Ambos continuaban besándose como quinceañeros, como si el tiempo entre ellos y ese primer beso no hubiera pasado, como si se hubiera estirado en el tiempo a excepción de la experiencia que ambos portaban ya. Experiencia que no era equitativa en el lado sexual, pues Gael había tenido varios encuentros mientras que Amelia seguía intacta.
Por ese motivo él esperó para dar el primer paso. Con cualquier otra hubiera traspasado la barrera desde el minuto cero, pero Amelia no se lo merecía. Por ello se dedicó a llenarla de besos y caricias con tiento, con una dedicación exquisita que la hizo resollar.
Como en anteriores ocasiones, la tocó con mimo, colándose por la fina tela de la blusa para amasar sus pechos con devoción hasta que sintió como la mano femenina buscaba el mismo contacto que estaba teniendo él. En esta ocasión, se dejó hacer, dejó que fuese ella quien desabrocharse su pantalón para finalmente colarse dentro y tocar su erección.
—Recuerda que tú marcas los límites. ¿De acuerdo?
Amelia asintió, pero en realidad no quería marcar ninguno, estaba dispuesta a llegar hasta el final y lo iba a conseguir. Gael gimió cuando sintió la mano sobre su pene, masturbándolo con intensidad, una intensidad que ahora mismo no necesitaba…
—Pequeña, más despacio… No tenemos prisa.
Ella seguía nerviosa, aún así, colaboraba obedeciendo las órdenes del Moore. Gael se quitó la camisa e inmediatamente después le quitó la blusa. Amelia era perfecta y se lo quería demostrar.
—Gael…
—Dime —indicó mientras besaba y lamía sus senos, haciéndola jadear.
—Yo también te amo.
Ambos se miraron y sonrieron, pues el amor entre ellos era tan evidente que no hacía falta que ninguno de los dos lo mencionase. Los dos regresaron a ese punto de unión que jamás parecía acabarse entre ellos, pero en esta ocasión, eran besos llenos de una pasión abrasiva que estaba a punto de dinamitar.
—Desnudame —pidió ella mientras introducía la mano de Gael dentro de la tela del pantalón.
Él ronroneó extasiado cuando se percató de que la lencería estaba mojada. Amelia lo quería dentro y él no estaba dispuesto a defraudarla. Antes de obedecer, movió la prenda para introducir un único dedo que entró sin problemas.
—Ohhhh… —gimió arqueándose ante el contacto.
Gael la mordió el cuello, permitiéndose entrar y salir en repetidas ocasiones de su interior…
—Me vuelves loco, Amelia.
A continuación, bajó besando sus senos y su vientre hasta posicionarse muy cerca de su vulva. Ella se quedó sin aire, sin embargo, él se limitó a clavar los dedos en la cinturilla del pantalón para bajarlo. Por supuesto que deseaba probarla y regalarla el mejor sexo oral de su vida, pero hoy no era el momento…
Gael retomó su posición, dejando que su erección presionase sobre su sexo, masturbandola con la fricción. Amelia estaba terriblemente receptiva, tanto que pasó a enroscar sus piernas en la cadera del hombre pillandolo por sorpresa.
—Cariño, ¿no crees que te sobra ropa?
Él se sintió provocado ante sus palabras y sin más preámbulos se deshizo no solo de su pantalón, si no también de sus calzoncillos. El Moore la miró maravillado cuando ella misma alzó sus caderas para hacer bajar la única prenda que servía de barrera entre ellos, quedándose los dos completamente desnudos.
—Iré muy despacio, ¿de acuerdo? —afirmó mientras se colocaba el preservativo.
Amelia asintió, pero Gael no solamente iba muy despacio, sino que además se permitió deslizarse entre su vulva, esparciendo la humedad que ella albergaba, masturbandola a su paso. La besó mientras se mecía sobre ella, esperando el momento ideal para entrar y hacerla gemir con sus embestidas. Preparándola para él.
Poco a poco, colocó la punta en la estrecha entrada y mientras la miraba con intensidad fue entrando hasta toparse con la barrera que debía romper.
—Continua… —pidió Amelia con las mejillas como un volcán.
—Puede que te moleste un poco.
En cambio, no fue así. Gael entró, atravesándola con un único movimiento que la hizo suspirar mientras le clavaba las uñas en la espalda. A continuación, se movió lentamente, permitiendo que su vagina se acoplase a él, buscando el placer de ella, pero también el suyo.
—Te amo, Amelia —murmuró al ver su preciosa cara más iluminada que nunca.
—Y yo a ti, Gael. Siempre te he amado y siempre te amaré.
Con aquella confesión, el Moore comenzó a mecerse con más ritmo, gimiendo ante la presión que ejercía las paredes de su vagina ante su paso y deleitándose con los jadeos femeninos que lo incitaban a seguir.
—Mmmmm, Gael —susurró Amelia disfrutando de la calidez del hombre.
—Joder, pequeña.
Gael se apoyó con las manos en el suelo e incrementó la velocidad de sus embates. La deseaba, la amaba, la anhelaba tanto que tenía la necesidad de permanecer ahí dentro eternamente, llenándola con su miembro y haciéndola disfrutar.
—Quema… —gimoteó ella.
Él sabía que ella estaba cerca, así que dirigió una de sus manos al clítoris para frotarlo con decisión. Amelia rápidamente se batió bajo su cuerpo, vibró entre gritos hasta que Gael sintió la contracción que lo llevó al éxtasis más absoluto. Sin embargo, el quemazón no se iba y ciega de placer incitó a Gael para que continuase estimulandola, explotando en un segundo orgasmo que lo dejó anonadado. Sí, Amelia corría con la misma suerte que su madre Isabella; era multiorgásmica.
Ella, incapaz de controlar los espasmos de su cuerpo se movió nerviosa, pues era la primera vez que la sucedía, sin embargo, Gael la reconfortó, besándola el vientre y, por primera vez, depositando un diminuto beso en el clítoris hinchado.
—Tranquila… — Amelia respiró agitada, reprimiendo las ganas que tenía de volver a repetir — ¿Estás bien?
—Quiero que lo vuelvas a hacer…
Gael rompió a reír mientras comprobaba el estado del preservativo. Después la miró, prometiéndola para sus adentros la mismísima luna.
—¿Por qué no me has dicho que eres multiorgásmica?
—Mi primer orgasmo me lo provocaste tú, así que, qué te hace pensar que lo supiera.
—Eres maravillosa, Amelia.
Una vez que recuperó el aire, la cobijó en su pecho, permitiendo que sus cuerpos quedarán completamente expuestos. La sintió respirar relajada, feliz y eso le permitió estar mucho más tranquilo, aún así, no quiso obviar la pregunta por lo que directamente la formuló:
—Pequeña, ¿ha merecido la pena?
Ella lo miró de inmediato y fue cuando encontró al Moore con la mirada perdida, como si esa fuera su mayor preocupación.
—¿De verdad me lo estás preguntando? — Él asintió. No necesitaba que le subieran el ego, tan solo quería cerciorarse de que había sido especial — Mírame. No necesitaba nada de esto, Gael. No necesitaba una bandeja de sushi, un corazón en el suelo o todos estos pétalos, solamente te necesitaba a ti.
Gael sonrió y con cuidado se incorporó para besarla. Finalmente, ambos terminaron regalandose sutiles caricias que les hizo dar rienda suelta al amor. Amelia volvió a gemir entre sus brazos, mientras que él se convenció más que nunca de que no había nadie más en el mundo que lo transportase a aquello; a un mundo de paz infinito.
Chicas, en el próximo capítulo se avecinan problemas 😥
Después de tanto, aquí está la primera vez de Amelia ❤️🔥🔞 Gael quiso que fuera especial y así fue.
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¡Gracias!
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Gael - La Leyenda De Un Moore | Erótica + 18 | Completa ✅
Roman d'amourGael Moore se ve ante la necesidad de renunciar temporalmente a su vida en Washington y regresar a New York, junto a toda su familia. Allí se dará cuenta de que el duelo que debe lidiar es mayor, pues no solo tendrá que afrontar el dolor de perder a...