Capítulo 26: Fuego.

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Gael hizo el check-in del hotel desde su propio vehículo en una garita exterior del edificio. Las habitaciones estaban separadas unas de otras, pero lo más interesante era que se accedía desde un garaje privado que daba directamente a cada habitación del hotel, prevaleciendo así el anonimato de los clientes. Amelia estaba impactada, pues jamás había visitado un lugar así, al contrario que el Moore.

Cuando el hombre accedió al garaje, ella se fijó en las escaleras laterales, lo que la hizo sonreír.

—¿Debo avisar a mi madre para que cierre la puerta de casa?

Isabella, a raíz de un desliz, tenía la costumbre de dejar la llave fuera de la cerradura cada vez que su hija salía de casa y es que hubo cierta noche que cuando la pequeña de los Trambel quiso acceder no pudo. Así que, la O'Sullivan había optado por dejar su llave fuera a excepción de aquellos días en los que sabía que su hija no pernoctaba en casa.

—Nada me gustaría más que pasar la noche contigo, pequeña.

Gael disfrutó viéndola salir del coche para después trepar las escaleras como lo haría una niña pequeña. Cuando él llegó arriba, se la encontró apoyada en la puerta con una sonrisa que le corroboró que todo había merecido la pena.

—¿Me das las llaves?

—¿Y por qué no mejor me das un beso antes que todo eso?

—Fácil, cariño. Sé que una vez que empecemos no podré parar, así que, dame las llaves —insistió ante el imponente cuerpo del Moore.

—¿Y si no quiero que pares? —inquirió arrinconandola contra la puerta.

Gael automáticamente estalló contra su boca, tomando todo lo que deseaba y que de alguna u otra forma le pertenecía. Amelia le facilitó el acceso, no solo a su boca, si no también a parte de su cuerpo, alzando la blusa que llevaba para permitir que el Moore la tocase.

—Tienes la llave en el bolsillo derecho de mi pantalón —indicó mientras se perdía en el pequeño espacio de su clavícula.

Él sintió como las manos de Amelia iban hacia el lugar indicado, sin embargo, se detuvieron en su entrepierna para palpar la innegable erección que se escondía tras su pantalón, esperando ser liberada. Gael jadeó exhausto al sentir como apretaba la zona, haciendo que terminara de hincharse bajo su contacto.

—Pequeña… —gimió borracho de placer.

—Oh, Gael.

Cuando el Moore se percató del rumbo que tomaba aquello, abandonó el cuerpo de la Trambel para abrir la maldita puerta, porque Amelia había ignorado su aviso para pasar directamente a desabrocharle el pantalón. Sí, se había visto envuelto en su propia trampa. Una trampa de la que no estaba dispuesto a salir jamás.

Con dificultad la abrió y con un leve empujón la invitó a entrar dentro donde terminó de quitarse el pantalón que prácticamente había acabado por sus rodillas.

—¿Sabes? Me he informado sobre el sexo oral.

¿Qué? Gael la miró ardiendo en el mismísimo infierno. Amelia sonrió con picardía mientras recortaba la mínima distancia que había entre ambos. Finalmente, ambos volvieron a besarse con el mismo deseo de siempre, pero elevado a su enésima potencia.

—¿Y qué has aprendido? —preguntó con el deseo de saber a dónde iba a llevar todo aquello.

Ella se dejó caer ante él, colocándose de rodillas para bajar la única prenda que cubría el miembro de Gael, el cual había comenzado a respirar con dificultad.

—En realidad, me muero de ganas de tenerte entre mis piernas. Lo del otro día fue… inexplicable. Una pena que llegasen tus padres para fastidiar algo que prometía demasiado.

Gael - La Leyenda De Un Moore | Erótica + 18 | Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora