RELEASE [MikoMina]

NOCHE 23

Dormir en el sillón era horrible, tan pequeño e incómodo que hizo a Mikoto reconsiderar sus prioridades, un buen sillón antes que una bañera en el baño, si, era mejor.

No podía regresar a la cama, principalmente porque debía poner un muro entre él y Minato y porque la gata le quitó su lugar despues de una noche de no dormir ahí, y a Minato parecía no importarle, podía dormir con el animal y encogerse entre las sabanas, incluso podía tener todas las mantas para él solo. Era lo mejor.

Solo había un detalle.

-¿Sabes? Te deje mi cama entera. Literalmente tienes una cama para ti solo.- Le dijo mientras Minato se encogía en el sillón junto a él como un pequeño ovillo. -Siento que si respiro caerás del sillón.

-Entonces no respires.- Respondió Minato como si fuera lo más fácil del mundo.

-Necesito respirar para vivir. Podría morir si dejo de respirar.

-Cállate y acéptalo.- Murmuró el omega encogiéndose más contra su cuerpo.

Su muro estaba roto, Minato se negaba a alejarse de él a pesar de estar viviendo en el mismo lugar, como si Mikoto no pudiera dar un paso sin que el chico estuviera detrás suyo.

¿Eso era normal para los lobos?

Ellos iban en manadas, pero se alejaban de los monos, no querían que se les acercaran de alguna manera y por eso crearon dos sociedades distintas.

Minato no dejó que el hermano de Sarada lo tocara, eso debía ser extraño porque distaba mucho del Minato que se acurrucaba contra él.

Quizás el omega solo protegía a su cachorro, tal vez no estaba tranquilo con la idea de que alguien desconocido se acercará demasiado para examinar a la cría, y probablemente sería así con todos.

Mikoto no estaba seguro, cuando sus primas y amigas estuvieron embarazadas ellas invitaban a todos sus cercanos a sentir al bebé ¿lo lobos hacían eso?

Minato respiró tan profundo que aplastó el pecho de Mikoto.

Ese era otro detalle, de vez en cuando Minato daba suspiros, pero no suspiros normales, el omega llenaba de aire sus pulmones y lo mantenía así por un par de segundos, como si dejara de respirar, despues expulsaba el aire tan lentamente que parecía no salir. Mikoto lo intentó varias veces seguidas y solo consiguió marearse.

Aspiró profundo esa vez percibiendo el característico aroma de Minato.

El aroma se hizo más dulce y presente.

La gata se acercó a olfatearlos. Solo faltaba que Patricio lo hiciera también, aunque él hacia fotosíntesis.

Volvió a inhalar, solo que fue penosamente ruidoso.

Minato soltó una pequeña carcajada.

-¿Qué haces?- Le preguntó aun riéndose.

— Pensé que ibas a dejar de respirar.-Mikoto entrecerró los ojos y metió su nariz entre el cabello de Minato. El omega se rió más alto.

— Los monos no pueden percibir feromonas. Deja de intentarlo.

No encontró nada relevante en olfatear, pero continuó haciéndolo por un largo rato.