Capítulo 7

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Avanzaron por el camino polvoriento hacia las puertas de la ciudad. Las estrechas calles están atestadas. Comerciantes voceando sus productos, transeúntes apresurados, el bullicio de una ciudad en plena actividad. Logran escabullirse hasta una posada discreta en un callejón lateral.

El posadero, un beta de aspecto hosco, los evalúa con recelo antes de alquilarles una habitación. Por unas monedas extra, no hace preguntas.

Una vez dentro, Naruto aseguró la puerta. Y se acercó a la ventana, su postura tensa.

—Hay más guardias de lo usual, debemos tener cuidado —dijo, asomándose cautelosamente por la ventana—. No salgas hasta que yo regrese.

Sasuke asintió. Naruto ajusto la tela en su rostro y salió rápidamente.

En la soledad, los pensamientos de Sasuke vagaban... El azul de los ojos de Naruto lo inquietaba. 

El silencio lo rodeaba, evocando los recuerdos de su reclusión antes de ser capturado. Aquella oscuridad perpetua que siempre lo envolvía, el silencio que se convertía en su único compañero ahora parecía haberse distanciado, aunque solo fuera momentáneamente.

Bajó la mirada hacia sus manos y luego hacia las muñecas enrojecidas por las cuerdas que lo mantenían atado. Recordó las veces anteriores en las que, para herirse, utilizaba las siete cuerdas con las que alguna vez creó música. Ahora, estas cuerdas no producían melodías.

Observó la modesta habitación de la posada, con sus muebles desgastados y las sombras que se movían en las esquinas. Era un refugio temporal, pero no podía escapar de la sensación de que seguía siendo prisionero, solo que ahora las cadenas tenían un rostro diferente. Cerró los ojos por un momento, intentando bloquear los pensamientos que amenazaban con abrumarlo. El respiro profundo de Sasuke resonó en la habitación mientras luchaba por mantener la calma, el eco de las cuerdas que antes tocaba resonaba en su mente. Cerró los ojos por un instante, sumergiéndose en el recuerdo de la música que alguna vez le ofreció consuelo en los momentos más oscuros. Sin embargo, ahora la melodía se desvanecía, sustituida por el silencio incómodo de la habitación de la posada y la incertidumbre que se cernía sobre su destino.

El suspiro de la brisa fuera de la ventana llevó consigo un murmullo distante de la bulliciosa ciudad. Sasuke se sintió ajeno a ese mundo exterior, encapsulado en la intimidad opresiva de la habitación. Cerró los ojos por un instante, buscando alejar los recuerdos de su confinamiento anterior. Sin embargo, las cuerdas que lo sujetaban en el presente parecían entrelazarse con las sombras de su pasado, creando un laberinto de pensamientos tumultuosos.

El crujir de las tablas del suelo recordó su situación actual. Estaba lejos de ser libre, había regresado al inició de todo.

Cuando Naruto regresó, traía consigo ropas sencillas de viaje y provisiones.

—Tenemos que continuar en el tercer amanecer antes de que noten nuestra presencia —dijo Naruto con urgencia. Naruto soltó un suspiro frustrado y se arrodilló frente a Sasuke, tomando con cuidado su pierna herida—. Déjame ver esa herida.

Sasuke frunció el ceño pero no protestó. Naruto desenredó las vendas con cuidado, revelando la herida en la pierna de Sasuke. La tensión en el aire se volvió palpable mientras Naruto examinaba la lesión.

—¿Esto te duele? —preguntó Naruto, más con preocupación que con hostilidad.

Sasuke gruñó—. No soy un niño llorón. Haz lo que tengas que hacer y déjame en paz.

—Te sorprendería saber cuántas veces he tenido que hacer esto por mi cuenta —murmuró Naruto, centrado en su tarea—. Pero parece que siempre termino curando a alguien más.

Destino Fragmentado. SasunaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora