Capítulo 10

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¿Cuál el propósito todo ese tiempo?

Tiembla de la desesperación, y las marcas a lo largo de su cuerpo tampoco parecen ayudar a calmar, lo que su omega desea. Quiere huir. Alejarse de esa voz que le ruega regresar al inicio de todo su dolor.

Naruto se aferra con desesperación a la áspera pared de roca, sus dedos ensangrentados clavándose en las asperezas mientras lucha por mantenerse en pie. Las piernas le tiemblan y están al borde del colapso, pero no puede permitirse caer. No aquí, no ahora.

El sudor perla su frente y su respiración es trabajosa, jadeante. El corazón tarde desbocado en su pecho y siente que la cabeza le da vueltas. Los instintos de su omega interno están enloquecidos, gritándole que se rinda, que regresa a los brazos protectores de su Alfa.

"Eres débil. Me necesitas".

La voz de él resuena en su mente, un eco fantasmal que le eriza la piel. Naruto niega frenéticamente, gritando su rechazo tanto en su mente como en voz alta. No, no volverá a caer en las garras de ese monstruo sin alma. No después de todo lo que tuvo que soportar, el dolor, la humillación y el ultraje.

-¡No lo hago! -gritó a la nada, con las lágrimas cubriendo parte de su visión.

Había logrado escapar, vivir por su cuenta estos últimos años lejos del yugo opresivo de su Alfa. No renunciaría ahora a esa dura conquistada libertad. No cuando por fin vislumbraba la posibilidad de forjar su propio destino.

Pero su cuerpo traicionero reacciona al llamado tentador, el celo nublando su juicio con una bruma escarlata de necesidad irrefrenable. El deseo de rendirse, de volver a los brazos protectores que en el pasado fueron su perdición, es casi abrumador.

Naruto muere su labio hasta hacerlo sangrar, el agudo dolor despejando un poco la vorágine de feromonas. Se aferra a ese momento de claridad desesperadamente, clavando las uñas en las palmas de sus manos. Recuerda su vida antes, cuando no era más que un inocente y despreocupado joven omega de clase baja.

Las imágenes de sus padres acuden a su mente, tan amorosos y dedicados. La sencilla pero feliz vida que llevaban, trabajando la tierra, ajenos a las despiadadas maquinaciones de los poderosos. Hasta que un día lo arrancaron todo de cuajo, arrojándolo a una jaula de oro y entregándolo en bandeja de plata a ese desalmado Alfa que sólo buscaba un juguete descartable.

Una ira amarga inunda su pecho al recordar la mirada fría y calculadora de esos ojos carmesí. La falsa dulzura inicial que pronto dio paso a la crueldad, los juegos retorcidos y las interminables noches de ultraje.

Naruto temía caer de nuevo en esa oscuridad infinita, perderse en el abismo. Sabía que, si se rendía ahora, ya no habría vuelta atrás. Pero estaba tan cansado... el veneno de su marca parecía nublar sus sentidos, prometiendo el dulce alivio de la sumisión completa.

"Siempre puedes regresar" susurraba la voz en su cabeza, reavivando recuerdos de un pasado que Naruto deseaba olvidar.

-¡No! -gritó desesperado, con gruesas lágrimas nublando su visión. No podía volver ahí, no después de todo lo que había sufrido para alcanzar esta precaria libertad.

Y sin embargo...una parte de él anhelaba ese regreso, ansiaba volver a los protectores brazos que también fueron su prisión y su tormento. Era su omega interno, clamando por la cercanía de su Alfa a pesar del daño recibido. Una dualidad desgarradora que amenazaba con partirlo en dos.

"Sigues siendo mío, mi dulce omega. No puedes escapar de tu destino".

-No... no lo hago. No te necesito -sollozó, negando frenéticamente, aunque su cuerpo entero gritara lo contrario. Había sobrevivido todos esos años solo, suprimiendo sus instintos y necesidades. Podía resistir un día más. Tenía que hacerlo.

Destino Fragmentado. SasunaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora