Gael corría detrás de Amelia por la casa de Washington. Habían pasado casi dos semanas y estaban a punto de volver a New York a pasar unos días, tal y como marcaba el acuerdo que había marcado con su progenitor, sin embargo, ninguno quería volver y es que Washington les estaba ayudando a mantenerse alejados de lo único que podía perturbarles la calma; Nathaniel Moore.
Gracias a Melanie, ambos se habían enterado de que su hermano había sacado la mejor nota de la carrera, hecho que enorgullecía a Gael, tanto que, invadido por la emoción y el enorme cariño que le tenía, había optado por mandarle un email felicitándolo por sus logros.
Nath no solamente lo había bloqueado en el teléfono, cosa que entendía, sino que además, le había prohibido a sus padres tocar el dichoso tema que tantas discusiones generaba, pues el hermano pequeño no era capaz de entender el apoyo que el mayor seguía recibiendo por parte de la familia.
—¡Basta! ¡Basta! —estalló a carcajadas Amelia mientras subía a la planta de arriba.
La mujer se acababa de duchar y además de ir descalza por la casa, iba en albornoz. Gael no había podido resistirse y a pesar de que ir a trabajar era su mayor prioridad en aquellos momentos, había optado por correr detrás de ella para darse un buen atracón.
Aquello era estúpido, podría haberla enganchado en el primer segundo que la había tenido delante, sin embargo, escucharla reír no tenia precio, por lo que había corrido tras ella provocando su deliciosa risa. No obstante, no quería que el tiempo se le echase encima, por lo que nada más alcanzar el piso superior la sujetó entre sus brazos.
—No puedes escapar de mi, pequeña —indicó mientras la encerraba contra la pared del pasillo.
—Vas a llegar tarde —puntualizó observando la boca del hombre que no dejaba de lamerse los labios.
—Soy el jefe… ¿Recuerdas?
—No deberías abusar de tu poder. Eso no hablaría demasiado bien de tí.
—No hablaría demasiado bien de mí si te dejase escapar… ¿No crees? Ya lo hice una vez, Amelia Trambel, no pienso perderte una vez más.
Gael, con la ayuda de su mano derecha, deshizo el nudo del albornoz, haciendo que la tela cediese a ambos lados. Este se abrió, mostrando el cuerpo femenino. Amelia jadeó contra su boca al sentir como pasaba al interior para explorar y tocar su cuerpo, rozándolo con mimo y esmero.
—¿De verdad crees que no tenemos unos minutos para nosotros? ¿De verdad quieres que pare?
Él se agachó sin apartar los ojos de los de ella para, a continuación, llevarse el endurecido botón a la boca, apresandolo entre sus dientes. Amelia gimió de placer cuando la lengua bordeó el pezón, humedeciendolo.
—Dime, pequeña… ¿Qué es lo que quieres?
Gael, que comenzaba a conocerla en el terreno sexual, fue descendiendo por el vientre, regalándole pequeños besos que la hicieron respirar con dificultad. Después, raspó el pubis con sus dientes, mostrándole sus intenciones.
—Gael… —ronroneó mientras enredaba los dedos en la corta cabellera.
Él, sin más, besó y lamió aquello a lo que tenía acceso; su clítoris. Buscó abrirse hueco, sorprendiéndose gratamente cuando la pierna de Amelia pasó por encima de su hombro para apoyarse ahí, invitándolo a una exploración mucho más intensa. Con facilidad consiguió recorrer gran parte de la vulva, centrándose en los labios que sobresalían y en el sensible botón que la hacía jadear sin control.
—¡Ohhhh! ¡Diossss! ¡Ohhhhh!
Sí, Amelia poco a poco se había ido mostrando mucho más desinhibida en el sexo. No era nada silenciosa, pero además estaba aprendiendo a decirle o indicarle a Gael lo que quería o le apetecía en ese momento y eso a él le fascinaba.
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Gael - La Leyenda De Un Moore | Erótica + 18 | Completa ✅
RomanceGael Moore se ve ante la necesidad de renunciar temporalmente a su vida en Washington y regresar a New York, junto a toda su familia. Allí se dará cuenta de que el duelo que debe lidiar es mayor, pues no solo tendrá que afrontar el dolor de perder a...