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Pov: Elizabeth Loughty
Día 1 .
Desperté con la espalda doliendo, aunque la cama fuera perfecta a mi tamaño (solo para una persona) era demasiado dura. Mi cuello y hombros estaban tensos, moví mis músculos mientras oía crujidos de mi cuerpo, se sentía menos tenso .
El hogar de este hombre era extremadamente limpio, no había ni un polvo por lo que pude ver mientras caminaba por los pasillos para bajar al segundo piso. Pase mis manos por la barandilla de la escalera de madera, baje y mire hacia la cocina que era un comedor también, ví como el hombre ya estaba sentado, aún sin comer.
- Uh ... God morning, sir. - Agache un poco la cabeza con timidez y me senté sobre la vieja silla de madera. Mi espalda recta y buenos modales que una señorita debería tener ... Si, yo aún tenía la costumbre de Londres .
- Eat.- El hombre señaló un pedazo de pan que parecía duro, en el centro de la pequeña mesa había un tarro de mermelada de frambuesa .
(Comer)
- Thank You sir .- Mire la pequeña taza donde había te de manzanilla. Tomaba un poco de te mientras digeria el pan con la mermelada, el pan era duro pero dulce a causa del sabor de la frambuesa en mi boca, el te más que cálido y la silenciosa compañía del hombre era extrañamente acogedora.
Estaba más que agradecida con el hombre.
Cuando estaba a mitad del desayuno, recordé algo que era de viral importacia antes de comer: Orar a dios. Algo que desde pequeña se me inculcó y, se me había olvidado por completo por todo lo que había pasado, desde abandonar Inglaterra y ahora vivir en Francia ...
Junte mis manos y apoye mi cabeza en ellas, empezando a orar a Dios, todo poderoso.
" Dios padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden ..- "
Un golpe seco contra la madera me alarmó y dejé de orar, mire al hombre frente de mi que tenía el rostro más que enojado.
- ¿Eres católica?- Frunció el ceño. El hombre parecía más que enojado, pero, no entendía muy bien el porqué: ¿Acaso fue por orar?
- Lo soy. ¿Hay algún problema? -Respondi un poco a la defensiva, mis ojos verdosos miraron al hombre con determinación.
El viejo francés miro sus manos por un momento, relajo su rostro y suspiro. -No la hay. -Solto con un resoplido, al parecer no pensaba disculparse porque simplemente siguió tomando el té.