Capítulo 14: Washington.

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Gael extrañamente estaba disfrutando del trayecto con Amelia. Al parecer, la Trambel había optado por viajar con su mejor sonrisa puesta y eso a él le encantaba. Le hacía recordar los largos veranos en los que junto a Nathaniel y Taylor se habían ido a Santa Mónica para disfrutar del periodo estival. Sin embargo, había algo que le atormentaba y era el fin de su relación con Nathaniel.

El día anterior, lo primero que había hecho al llegar a casa, había sido llamar a su hermano para corroborar que efectivamente, Amelia, había terminado con él. No porque dudase de ella, sino para intentar sonsacarle más información. Aquella no era la primera ruptura, ni posiblemente la última de Nathaniel, en cambio, lo que encontró al otro lado de la línea lo sorprendió.

Nath parecía bastante cabizbajo, y es que, al parecer Amelia no le había dado ningún motivo aparente para finalizar su relación. Y es que su discurso se había basado simplemente en que no funcionaban como pareja, pero él estaba 100% seguro de que había otro hombre detrás.

Irremediablemente se sintió culpable e incluso barajó la posibilidad de contarle la verdad, pero… ¿Qué ganaba con eso? Todo lo que había sucedido con Amelia se remontaba al pasado del cual, sentía que no tenía que dar explicación ninguna.

—¿Falta mucho? —preguntó mientras tarareaba la canción de fondo.

—Me has preguntado lo mismo hace cinco minutos…

—Ya… Podrías hacerme el camino mucho más ameno si cambiases esa cara. ¿Venimos a Washington por trabajo?

—Tengo unas cosas que revisar… Y esta, como bien dices, siempre ha sido mi cara —aseguró mientras colocaba el intermitente para coger la salida correspondiente.

—No. De ser así jamás me hubiese enamorado de ti.

Gael sintió que la tierra se lo tragaba… ¿Por qué todo tenía que ser tan difícil? Se adentró en el centro de la ciudad, intentando ignorar su declaración, sin embargo, el silencio era tan demoledor que se vio obligado a carraspear.

—Tendré que ir a la oficina —aclaró mirando la hora en el panel del coche —. Te dejaré el equipo instalado en la mesa del salón.

Era más que evidente que seguía evitando aquella conversación que, era más que necesaria, para ambos, aunque Gael intuía que más pronto que tarde tendría que enfrentarla de algún modo. Estacionó el coche en la puerta del garaje y una vez más, Amelia rompió la poca armonía que quedaba…

—¿De verdad pretendes que me instale en tu casa? ¿Podrás soportarlo?

No. Claramente no, hecho que hizo que Gael resoplase agotado. No estaba seguro de nada, mucho menos de haberla llevado a Washington. La contempló salir del coche y él la imitó. Cuanto menos tardase en pasar aquel incómodo raro, antes se podría marchar. Con las maletas en mano se dispuso a abrir la puerta, pero una vez más, la coqueta voz de Amelia lo atravesó.

 —¿Tendré mi propio cuarto o tendremos que compartir cama?

Gael la miró de inmediato. ¿Era una broma?

—Pequeña…

—Está bien, está bien… Abre de una vez esa puerta.

El Moore contó hasta tres antes de hacer girar la llave. Era obvio que no había más dormitorios. Él había vivido solo y era algo que jamás había necesitado, pero ahora la situación cambiaba con Amelia. Ni siquiera se había planteado que aquello fuese a ser un problema, pues él pensaba dormir en el sofá del salón y cederle la cama a la traviesa Trambel, aunque estaba visto que la mujer pensaba discutirle todo.

Automáticamente pasó al comedor para abrir el maletín donde llevaba el portátil. Lo colocó sobre la mesa más grande y lo conectó a la red wifi mientras que Amelia contemplaba el espacioso sitio. Era amplio, sí, pero también porque estaba prácticamente vacío. Pues a excepción del sofá, una mesita auxiliar y el escritorio poco más había.

—El aseo lo tienes justo en la puerta de ahí enfrente —dijo mientras lo señalaba —. Si tienes hambre tienes alguna conserva en la despensa, mañana ya me encargaré de comprar algo más apetecible y si lo que deseas es darte una ducha, tienes el baño disponible en mi dormitorio. Las toallas limpias están en el mueble de la derecha. ¿Necesitas algo más?

—Que dejes de huir —murmuró sorprendida de que Gael lo tuviese todo absolutamente medido.

—No huyo, pequeña, pero tengo cosas que hacer.

—Ya… Sin duda debes ser un hombre muy ocupado. Tanto que todavía estoy esperando a que des la cara…

Gael suspiró. Sin duda, la hija del bailarín tenía agallas. Siempre había tenido un carácter fuerte, pero ahora era simplemente arrolladora.

—Amelia, no hagas que me arrepienta de haberte traído a Washington conmigo.

—Y dime… ¿Te arrepientes del beso que nos dimos hace más de cuatro años?

Él la estudió en silencio. A veces, sin duda, se había planteado que la situación sería mucho más fácil de no haber existido aquel beso, pero contra todo pronóstico, no. No se arrepentía.

—¡Perfecto! —bufó la Trambel convencida de su no respuesta — Vete, Gael.

—Hablaremos esta noche.

—¿Hablar? ¡Quizá soy yo la que no quiera hablar más contigo! ¿Te lo has planteado? Porque sí, Gael. He estado más de tres meses con tu hermano y puede que fuese el error más grande de mi vida, pero eso no te da derecho a ignorarme de este modo.

—No te ignoro, pequeña.

Si tan siquiera supieras los estragos que causas en mi… pensó Gael mientras se aseguraba de que llevaba consigo sus pertenencias. Amelia rió incrédula, pues lo que ella percibía en muchas ocasiones era contradictorio.

—Que tenga una fabulosa tarde, Sr. Moore.

Gael la miró de reojo. ¿De verdad iba a tratarlo de usted? ¿De verdad iba a entrar en el juego de ignorar los casi 24 años que se conocían? Sin tiempo que perder, le dio un beso fugaz en la mejilla que a ambos les supo a poco y que incluso a ella la hizo bajar la mirada.

—De ser necesario, llámame. Volveré tarde, así que pillaré algo por el camino para cenar los dos.

Finalmente, el hombre se marchó hacia su negocio, sabiendo que ya nada ni nadie iba a poder detener su destino. Al llegar muchos de los trabajadores habían terminado su jornada, aún así, pilló a Kimberly que le aseguró que todo estaba en orden. No obstante, se encerró en su despacho. Estaba cansado del viaje y también, porqué no decirlo, de pelear con Amelia. 

"Joder. ¿De verdad te has llevado a Amelia a Washington.?"

Aquello solamente significaba una cosa y era que si Taylor lo sabía, también lo sabía su hermano.

"Sí, ha venido a echarme una mano."

"¿Una o las dos?"

Era increíble. Conocía tan bien a su primo que era capaz de escucharlo a través de las palabras.

"No seas idiota. ¿Cómo está Nath?"

Esperó ansioso la respuesta mientras movía los dedos sobre el teléfono. 

"Es la vez que peor le he visto."

"Le ha pegado fuerte la Trambel."

Gael bufó malhumorado. Era cierto que solamente habían pasado dos días, pero esperaba que Nathaniel remontara rápido, pero estaba claro que no iba a ser así y eso solamente le hacía sentir peor.

"No le dejes solo. Encárgate de él."

Fue lo último que escribió.


Titulo del próximo capítulo: Cruzando límites 💥

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Gael - La Leyenda De Un Moore | Erótica + 18 | Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora