Capítulo 22

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Narrador: Tara Block

Las siguientes horas con Luka avanzaron calmadamente y pasamos una tarde entretenida: de compras, yendo a los recreativos, tomando unos aperitivos, visitando pequeños rincones de la ciudad como el espléndido jardín del castillo de Karte, el museo medieval, el puente de flores nenúfar (o flor de loto)...

La incomodidad gradualmente se fue suavizando.

Y todo iba bien hasta que volvimos a su casa.

- Tu... ¿¡Cómo te atreves hablarle así!?

¡Paf!

El golpe en la piel blanca y delicada de la pequeña niña dejó su mejilla lo suficientemente rojo para que se notará la marca de la mano.

Nos sobresaltamos por tal acto violento.

Un hombre moreno de ojos marrones vestido de arriba abajo con ropas de marcas lujosas y con algún rasgo similar a Luka le había abofeteado delante de nosotros y de las dos mujeres que nos encontramos.

Mi próximo movimiento fue ponerme delante de él, interponiendome entre los dos:

- ¿Qué cree que está haciendo?

Estaba enfurecida por ese tipo de agresividad hacia una joven.

- ¿¡Y tú quién eres!?

Él me preguntó colérico.

La rubia decida a hostigar la situación le respondió rápidamente:

- ¡Querido, esa es la mujer que me maltrató!

La miré asqueada.

Poco a poco las piezas del rompecabezas de esta familia empezaban a encajar: una esposa enferma, un padre con una amante y una niña ignorada y humillada.

Comienzo a entender porqué  en el hospital no quiso llamar a ninguno de sus padres.

- Ah, así que eres tú. - dijo acercándose hostil - ¿Cómo te atreves a meterte con un Naz?

"¿Un Naz? ¿Esa amante?"

- Se equivoca, señor. Nunca dañé a ninguna miembro de la familia Naz.

Mi afirmación descolocó a todos: unos se divirtieron con ella y otros se cabrearon.

La mujer se puso al lado del hombre y abrazando su brazo, hablo inocentemente:

- Cariño, mira como me trata. Seguro que Luka le ordenó que dijera eso.

Sus palabras lo enojaron más y se apresuró a abalanzarse a por la pequeña.

- ¡Ven aquí, maldita rata!

Entrometida entre los dos, con un gran impulso me arrojó a un lado.

¡Pum!

Perdí el equilibrio y me caí encima de mi brazo, el cual me dolía.

En ese instante y antes de que llegará a tocar a la niña, un puño tiró al señor al suelo.

- ¡Querido!

- ¡Señor!

El autor, el Sr. Quiles, se colocaba el traje tranquilamente.

- Como vuelva a empujar o poner la mano encima a la señorita, me encargaré de que Mode RN acabe en la quiebra, señor Naz.

La mejilla derecha del Sr. Naz estaba roja y él furioso.

- ¿Está bien, señorita? - me preguntó ayudándome a levantarme junto a Julie.

- Si, gracias. - dije para no alarmarlos.

La villana rechazada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora