Capítulo 15

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Sasuke despertó sobresaltado, con la respiración agitada y el corazón latiendo frenético. Otra vez ese sueño... No, esa pesadilla recurrente que lo atormentaba desde niño. Las imágenes aún frescas cruzaban vívidas por su mente: el gran palacio en llamas, los gritos de terror, el calor abrasador sobre su piel. Y en medio de esa visión dantesca, una figura borrosa que tiraba de su mano, instándolo a correr.

Sasuke se pasó una mano por el rostro empapado en sudor frío. A su lado, Naruto dormía apaciblemente ajeno a su tormento mental. Envidiaba la capacidad del omega para conciliar el sueño en cualquier parte como si nada.

Decidido a despejarse, Sasuke se levantó procurando no hacer ruido y salió de la improvisada campamento hacia el riachuelo cercano. El aire frío de la madrugada le sentó bien, despejando la nube febril que parecía embotar sus sentidos. Al llegar a la orilla se arrodilló para mojarse el rostro, esperando que el agua fría espantara los últimos vestigios de la pesadilla.

Mientras el líquido resbalaba por sus dedos, una imagen fugaz cruzó su mente: un par de brillantes ojos azules mirándolo con preocupación, una voz cálida susurrándole que no tuviera miedo. Sasuke sacudió la cabeza alejando la visión. Últimamente esos destellos de color en medio de la oscuridad de sus sueños parecían más frecuentes. No lograba identificar al personaje misterioso tras ellos, pero una parte suya anhelaba vislumbrar su rostro completo. Sentía que esa clave le revelaría respuestas que aún se negaban a emerger del pantano de su subconsciente.

Resignado, regresó lentamente al campamento observando distraídamente el pulsar de las luciérnagas sobre la hierba. El cielo comenzaba a clarear anunciando la próxima salida del sol. Pronto deberían partir de vuelta a la guarida, no fuera a ser que su fuga nocturna provocara un escándalo innecesario.

Al regresar junto a Naruto se detuvo un instante para observar su semblante relajado, apenas visible bajo la capucha de su capa. Se veía tan tranquilo e inocente en ese estado que resultaba difícil imaginar en él al letal guerrero Kyubi. Sasuke sintió la garganta seca y tragó con dificultad apartando la vista de ese rostro sereno. No tenía caso entretener pensamientos inútiles, debían prepararse para partir.

Se arrodilló junto al durmiente zarandeando tentativamente su hombro.

—Oye...Naruto, vamos, es hora de irnos —lo llamó sin elevar demasiado la voz.

El aludido frunció el ceño y giró sobre sí mismo murmurando entre dientes algo sobre cinco minutos más. Sasuke puso los ojos en blanco. Al parecer ciertos hábitos nunca cambiaban.

Optando por medidas más drásticas, tomó la cantimplora y vertió un chorro de agua sobre la cara de Naruto. El efecto fue instantáneo: el omega se sentó de golpe farfullando maldiciones y agitando los brazos en un intento de protegerse.

—¡Agh, maldita sea! ¿Pero qué...?

Su mirada adormilada tardó unos segundos en enfocarse en Sasuke, quién observaba la escena bastante divertido. Los flequillos empapados de Naruto goteando sobre su frente le daban un aspecto bastante cómico.

—Vaya, al menos ahora estás despierto —comentó el beta encogiéndose de hombros.

Naruto le dedicó una mirada venenosa mientras se sacudía el exceso de agua del rostro.

—Ja, ja...que gracioso —masculló de mal humor—. Hay formas más corteses de despertar a la gente, ¿sabes?

Sasuke esbozó una media sonrisa sarcástica.

—Sí, lo sé. Pero ninguna tan efectiva —replicó guardando calmadamente la cantimplora.

Naruto farfulló un par de improperios por lo bajo mientras terminaba de recomponerse y se ponía de pie sacudiéndose las ropas húmedas. Claramente no era de los que madrugaban de buen grado.

Destino Fragmentado. SasunaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora