. ------------------------------- Todos los derechos reservados...