NOCHE 6

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Ser mesero no era el mejor trabajo del mundo, de hecho, su pago era malo cuando empezó, el café era muy poco conocido y tardó un tiempo en llegar a lo que era, ahora ganaba lo suficiente como para mantenerse y ahorrar para un futuro lejos del edificio destartalado que antes era una fábrica pero que fue infestada de personas con poco dinero, así que no podía quejarse y tenía que atender a sus pretenciosos clientes de la mejor manera.

      — El plato para la mesa tres.- Sarada dio el aviso colocando el plato en la bandeja que Mikoto tomó.

Las chicas de la mesa tres se miraron entre ellas con emoción mientras le daban pequeños golpes disimulados a una de ellas, todas las chicas eran estudiantes y aún llevaban su uniforme y sus mochilas que dejaban a los lados, tenían un rostro infantil y maquillaje discreto que las hacía parecer estudiantes comunes.

Mikoto era más grande que ellas por lo que solo se limitaba a mirar y a tratarlas con amabilidad manteniendo una delgada línea para que dejaran su ilusión de lado... no quería una demanda de nadie y salir con un menor de edad iba contra sus reglas.

    - G-gracias.- murmuró la chica con cierto nerviosismo.

           — Provecho.- Respondió Mikoto con amabilidad dejando los platos y dándose la vuelta para irse, pudo escuchar la desilusión de las chicas y no contuvo la sonrisa en su rostro. Era adorable, algún día esa chica tímida encontraría una pareja de su edad y seguramente sus amigas la celebrarían.

¿Por qué pensaba en eso?

      — Wow, Mikoto, te ves de buen humor.- Dijo Sarada mientras añadía condimentos al sartén en el fuego. -¿pasó algo interesante?

              — Me agradan los estudiantes.- Confesó mientras acomodaba su uniforme. —Me hacen regresar a los días de escuela. Ah, extraño la universidad.

      — ¿Planeas volver?

              — No, ya aprendí todo lo que quería aprender de ella.

       — ¿Diseño?

Mikoto asintió.

Había dejado la universidad meses antes de terminar su carrera.

¿Por qué?

Ese recuerdo aún estaba prohibido para él, era mejor olvidar todo y seguir con su vida que estancarse en el porqué de las cosas pasadas. No podía volver el tiempo, su presente era todo lo que tenía y ya.

Ah, el presente.

El presente donde estaba Minato. Miró a Sarada por varios segundos recordando algunas cosas que sí podrían ser necesarias.

              — Sarada, dame el número de tu hermano.

Sarada se rió en voz alta.

     — Tarde, se casó el mes pasado.

              — No! quiero su número personal, quiero su número profesional.

     — Oh... ¿estás embarazado?- preguntó Sarada con cierta preocupación. No te preocupes, saldrás adelante con tu criatura... aunque mi hermano solo atiende mujeres.

               — No es para mi.— Dio un pequeño suspiró y desvió la mirada. -¿atiende a omegas?

       — Si encuentras a uno - suspiró -Cumplirías su sueño, ella siempre ha querido atender a un omega. Pero aun así encontrarás uno dudo que se deje atender por mi hermana, ya sabes, ella y yo evolucionamos de monos y no de lobos como ellos.

              — ¿ah? ¿Eso importa?

         — Para ellos sí, creen que no somos iguales... Mi prima trabajó limpiando casas grandes, limpiaba una de un alfa, cuando se enteraron que ella era descendiente de monos y no de lobos le pidieron que se fuera. Aunque fue su culpa, ella mintió para tomar el trabajo.

Mikoto suspiró.

Bien, nunca le interesó toda la distinción que hacían entre los lobos y los monos, los lobos se habían convertido en personas como los monos ¿Por qué importaba?

La mayoría de la población de lobos era beta, muy poco se contaban como alfas y mucho menos como omegas, de hecho, Mikoto jamás se había encontrado con un omega antes, Minato fue el primero que sus ojos contemplaron.

Quizás era porque los alfas siempre mantenían a los suyos en otro estatus, por ejemplo, en mansiones o en partes adineradas de la ciudad a las que Mikoto no alcanzaba, ellos podrían llevarse a sus omegas y nunca dejarlos salir…

Se preguntó si Minato tenía un alfa que no le permitía salir, un alfa abusivo que lo tenía siempre en casa.

Deshizo la idea, si fuera así Minato no le pediría que lo encerrara ¿o si?, y si su estado natural era estar encerrado… Mikoto no debía quebrarse tanto la cabeza con tonterías.

                — ¿no sería más simple si solo existiera una especie de humanos?— preguntó Mikoto al aire. -Nosotros contaríamos como betas y ya.

       — No puedes percibir aromas ni entender su lenguaje, Mikoto, no sabemos nada de su mundo. No somos ni siquiera betas.

                 — tsk… putos clasistas - Mikoto miró la hora, eran casi las tres. — Oye... Dame el número de tu hermano.

RELEASE [MikoMina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora