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Narrador omnisciente.
La noche se había hecho presente hace ya un tiempo en el día, el frío golpeaba los cuerpos de porcelana de la gente, unos más duros que otros.
La joven rubia dormía con un rostro neutral, tenía una posición rara: Una pierna estaba estirada y otra no, una de sus brazos hacia de almohada y otra estaba encima de la manta que la abrigaba del frío.
"El samurai" no podía dormir, solo tenía los ojos cerrados, en su habitación, en total silencio, sin pensar en nada, ya que si lo hacía definitivamente nunca dormiría.
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Pov: Elizabeth Loughty
Baje rápidamente por las escaleras de caracol hechas de marfil, buscaba a mi madre.
—¡Madre! ¡Madre!— La llame tantas veces que pude, mi cabello rubio era largo y fácilmente se enredaba, faltaban unas horas para ir a mi primer baile de adultez, mi peinado estaba arruinado, totalmente arruinado.
—¡Elizabeth!— Mi madre me miró, preocupada al ver mi peinado. —¡Dios santo! Tengo que arreglar este cabello tuyo ahora mismo. —La pobre mujer miro a una de las sirvientas que estaban a nuestro alrededor.
La misma sirvienta trajo un cepillo y un espejo, mi madre me peinaba apresurada para llegar al baile. Me sentía nerviosa, sería mi primera vez en la sociedad. Finalmente había cumplido diecisiete años.
—¡Auch! Eso duele, mamá.— Regañe a mi madre al sentir como jalaba de mi cabello.
— Lo siento, mi flor. —Dijo suspirando, arreglo mi cabello tan rápido como pudo. —Ahora, ve. ¿Las señoritas del condado te esperan? —Pregunto preocupada.