Gael se dirigió a primera hora de la mañana al bufete de abogados de su padre. Su humor, no era el mejor, de hecho, había pasado una mala noche y es que, después de enviar aquel dichoso mensaje a Amelia no paró de darle vueltas. Sin duda, sentía que había coqueteado con ella y es que, desde el momento que la abrazó en el coche, las cosas se habían torcido inesperadamente.
Había estado a nada de besarla, pero además, estaba su maldita predisposición, porque Amelia no había mantenido las distancias en ningún momento y eso le carcomía por dentro.
Al llegar, hizo uso de la plaza de aparcamiento de su padre e intentó entrar al edificio colocando su mejor sonrisa porque era consciente de que la iba a necesitar, pues le bastó cruzarse con el primer empleado para recibir, una vez más, las condolencias por el fallecimiento de su abuelo. Sí, comenzaba a estar harto de que absolutamente todo el mundo le recordase el motivo por el que había vuelto a New York.
En verdad, no les culpaba, ya que sabía que lo hacían por un mínimo de decoro y educación, pero estaba agotado de tener que lidiar con aquello. Afortunadamente, Gardenia, que había acudido al entierro, lo saludó con total normalidad, hecho que agradeció enormemente.
—Dentro de una hora tengo una reunión con un cliente, pero si quieres después podemos tomarnos un café. Intentaré resolver cualquier duda que tengas.
Gardenia era la mano derecha de su padre. Llevaba en la compañía más de treinta años y Dorian siempre había confiado en ella para estar al frente del negocio en sus ausencias. Prácticamente había visto crecer a Gael lo que hacía que ambos se tuviesen un cariño especial.
—Gracias, Gardenia. Estaré en el despacho de mi padre por si me necesitas.
Tocó con apreció el brazo de la mujer mayor y se giró dispuesto a entrar en aquel infierno. Dorian era demasiado ordenado y meticuloso con sus carpetas, por lo que, esperaba encontrar más de un centenar cuando en aquel momento tan solo requería dos. Sin embargo, al hacerlo, chocó de frente con una mujer que soltó de golpe lo que llevaba en sus manos, desparramandose la documentación por el suelo.
Ambos se agacharon abochornados y fue entonces cuando fue consciente de que aquella mujer no era otra que Amelia. Ninguno esperaba encontrarse allí, quedando en evidencia cuando sus manos colisionaron torpemente sobre uno de los folios.
—Lo siento… —murmuró ella mientras se hacía con un montón de papeles.
—¿Qué haces aquí?
Gardenia, se agachó inmediatamente para colaborar en aquel estropicio que supondría otras dos horas de trabajo, pues sin duda, iba a hacer falta reclasificarlos.
—Gael, Amelia lleva un mes trabajando con nosotros. Pensé que te lo había dicho tu padre.
—No sabía nada… —indicó mientras los tres se ponían en pie con las manos llenas de papeles.
—Estará con nosotros como mínimo hasta que finalice sus prácticas de carrera.
Gael inconscientemente miró a la Trambel.
—Siento el desorden, me pondré con ello enseguida —dijo Amelia pensando seriamente en la mala suerte que tenía.
Él ni siquiera tuvo oportunidad de responder, pues cuando se quiso dar cuenta, la hija del bailarín había puesto los pies en polvorosa. Aturdido, se frotó la nuca, aquello iba a ser más complicado de lo que parecía. Finalmente se refugió en la intimidad que le ofrecía el despacho de su padre, un despacho que hablaba por sí solo con tan solo mirarlo. Sin duda, Dorian Moore había heredado el perfeccionismo de Maverick y él sentía que lo rozaba con la punta de los dedos.
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Gael - La Leyenda De Un Moore | Erótica + 18 | Completa ✅
RomanceGael Moore se ve ante la necesidad de renunciar temporalmente a su vida en Washington y regresar a New York, junto a toda su familia. Allí se dará cuenta de que el duelo que debe lidiar es mayor, pues no solo tendrá que afrontar el dolor de perder a...