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Narrador.
"El" de ojos azules como el mar manejaba la gran embarcación tratando de salir de la tormenta, trataba de controlar sus pensamientos, de concentrarse. "Por favor, cuídate." Esas palabras le molestaban ¿Que sentía ahora mismo? Sentía que una tormenta, similar a la que ahora vivía, crecía en su interior. Tenía dudas , muchas dudas que quería disipar, ahora su mayor preocupación era no morir en el mar.
Con fuerza trato que el barco saliera de la tormenta, tomando otro rumbo. Los vientos eran demasiado fuertes, salir de la tormenta ahora no era una opción, eraa casi imposible, sería mejor atravesarla. Eso conllevaba un riesgo de morir, pero, si seguía aquí sin hacer nada, también morirían.
Mizu empezó a mover el barco, tratando de que avanzará más rápido, pero eso hizo que la embarcación fuera tomada por una corriente. El viento fuerte le distraía pero, sin saberlo, la corriente le era de ayuda al salir de la tormenta, avanzaban rápidamente y Mizu rodeaba olas grandes, la pelinegra estaba más concentrada que antes ya que estaban a punto de salir de aquella tormenta mediante su primer plan, sin atravesar la tormenta.
Cuando finalmente las aguas fueron calmandose a medidas de que las nubes grises se disipaban y el cielo celeste le encontró, Mizu sonrió satisfecha, finalmente estaban a salvó, ella y elizabeth.
Al recordarla su corazón latió con frenesí.
— ...Oh, Elizabeth. — Recordó, si, elizabeth. Ella le había besado antes, mostrándose preocupada. Mizu recordó sus orbes verdes, sus ojos estaban preocupados, su lenguaje corporal gritaba a gritos de no querer dejar a la samurai.
Elizabeth seguía ahí abajo, en la habitación, al lado de los barriles y la comida. Mizu al recordarlo fue a su encuentro, y antes de abrir la puerta, allí estaba ella de nuevo.
— ¡Joder! ... El cielo, la tormenta ... — La rubia miro a su alrededor, y luego clavo su mirada en "el" samurai. — ¡Lo lograste, Mizu! — Sonrió de oreja a oreja y se abalanzó contra ella, abrazándola.
Mizu la sujete fuertemente para no caer, presionado la contra su cuerpo.
— Lo logré.— Mizu sonrió, la pelinegra ahora podía pensarlo bien, el beso. Alejó a la rubia de su cuerpo mientras la miraba.
¿Le quería? Bueno, la apreciaba. ¿Pero, la amaba? Cómo para un beso ... Sería mejor olvidarlo, ella sigue pensando de que es un hombre, ella también está confundida ¿No?.
Mizu no sabia que decir, ni sabía si respirar frente a ella era correcto justo ahora, ¿Cómo se decía que era este ambiente ...? Si, más que incómodo, era abrumador para la pelinegra, la mirada esmeralda de Lib la abrumaba.
