CAPITULO XXVI

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ʟᴀ ᴄᴏɴᴄɪʟɪᴀᴄɪóɴ

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—La inauguración fue un éxito —le decía Mora a su socia, con la satisfacción pintada en el rostro, mientras se tomaban una taza de café caliente alrededor de la mesita de la cocina de los Andrade.

La puerta al patio estaba abierta, y el aroma de las rosas y a tierra húmeda se colaba en la pequeña cocina.

—No puedo creerlo —dijo Sonia con mirada extasiada—. No pude dormir anoche pensando en todo.

—Yo tampoco —le contestó Mora.

—Pero estoy segura de que no fue por la joyería —miró a su amiga con sonrisa pícara.

—¿Tanto se notó? —la miró apenada.

—No te preocupes por ello —le dijo tranquilizándola—. Todo el mundo estaba pendiente de las joyas.

Mora sonreía satisfecha, pues los diseños y el material utilizados en la elaboración de las joyas habían causado sensación. Una periodista de una conocida revista de modas les había pedido una entrevista que les haría ese mismo día en la tarde. Sonia estaba algo nerviosa, como se pudo percatar Mora.

En ese momento Marizza entró en la cocina. Iba con el cabello suelto, jeans descaderados y una blusa blanca lisa con pequeños diseños en cuello.

—Hola, Mora.

—Hola, hija —saludó, revolvió de nuevo con la cucharilla el café mientras la miraba con curiosidad. No pudo evitar ver las ojeras en su rostro y que había perdido algo de peso.

—Buenos días, mamá —se llevó las manos a las sienes—. Tengo dolor de cabeza.

—Entonces no tomes café porque te irritará más.

—Tienes razón, voy a tomar una bebida aromática.

Sonia fue a la despensa a buscar una caja de tisanas de manzanilla, mientras Marizza ponía el agua en el fuego.
Mora aprovechó la ocasión para preguntarle a quemarropa:

—¿Cuándo vas a arreglar las cosas con mi hijo?

—No hay nada que arreglar.

—¿Estás segura?

Miró a Mora a los ojos y, con consternación, le contestó:

—Han pasado muchas cosas... En este momento no estoy segura de nada.

Le dio la espalda a las dos mujeres. Sacó un tazón del estante de los pocillos y se sirvió el agua aromática.

—Pablo está sufriendo. Te ama.

—El problema nunca ha sido el amor. Es lo que nos sobra.

—Pero no le quieres dar una oportunidad.

—Por favor, Mora, sabes que te quiero cantidades, pero no puedo tener esta conversación contigo ahora.

Y salió de la cocina.

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—Desde que estoy en el país, me siento perdida.

—Por favor —bufó Cruz. —Llevas... ¿cuánto? ¿Unas tres semanas? —le dijo Cruz, mientras partía un trozo de sus crepes.

Estaban en Crepes &Wafles del Centro Comercial Andino.
Era sábado en la tarde y el sitio estaba abarrotado de gente. Se acercaba la navidad, las parejas y las familias iban y venían con toda clase de paquetes.

Un par de jóvenes le coqueteaban descaradamente a Cruz, sin importarles la presencia de Marizza.

—Un mes —le contestó ella al tiempo que jugueteaba con el tenedor en la ensalada que había pedido.

• De vuelta al amor || Pablizza •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora